Revista Diario

extravie mi boleto ADO

Publicado el 24 noviembre 2015 por Dukespeaks

No ha dejado de llover desde el domingo por la mañana, cuando necesitaba salir a imprimir la cédula del Registro Federal de Contribuyentes (RFC) y la CURP (Clava Unica del Registro de Población). [Por cierto: la Reforma Política de 2012 prohíbe la militancia de los aspirantes a Supervisor Electoral o Capacitador Asistente Electoral, CAE; anteriormente sólo que fueras funcionario de partido o representante]. ¿A qué hora sale tu camión? Pues ... no recuerdo si a las 22:30 ó 22:50. Empecé a buscar el boleto del ADO y caí en la cuenta de que lo dejé dentro del libro Java a fondo. Este libro y cuatro resmas de papel me lo he enviado vía Fedex a El Jilton, para imprimir el primer borrador de Departamento Raskólnikov. Mientras escribo esto, están pasando DEF LEPPARD - Hysteria por Radio Concierto desde Santiago de Chile, donde la primavera marca ya 21 grados centígrados a la sombra.
Por alguna política estúpida, no puedo reimprimir mi boleto desde el sitio ADO Atención al Cliente. "Tienes que solicitar un Pase de Abordaje" me dijo la señorita del 018003694652 ayer a las 21:57. Para ahorrarme los taxis, cuyas tarifas acaban de subir oficialmente (los ruleteros las habían subido desde hace meses), me esperé hasta hoy para ir a la terminal de autobuses, que por cierto, está en remodelación en el momento más inoportuno, pues aquí es lluviosa la temporada otoño-invierno. ¡Ya me imagino el caos cuando vengan los fuereños estas navidades!.
(1) No me había pasado algo así desde que me dejó el camión un 24 de diciembre: me levanté a las 0400 para hacer las maletas y por detenerme a desayunar llegué 15 minutos tarde. El viaje a casa fue delirante, incluye una inspección en Veracruz por parte de un tipo muy parecido al actor René Casados, y es que el chofer del AU venía vendiendo los lugares a 50 pesos, pues todo el mundo tenía prisa por viajar y alrededor de medio pasillo iba lleno de gente de pie, sin boleto. Recuerdo que esa noche llegó la policía a bajar a los pasajeros que no quisieron ni pudieron volver a pagar, siendo que lo que correspondía era encerrar al chofer. Pasaba de la medianoche en Veracruz puerto y el nortazo acostaba las palmeras del camellón. Llovía a cántaros y se sentía frío. Cuando llegué a casa era la mañana del 25, luego de más de 12 horas de viaje, y nadie me recibió con los brazos abiertos, al contrario: "ya mejor no hubieras venido".



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