Héctor- Alejandra, Alejandra... ¿Estás bien Alejandra?
Alejandra- Héctor, no vas a creer…
Alejandra lanza un grito, se escuchan ruidos de forcejeos, y la comunicación se interrumpe.
Héctor- Ale, Alejandra…
Música de suspenso.
Narrador- Mientras la noticia corría incrédula entre los oyentes de “La noche caliente de Buenos aires”, naves del espacio exterior tomaban estratégica posición en los cielos del planeta. Londres, Bagdad, New York, Melbourne, Río de Janeiro, Coronel Oviedo, Kuala Lampur, Buenos Aires, contaban con algunos puntos brillantes demás en su firmamento de estrellas.
En esos momentos dramáticos y decisivos para la historia de nuestro planeta, Héctor Santos comparecía ante la mirada crítica de su jefe, en la oficina de este.
Esteban Janés no era un amante de la ficción extraterrena, Esteban era un hombre práctico, de convicciones simples e ideas cortas.
Esteban Janés, socio minoritario y gerente de la alicaída FM “Notimil”, no comulgaba con las ideas de promoción y venta de su único investigador, locutor y periodista, pero lo aguantaba por tres razones:
Primero, era una fuente de ingresos importantes para la radio, segundo, era el sobrino preferido de su mujer, tercero, su mujer era la hija del mayor accionista de la radio.
Esteban se repantigó en el mullido sillón de la estrecha oficina, levantó la mirada de manera cansina hasta encuadrar con su interlocutor, y con estudiada parsimonia le dijo:
Esteban- Héctor no sigas más con eso de los marcianos.
Héctor- Mirá Esteban, esta vez es cierto, no es joda, no se si serán marcianos, o venusinos, pero se que vinieron del espacio.
Mirá la foto.
Narrador- Esteban lo miró con resignación, buscó los anteojos entre los papeles sueltos del escritorio y se los puso sin entusiasmo.
Esteban- a verrr... humm... es de “Viaje a las estrellas”, o “Encuentros Cercanos...”, Héctor, dejate de embromar y decile a esa pendeja que se deje de macanear y vaya a cubrir la movida de Mardel, que es para lo que la envié.
Héctor- Pero che, tendrías que estar preocupado por Alejandra, perdimos el contacto con ella en el momento en que se acercaba a esas criaturas, vaya a saber que le pasó. Hay que avisar a las autoridades.
Esteban- Mirá, que te inventes alguna que otra cosa para que la gente pique y los avisadores se pongan, no me parece mal, que te acuestes con la pendex, fantástico, pero si seguimos así, siempre con la misma cantinela de los platos voladores, vas a conseguir que quedemos sin audiencia, sin avisadores... y como dos perfectos boludos frente al directorio. Y para finalizar, no me extrañaría que de una patada en el culo a los dos nos vuelen de la radio.
Música
Narrador
Héctor prestaba escasa atención a los dichos de su tío postizo, que cada tanto salía con la misma cantinela, temeroso de que el jueguito se le escapara de las manos.
Héctor- Pero, che, no entendés las cosas, te digo que esta vez es en serio, hay naves de otro planeta que…
Esteban- El que no entiende sos vos, pará con eso, inventá otra cosa, algo más simple, más creíble y digerible…un romance de algún famoso, alguna tontería científica, por ejemplo: que la Tierra se está calentando, como en la película esa, y ahí te mandás la mentirilla inofensiva, en potencial, por supuesto, que tal vez en poco tiempo tendríamos que soportar cataclismos infernales etc, etc. Como ves, estos temas son simples, fáciles de comprender, creer y salir de ellos sin mayores problemas. Les metés por un rato un poco de miedo, y para mañana ya todo se olvidó, no se habla más del tema, ¿me entendés? Entonces, al día siguiente, te dedicas a investigar algo nuevo…por ejemplo…
Héctor- ¿Terminaste Esteban? No me jodas más que agarro a mi avisador y me voy. Me entend…
Esteban- Ma sí, me tenés podrido, hacé lo que quieras, después no vengas a llorar sobre mis hombros.
Narrador:
Mientras esta discusión se desataba en la pequeña y endeudada radio, los invasores tomaban posiciones en sitios clave del planeta.
Música dramática.
Los seres del espacio exterior empezaban el desembarco.. Alejandra, la joven cronista de la FM, había perdido el contacto telefónico con la radio, y temía ser descubierta por los extraños visitantes.
Desde su refugio, detrás de un gran tronco acostado en el borde del acantilado, Alejandra fue testigo privilegiada de las maniobras de los ocupantes del platillo volador hasta que no tuvo mejor idea que bajar por el angosto y empinado caminito que la llevaría a las cercanías de la nave espacial. Su osadía duró poco.
Dos brazos fuertes se habían atenazado sobre ella inmovilizándola por completo, mientras el celular se le escapaba de las manos desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Su captor la dobló sobre sus hombros y terminó de bajar la pendiente. Ale no ofreció ningún tipo de resistencia, Ale estaba paralizada por el miedo.
Unos metros adelante, cuando hubieron llegado a la improvisada pista de aterrizaje, abrió de a poco los ojos, como temiendo que la realidad fuera superior a su fortaleza. No era mucho lo que podía ver desde su bamboleante lugar de cautiverio, piernas y brazos oscilaban a su alrededor mientras avanzaban hacia la nave.
A esta altura de los hechos, la intrépida periodista de la “Notimil” había dejado atrás su pánico inicial, y de apoco, le volvía su innata curiosidad.
Lo primero que hizo fue levantara un poco la cabeza para observar mejor los alrededores.
Si bien había algunos reflectores que despedían conos de luz azulada desde las entrañas de la máquina, las figuras que se desplazaban a su alrededor, eran solo siluetas sin rostro.
Alejandra trataba desesperadamente de observar más detalles de los desconocidos hombres de las estrellas, pero su visión era bastante pobre debido a que viajaba cabeza abajo de su raptor.
Un sonido conocido quebró el silencio de la noche, los faros del ómnibus de larga distancia surgieron de la nube de polvo que él mismo levantaba, hasta materializarse a pocos metros de la nave.
Alejandra sintió que las poderosas manos del extraterrestre la levantaban como si fuera un muñeco de peluche, y luego de un corto vuelo la depositaba sobre el pasto húmedo. Ale cerró los ojos por unos segundos pensando que así podría despistar a su captor, y seguramente fue así, pues cuando los abrió, este caminaba de espaldas a ella, hacia los ómnibus recién llegados.
La joven reportera de “Notimil” sintió que su corazón palpitaba como a un caballo salvaje. Por un lado tenía la oportunidad de intentar huir de las garras de los invasores, y por otra, podía seguir husmeando, podía conocer de frente a los tripulantes de la nave, podría ser el primer ser humano que entrara en contacto con los habitantes de quién sabe que lejano planeta. Solo tenía que seguir haciéndose la desmayada, lo demás vendría solo, pensaba Alejandra.
Mientras la joven pensaba en una decisión que podía cambiar su destino hasta el extremo de perder la vida, Héctor Santos Daba por terminado el programa: “La noche caliente de Buenos aires”, de la “Notimil”.
Héctor- Será hasta mañana, adorada audiencia. Y no olvides que Alejandra tiene siete vidas, como los gatos, y mañana, seguramente, la tendrán aquí, en “La noche caliente de Buenos aires”, como siempre, como todas las noches.
Narrador:
Minutos después, Héctor conducía sin rumbo masticando su bronca. El auto, sin embargo, enfilaba hacia su departamento de Belgrano, como lo hacía todas las noches.
Música- Perro feroz - (Elvis Presley).
Héctor- Disculpame Elvis, (Se corta la música.) pero en este momento no me ayudás a pensar.-(Suspira)- ¡Qué joda boluda te mandaste Alejandra!
Digo yo, ¿por qué me querrá complicar la noche Ale, será en venganza del problemita que tuvimos el martes?
Para colmo, el idiota de Esteban tenía razón, ¡cómo me hiciste entrar Ale con esa foto de “viaje a las estrellas”!
Si supieras como nos puteó la gente por teléfono y mensajes de texto...
Bueno, ya está... carajo...
...Me cacho, mañana será otro día.
-Música-
Locutor off:
Caña quemada Bartolo presentó...
Su radioteatro de la medianoche...
“Extraña Invasión”
No se pierda el próximo capítulo, mañana a las 23,30, aquí, en FM “From Sarandí”.
Y mientras toma una copita de “Caña quemada Bartolo”, vaya escuchando los avances de las apasionantes aventuras que Alejandra y Héctor vivirán mañana...
Bla, bla, bla...
Parte III de III
Habrá nuevas transcripciones.