Tras inclinar ligeramente hacia atrás el respaldo del coche, separó las piernas un poco y miró a su compañera. Nada más montar en el coche ella le había cogido del brazo cuando se disponía a arrancar el vehículo para dejarla en su casa.
-No, espera... Llevo toda la noche deseando besarte. No voy a irme a dormir sin hacerlo- comentó la mujer con una sonrisa.
Y diciendo esto, lo besó. Este abrió la boca y la cogió del pelo, mientras ella introducía su lengua en busca de la de él. Haciendo eses de deseo, las lenguas se buscaban de un modo precipitado y lujurioso.
-Necesito quitarme las gafas -comentó-. Se me están empañando.
-Me vas a cortar el rollo -advirtió la mujer mientras se apartaba con un gesto divertido en el rostro.
-No... Sigue... -insistió el hombre atrayéndola hacia él.
La mano de la mujer apretó la entrepierna del hombre. Sintió su sexo duro y sus ganas crecieron. No hizo falta pedírselo. Él mismo se desabrochó los pantalones y se los bajó ligeramente para permitir a su acompañante que liberase su miembro y diera rienda suelta a su deseo.
En la radio sonaba música de los ochenta, pero ella, concentrada en llevarlo al orgasmo, no dejaba de succionar y lamer sin atender a lo que escuchaba. Ayudada de vez en cuando por la mano de su acompañante en su cabeza, percibió que él era un hombre dominante. Así, empujando su cabeza, indicaba sin palabras el ritmo, el tempo, la necesidad de dirigirla y su deseo de controlar la situación, de armonizar sus subidas y bajadas con su, cada vez, más inminente éxtasis.
-Para... -Pidió.
-¿No te gusta? ¿Lo estoy haciendo mal? ¿Te hago daño?
-¿Acaso ves que me queje? Quiero disfrutarlo más. Ven.
Atrajo a la mujer hacia él y volvieron a besarse. Esas lenguas... Metió su mano bajo su pantalón, apretó su trasero y luego hundió sus dedos en su sexo para sentir su humedad.
-Me gusta tu lengua -confesó ella- y también tu polla.
-Vaya..., gracias por el cumplido.
-Es la verdad. Quiero que te corras. Estoy sedienta.
Volvió a inclinarse y continuó buscando el placer del hombre. Los gemidos se volvieron más fuertes cuando los dedos del hombre comenzaron a hacer círculos dentro de su sexo.
-Princesa, te avisaré cuando...
La mujer aceleró el ritmo y él comenzó a jadear. El sabor semidulzón que estalló en su boca al cabo de unos minutos, le recordó por un segundo el de los caramelos mentolados.
Cuando se incorporó, él depositó un beso en su frente y ella volvió a buscar su boca.
-Mmmm... Nunca me voy a la cama sin postre, que lo sepas. Ahora sí, llévame a casa. -Solicitó con una sonrisa.
-La próxima vez te follaré.
-No voy a escaparme, tranquilo...
Cuando aparcó el coche en la puerta de su chalé, el hombre se inclinó hacia la mujer y le susurró al oído.
-Ha estado de lujo. Gracias, amor. Voy a meter el coche en el garaje. Espero no hacer mucho ruido. No quisiera que los niños ni tu madre se despertaran.
-¿Una copa de vino antes de acostarnos? Jorge, gracias por esta noche tan especial. Te quiero.
-Y yo a ti, mi maravillosa y perversa esposa. Prepara esas copas. Enseguida voy.
-Feliz aniversario, cielo.
-Feliz aniversario, Ana.