Revista Literatura

Fabulilla

Publicado el 23 noviembre 2010 por Zeuxis
FABULILLA


Hubo una vez

un silencio

que parecía rosa o simple arco-iris

tenía el siniestro nombre

de las cosas que suelen asustarnos

y su sombra parecía un gran abismo negro.

El silencio por su parte

no sabía del rencor que sienten

los ojos al encontrarse con el sueño.

No entendía que el cielo y las estrellas

sólo eran pedazos felices de una memoria abandonada

pero comprendía bien la sinfonía de unos labios

al cerrarse con ternura sobre otros,

sabía que las manos eran la extensión

de un abecedario milagroso

que cura del aburrimiento y la tristeza.

Conocía bien el sabor de una alegría

y el aroma que dejan las risas

recién pintadas en la cara de los niños.

Era un silencio humilde

que se sentaba al pie de los suicidas

y les contaba que más allá

del acostumbrado punto

donde suele perderse la mirada

están las cosas que dejaron olvidadas.

Era un silencio honesto

que vagaba con la lluvia

buscando ojos que dijeran “te amo”…

era un silencio.

Era sólo eso.

Un silencio extraordinario

y nunca nadie supo nada.


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