Revista Literatura

Extrañeza

Publicado el 02 septiembre 2017 por Sara M. Bernard @saramber
ExtrañezaLa sociedad es una fuerza opositora contra el individuo que transita un camino diferente.
El domingo durante el amanecer, sin planearlo, estoy sentada otra vez en la cocina con una vela y las libretas. Diarios de los últimos meses, del último año, para releer el caos. Y diario en curso. 
No es agradable, otra vez, ser consciente de que has pasado el ojo de la tormenta y no has sido capaz de verlo, otra vez. Las molestias inconexas eran síntomas de algo más grande, por tanto, más sencillo. 
La nueva tradición espontánea, igual que situarse en el escritorio y trabajar con los textos alrededor de las 22.22 horas todas las noches.
La sociedad es una fuerza opositora contra el individuo que sólo quiere ser, no ser algo. Los otros te obligan a ser algo y representar un papel. Es divertido el teatro; al menos, eliges conscientemente el papel y nadie te obliga a llevarlo más allá de la función. Qué ocurre si sólo quieres ser, si no te han enseñado cómo encajar lo que eres con el modelo de trabajo/dinero, aunque se lleve haciendo años eso mismo tuyo. Qué ocurre si no te han enseñado a encajarlo porque es tuyo y no será importante nunca, quizá. El sesgo, quizá, el sesgo de género no es una excusa tan banal ni un recurso fácil al que echar mano. Uno, dos, incluso podría decir tres ejemplos en la misma situación pero es un ellos e, inevitable, o sinónimo, o presupuesto, es importante. Más importante que la misma situación desde el otro lado.
Ser consciente de que has pasado el ojo de la tormenta y no has sido capaz de verlo, otra vez. El trabajo, si puede llamarse así a algo que apenas roza el salario mínimo, a que un individuo de apenas 50 kilos transporte el triple de su peso en cajas de hornos y frigoríficos o utilice sus neuronas para identificar la caja correcta de un producto que acumula polvo en la parte de arriba de una estantería de 5 metros, para después identificar el mejor camino en la estructura metálica para escalar como un mono para atraparla y depositarla en el suelo. Ese desperdicio de neuronas.
Ese trabajo me ha puesto enferma. O su conclusión: esto es lo único que te dejamos hacer, cómo se te ocurre decir que lo tuyo es otra cosa, cállate.

Hoy es el santo de un nombre que no quiero porque significa "soledad".
Esta sensación rumiante de querer deprimirse para construir a mal la historia.
Tanta gente alrededor y al final duermo sola.
Mi hijo tendría hoy 6 años.
Recordar a mal la historia: el profesor que ridiculizaba mi estilo, y resulta que se llama coma Oxford. Y los versos que no riman, voy a suspenderte hasta que rimen, ahora libros así.
Tú no tienes voz.
Ni tienes nombre.
Esta sensación rumiante de querer deprimirise.
El asesino siempre vuelve al lugar del crimen.


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