"La distancia no es un problema. el problema somos los humanos, que no sabemos amar sin tocar, sin ver o sin escuchar. y el amor se siente en el corazón, no con el cuerpo". Gabriel García Márquez
Vivir la experiencia de pandemia por Covid-19 en el exterior me ha permitido observar que mi situación actual como emigrante no es muy distinta a la que está viviendo muchas personas que están experimentando el distanciamiento con todas sus implicaciones emocionales aun viviendo en la misma ciudad, incluso en el mismo barrio de sus familias.
He observado como muchos grupos familiares han recurrido a encuentros virtuales, y encuentran en este medio un consuelo que alivia un poco la nostalgia de no verse, de no abrazarse… para mí, como para muchos otros emigrantes, hace tiempo esta era nuestra herramienta por excelencia para mantener el contacto y vínculo con nuestros seres amados. En medio de todo lo que implica esta tragedia de nuestra época, he tenido la oportunidad que no había tenido antes de acercarme a otras personas, que por las múltiples ocupaciones y también incluso distracciones pasaban por alto hacer uso de la tecnología para contactarse con otros, que como yo estamos afuera y que por nuestra distancia en kilómetros (no de corazón) por días vemos con nostalgia a nuestros amigos y familia disfrutar en buena compañía fechas especiales de la vida, bautizos, matrimonios, cumpleaños, grados, nacimientos etc., incluso las muertes, porque a muchas personas les ha tocado decir un último adiós a sus seres queridos desde el extranjero en la imposibilidad de tomar un vuelo por diferentes razones (situación legal, dinero, distancia entre otras); hoy, ese adiós distante es una gran vulnerabilidad que nos amenaza a todos, eso nos genera en parte una sensación de empatía y solidaridad importante.
Aquí, en la distancia, he recibido con gran alegría llamadas grupales que nunca me hubiera imaginado, he participado en muchas reuniones sociales, y eso ha sido muy bonito, antes de esto, era raro una participación así en este tipo de eventos, jajaja, ahora es algo como más normal; después de todo ya todos estamos en igualdad de condiciones, de alguna manera siento más oportunidad de integración, es una especie de forma de empatía bilateral.
En cuanto a otros aspectos, cuando todo apenas comenzaba la crisis se notó algo de recelo hacia el que fuera considerado como turista o inmigrante, de alguna manera en cada territorio hay como una especie de instinto natural que ayuda a las personas a identificar el que no es del sitio o no pertenece a la “manada” por llamarlo así; creo que llegue a percibir algo de predisposición a mi alrededor, pero solo al comienzo, después de todo, creo que fue un temor natural que se anticipaba ante el hecho de pensar que alguien pudiera haber estado en contacto con aeropuerto y esto prendía las alertas a cualquiera.
Como mencione arriba, creo que la crisis ha generado una especie de empatía bilateral o reciproca que me lleva a pensar que no es muy distinto lo que vivo yo que emigre hace tres años de mi país a quien está viviendo en su localidad, sin embargo, estar afuera si me pone aún más sensible cuando me entero de otros coterráneos que no cuentan con mi suerte, y que algunos eran viajeros de paso y han quedado atrapados por los cierres de frontera e situaciones de gran vulnerabilidad, he sentido impotencia y desespero de no poder ayudar como quisiera, pero hay muchas condiciones que en verdad no permiten que hagas nada y eso es algo muy triste. Seguro estas personas tendrán otra perspectiva muy distinta de todo esto.
Si bien creo que muchos están acudiendo a la revisión constante de las cifras a nivel mundial, para mi es apremiante revisar las de donde estoy y las de mi nación y estar comparando todo el tiempo porque quiero que todo salga bien, estar afuera puede generar la sensación de que no puedes apoyar a tu familia como quisieras, por ejemplo hacer las compras de víveres por tu mamá para que ella evite salir o cosas por el estilo, también siento temor por la seguridad de mi familia, incluso temor de no volverlos a ver y el hecho de no saber cuándo puede haber un próximo encuentro me genera mucha incertidumbre, eso ha hecho que incremente mis hábitos de autocuidado ya que es lo más consecuente que puedo hacer sabiendo que tengo en mi propósito de vida mantenerme con salud para poder ver de nuevo a mis seres queridos, de alguna manera sé que todos estamos haciendo lo mismo.