Las piscinas se dividen en dos partes iguales: el agua y las tumbonas. Los niños están en el agua divirtiéndose y, de paso, haciendo deporte. Los adultos están en las hamacas, aburriéndose y, de paso, haciendo barriga.
¿Y yo? ¿Cómo os lo diría? Escribo este artículo sentado sobre una pelota de pilates. Imaginad lo que hago en una piscina.
El descanso sirve para restaurarnos, ¿y después? Después al señor Descanso le sale barriga y barba de dos días y se convierte en el suegro Aburrimiento. Sabes que es un tipo anodino, casi parece tonto, como el inspector Colombo.
El ardid del Señor Aburrimiento
El señor Aburrimiento te dirá que todo lo que cueste esfuerzo es trabajo. Y así te convencerá que bailar está bien, pero en la tele, ¿no? De volcarte en tus sueños ni hablemos, ya lo harás cuando vuelvas del trabajo, en tu tiempo libre, que seguro que sí, que este año seguro que lo encuentras, aunque sigas haciendo lo mismo.
Nada mejor que tumbarte a la bartola. Eso nunca lo haces en tu vida normal. Porque seguro que jamás vuelves del trabajo y te echas delante de la tele. ¿Tú? No, eso lo hacen otros. Como mucho, como mucho, alguna vez, un poquito, un par de horas, todos los días, menos los domingos que vas a misa y eso, ¿no?
Un verano lento y hermoso
La libertad es la esencia del tiempo libre. Tu muñeca deben liberarse del reloj, tu oído del móvil y tus ojos de la tele. Liberarse que quiere decir dejar de preocuparse, dejar fluir hermosamente la vida.
Aficiones
Puedes escribir, por ejemplo, sin calendarios ni prisas, mirando las nubes pasar, meditando a ratos y todo llevándolo a tu arte.
Dedica un día entero a una afición, recóbrala o explora algo nuevo, como un niño. Yo ya tengo pintadas mis miniaturas de 15mm –o sea mis soldaditos– y pronto desarrollaré una simulación estratégica futurista –o sea que voy a jugar con mis soldaditos– en cuanto termine de modelar el terreno a escala –o sea unos arbolitos y colinas de juguete–. Por cierto que tengo que ver donde puedo alquilar un kayak en Las Palmas.
Veranizar los Buenos hábitos
Luego están los tontos que abandonan los buenos hábitos en verano. ¿Se olvidan de lo que les costó adquirirlos? Sí, ya sé que al señor Aburrimiento le suena a esfuerzo, pero hay una alternativa:
veranizarlos (chúpate esa, Real Academia de la Lengua)
El ejercicio que haces todos los días, puede convertirse en juego, ya sea haciendo de tío, ya sea con los amigotes. ¿Qué hay miedo de perder? Búscatelos peores que tú, que siempre habrá. Y si no los hay, pues le echas la culpa al calor.
Puedes dibujar o pintar riéndote del mundo. Una caricatura, ¿por qué no? O intenta algo que creas imposible. Inspiráte en Velázquez, y a ver que pasa. A lo peor aprendes algo y todo.
Dormir a tus horas se veraniza automáticamente si has veranizado el día. Si cada segundo ha sido de diversión y creación, si has exprimido cada segundo, si te has parado a meditar en las miles de vece que la naturaleza bella y humilde sale a tu encuentro no tendrás necesidad de alargar las jornadas buscando que la luna salve al sol. ¿Qué te quieres quedar alguna noche? De acuerdo, pero que sea por algo que merezca la pena.
¿Qué no se puede veranizar lavarse los dientes? Pues bastante más que las caries. Basta imaginarse que estás bailando con el cepillo.
Mejorar
Por último, dedica algún día a mejorar. Los días previos a la vuelta al trabajo ocúpate de tus miedos a largo plazo, en vez de dejar que te amarguen las jornadas. Aprende algo de organización –que sí, que se aprende–, por ejemplo.
Fíjate también en tu vida diaria. Limpiar es fácil, limpiar bien y rápido, no tanto. Esto también se aprende y más hoy en día, con los recursos que hay en la web: desde blogs hasta vídeos.
¿Qué eso requiere esfuerzo? Sí, ya sé, don aburrido, ya lo sé, vuelva a su hamaca. Perdón por molestarle mientras perdía su valioso tiempo. Yo me voy a jugar a ver cuanto tiempo aguanto nadando bajando el agua.
