Esto que ha sucedido hace poco con un emigrante brasileño que trabajaba en unos negocios de hostelería en Ferrol no es una práctica aislada (parece ser que cobraba sólo las propinas y había veces que trabajaba más de 17 horas al día). Como ya comenté en anteriores entradas, conozco casos de personal que trabaja en cafeterías que cobra una miseria (sobre quinientos euros), trabajan más de ocho horas al día y cotizan por ellos cuatro. Como vemos nadie se preocupa por su situación, no interesa a nadie, simplemente trabajan y el empresario les roba su salario. ¿Dónde están los inspectores de trabajo? ¿Los sindicatos? ¿La administración? Mientras tanto el rico empresario vive a cuerpo de rey, mantiene unos excelentes beneficios y se relaciona con la cúpula política, a costa de vivir desangrando a sus trabajadores. Este es el país del chorizo y del sinvergüenza y aún por encima el estado le permite blanquear el dinero negro que seguramente será mucho.
NOTA
Muchos dirán por qué el trabajador no denuncia. Desde una prespectiva exterior es muy fácil decir estas palabras, pero cuando tienes que cuidar a hijos, pagar hipotecas, etc, ¿quién coño se va atrever a esto?