Vecino, vecina, enano colega, perro, gato, babosa, caracol, jilguero, paloma o colibrí:
Vaya a la fábrica de pastas. Compre ñoquis. Verdes y anaranjados o verdes y blancos.
No importa cuantos sean a comer, cuando le pregunten "cuanto", conteste "para uno".
Vuelva a su casa. Ponga el agua a hervir con un poco de sal. Prepare los platos y los cubiertos por ahí cerca de la olla. Eche los ñoquis al agua cuando rompa el hervor.
Y no los cuele cuando los primeros floten. No siga las instrucciones de la señora de la cofia blanca (¡Cómo le gusta dar instrucciones a la señora de cofia blanca!).
Más o menos cuando le parezca bien (sin la menor preocupación porque se pasen o por que le queden crudos) vaya pescando ñoquis con la espumadera. No desista cuando queden pocos, siga pasando la espumadera cual mediomundo. Aunque no aparezca ninguno, siga.
Verá como de pronto, cuando ya están dispuestos en los platos todos los ñoquis comprados, empieza a brotar desde el agua turbia, otra tanda de ñoquis y después de otras pasadas de espumadera, otra tanda más.
Repita el procedimiento hasta que tenga todos los ñoquis que necesita.
Eso si: Si compró blancos, brotan anaranjados y si compró anaranjados brotan blancos.Si no hay verdes, olvídelo, no sólo puede pasar horas con la espumadera en la olla y sólo encontrará los que allí puso, sino que si no sigue las instrucciones de la señora de la cofia blanca, le van a quedar espantosos.