Revista Literatura

Fe

Publicado el 09 octubre 2012 por Migueldeluis

¿Por qué tu tienes fe y yo no?

Esta pregunta no me la hacen muchas veces, pero cuando ocurre solo tengo una respuesta:La gracia.

Pero decir que la fe es un regalo de Dios no satisface, parece que Dios fuera regalando gracia por puro capricho. Por eso déjame explorar ahora el significado de la fe.

Fe es confianza; para el Cristiano confianza en que Dios existe, pero sobre todo confianza en Dios. Eso, en la práctica supone confiar en todos aquellos sitios en los que el Espíritu Santo, Dios, ha bendecido. En primer lugar en la Escritura, nuestra regla suprema de fe. En segundo lugar y subordinada a ella todos los demás: la teología, la tradición, la Iglesia, desde la congregación más pequeña al mayor de los concilios e incluso los sucesos de nuesyra propia vida. Quien duda de la Escritura –independientemente de la visión que de esta tenga — duda de Dios; quien se encuentra siempre a disgusto con sus hermanos, tampoco está a gusto con Dios y quien no ve que Dios tiene al final el control de su vida es evidente que duda de su podero de su amor.

Y es que, al final, Fe, Esperanza y Caridad se alimentan unas a las otros, en una suerte de trinidad de virtudes.

Razón y fe, primer asalto

Muchas veces yo también me encuentro en esos apuros: con una fe inconstante. A veces me pregunto si no me tocaba en la vida ser ateo.

¿Por qué le doy tantas vueltas a las cosas? Quizás sea mi personalidad, de acuerdo al § Mayers Briggs § tengo la personalidad menos proclive a la religiosidad. Y es que muchos que creen que la Razón está peleada con la fe. Hay ateos que os dirán que la religión carece de sentido. Hay cristianos que, mala suerte, os dirán que lo mejor es no pensa mucho. Pero yo os repito, como puedes leer en Tesalonicenses: examinadlo todo, quedáos con lo bueno.

Examinar es una función de la Razón, no es un echar las cartas ni quedarse con lo “te diga el corazón”. La razón, sí, puede que sirva también para proteger anuestro ego egoísta de la salvación que Dios trae.

Me explico: Dios nos quiere santos, pero ser santo incluye cosas como hacer una donación a aldeas infantiles –guiño, guiño– y es posible que ante el terror a perder nuestro dinero nuestra razón encuentre motivos para no creer.

Vale, eso puede pasar.

Pero la razón también sirve para protegernos de las chorradas religiosas y los cuentos chinos. La mentira daña, siempre es un mal y, en el mejor de los casos, un mal menor.

Por eso quien cree y piensa está condenado a estar en medio de una pelea constante entre su razón y su fe. Las peleas cansan y a ratos surgen dos tentaciones de rendirse, dejar de pensar y tragar con todo, o de contrario no creer en nada salvo la ciencia.

Nunca le ví mucho sentido a esa pelea constante, hasta que me topé con Jacob. Quizás recuerdes que Jacob, el tramposo, peleó una vez con Dios. Tampoco le había encontrado mucho sentido a esta parte del § Génesis§. Pero quizás sea un símbolo de la lucha interior de todo creyente, y entonces puede que mi fe no sea tan mala, sino la’que es buena para mí. Probablemente Dios se sirve de esa lucha para mejorarme.

Algunos parecen predicar que la fe sea algo como

“Christia-o-matic, solo añada agua bendita, viértala sobre su cabeza, y será un cristiano perfecto instantáneamente o le devolvemos su dinero”

Eso puede pasar, toda conversión, lenta o rápida, es un milagro y Dios no es un león amaestrado, como aprendimos cuando fuimos reyes y reinas en Narnia. Pero lo habitual es que tome su tiempo y esfuerzo y si Dios lo quiere así, es porque será lo mejor.

Pescadores cansados

Recuerda a Simón Pedro, en la pesca milagrosa.

“Señor, hemos pasado toda la noche en la mar y no hemos pescado nada pero porque usted lo dice volveremos a echar las redes”

Y cada vez que se echan las redes hay que recogerlas, que cansa bastante, sobtre todo si antes nose ha trecogido nada. Simón tenía que estar cansado y decepcionado, pero eso precisamente es lo que ha dado fuerzas a su fe. Aún no conocía a Jesús, no sé que vio en El, a lo mejor ya le habían llegado noticias, pero entonces creía de oídas, como nosotros. Todo ese esfuerzo anterior hizo que la pesca milagrosa diera lugar a un milagro mayor: su conversión y vocación.

Por eso sí, la fe se da gratis, sin merecerla, pero quizás Dios quiera que eches tus redes, que reces aunque parezca inútil, quizás así encuentres tu fe.


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