"Fe" guarda en sí un amplio abanico polisémico, no pierde de vista un tronco común, una familia de la que parte, unas raíces de las que bebe y a las que vuelve constantemente, al igual que una barcaza que cabotea por la costa pero que jamás se aleja demasiado de la tierra, del hombre, de sus valores, de sus creencias… de su inocencia. A continuación voy a mostraros un periplo por las olas de lo que para mí es la "fe". De forma conjunta participaremos de un viaje a través del tiempo que pondrá de relieve varias posturas y cómo yo prefiero quedarme del lado de la humanidad frente a los que prefieren el lado de la religión. No pretendo convencer a nadie de mi postura, ni mucho menos ofender con ella. Creo que el mejor homenaje que se puede hacer a la verdad es que cada uno relate la suya y respete y tolere (comparta o no) la de los demás. Para comenzar el viaje hay que imaginarse unos rayos de sol, relajarse, esbozar un sonrisa y adentrarse en un mundo apasionante cómo es el de la "fe". "Fe", es una palabra que se gesta tras pronunciarse muchas veces durante generaciones. Procede de la evolución fonética de otro término latino fides-ei (el que es fiel) o la persona que es digna de la fidelitas (la lealtad, la confianza, la seguridad) de aquellos que le conocen y que le guardan aprecio y respeto. Incluso ha generado nombres propios, cómo el de Fidel (fiel, leal, seguro) y de la fidelitas de los romanos proviene nuestra fidelidad. Otro de esos múltiples sentidos a los que aludía se comprende fácilmente apelando a la música. Existe un sello de calidad tecnológica que aparece en equipos de música (High Fidelity o Alta Fidelidad), en las que se refleja de manera mucho más fidedigna y acercándose a la realidad, sin ruidos, ni distorsiones, la reproducción más pura del sonido deseado. Eso también es la fidelidad, dar fe, constatar, aseverar que lo comprobado es auténtico, cómo notarios de la música, escrutando y disfrutando de los violines de la primavera de Vivaldi escuchados en una cadena de música con estándares tecnológicos HF. Con el deporte llegaríamos a otra acepción, los jueces del record de los guinnes dan "fe" de lo conseguido y certifican, al igual que los documentos oficiales en una Administración Pública, que lo constatado es cierto, y además ha sido comprobado. Por último nos queda la aceptación que más enjundia proporciona y que más debates encendidos genera, todo lo relacionado con "las creencias" y será en estas corrientes en las que nos sumerjamos en el resto de nuestro viaje. Surcando sus mares con buena música de fondo, llegamos a través del mar Jónico a tierra firme, en la ciudad portuaria de Crotona, en la costa oriental de Calabria al sur de Italia, en torno al 525 a. C. Es una antigua colonia helena donde Pitágoras explicaba a sus discípulos en qué consiste el número Ф (fi) o aúreo. Similar a fides (aunque sólo por su inicial) fi, viene para algunos de Fibonacci o de la inicial de Fideas para otros, el famoso escultor de la Grecia clásica que utilizó esta proporción en la elaboración de sus obras. Pitágoras, Fideas, Fibonacci y muchos otros dan fe de la realidad, la constatan y la plasman de la forma más pura posible a través de las matemáticas y nos muestran cómo el número fi se encuentra en numerosísimas ocasiones en plena naturaleza, en un sin fin de caracolas, caballitos y estrellas de mar, plantas, pájaros, por no hablar de su utilización por el hombre en edificios, pinturas, esculturas… resumiendo la sección aurea o fi es una proporción de tamaños, que aparece perfectamente explicada en el siguiente vídeo. Gracias a la fe de algunos en la naturaleza y su explicación en lenguaje matemático hoy podemos disfrutar de tantos avances.
Los pitagóricos creían en la inmortalidad y en la transmigración del alma, que el universo era una armonía, un orden, una proporción y con la que se podía vivir de acuerdo a ella. Bastaba abstenerse de comer algunos alimentos, sencillez para vestir, para gastar y para poseer bienes materiales y en el hábito del autoanálisis, algo así a “Conócete a ti mismo y descubrirás por qué no tienes que vivir con miedo e incertidumbre ni respecto a ti, ni respecto al resto de seres vivos o del universo”. Pero para ello el sujeto que lo lleve a cabo, ha de ser fiel a sí mismo. Cómo comprenderéis fueron tildados de “...Estos pitagóricos deben estar locos” y, en cuanto mantener sus preceptos, supuso no seguir las indicaciones u oponerse a algún tirano local, les quemaron la sede. El propio Pitágoras tuvo que exiliarse de Crotona a Metaponto. Curiosas las proporciones que se dan en la naturaleza, en nuestra percepción, que generan una armonía para nuestros sentidos, para nuestra mente. Naveguemos de nuevo, esta vez hasta otro momento anterior en el tiempo. ¿Cuándo surje la "fe" de las creencias? Para tener "fe" en este sentido hay que creer y para creer hay que poseer una capacidad simbólica para abstraer, pensar y comunicar esas elucubraciones. Todo parece indicar que eso es consustancial a nuestra especie "homo sapiens" y queda constatado en el registro arqueológico con total seguridad a partir de unos 40.000 años BP en el que aparece el arte, la religión y la ciencia. Probablemente para rellenar un vacío originado evolutivamente a lo largo del tiempo y en el que la aparición de la consciencia cómo tal hace que la madre naturaleza nos desprovea de su protección. Es el precio que tuvimos que pagar por recibir el fuego que la mitología griega nos relata, el desarrollo de la tecnología, nuestro propio progreso. El desarrollo del lenguaje, el control del fuego, el simbolismo, la escritura, la rueda, la civilización. Desde que somos conscientes que vamos a morir algún día, desde que dejamos la infancia atrás, se produce un vacío existencial, una "ser consciente" de que existimos y llegamos desnudos a este mundo y cómo tal un día lo abandonaremos, es el inicio de partida de una respuesta emocional e irracional, cómo es la "fe" que trata de copar todas esas preguntas, de darle una seguridad y un sentido a la vida. Para mí, básicamente hay dos tipos de "fe" la que cree en la humanidad. Bien pensando en que el hombre es bueno por naturaleza (J. J. Rousseau) o un lobo para el propio hombre (T. Hobbes); con todos los estadios intermedios posibles entre ambos, se parte de una aceptación cómo individuo dentro de un grupo del que formamos parte y que identificamos con la humanidad. Existe un segundo grupo marcado por las religiones en el que es necesaria, al menos, una divinidad que contribuyó en nuestro forja y a la que volveremos si seguimos los pasos, correctos, marcados, teledirigidos , sin salirnos de la senda, que nos imponen una serie de individuos en nombre de nuestro propio bien y de la que con el control de la sexualidad, la moral, se consigue llegar a ella. ¿Pero, cómo llegamos a esas dos opciones? Dentro de las estrategias para nuestra propia supervivencia como especie llegamos a difundir unos patrones de comportamiento basados en el criterio de autoridad otorgado a quien podía de forma sobrenatural contactar con la(s) divinidad(es) y ofrecernos su protección a cambio de unos comportamientos morales individuales rectos y austeros y también unos éticos en los que nos marcaban cómo y de qué manera podíamos comportarnos en sociedad. Estos chamanes, pasaron a sacerdotes ya con los estados y de transformar el sílex en herramientas para la supervivencia terminamos produciendo en serie microchips de silicio con los que comunicarnos en modernos, potentes (y cada vez más pequeños) ordenadores. En estadios intermedios tuvimos que sufrir complejos y crueles estilos de vida donde las armas acallaban las palabras y la sangre fluía por caudalosos ríos en nombre de la "fe", de religiones reveladas y no, de politeístas y no. Dónde guardar "fe", vino a transformarse en ser “elegido” por los designios de la divinidad y con el libre albedrío de poder decidir, a espaldas de una ética oculta en subterfugios de doble moral pero practicada por unos y por otros (sin distinción de exégetas o escrutados) en su comunidad. Premiado al ser constante en sus afectos, por el cumplimiento de sus obligaciones y en no defraudar la confianza depositada en él por el sistema. Del anterior concepto de "fiel" pasaríamos en plural a “fieles” o creyentes, aquellos que depositan su "fe" o confianza plena en una creencia a la que dan valor de realidad, es decir una realidad construida socialmente que “viven” que "vivencian" reflejando lo más escrupulosamente posible un “estilo de vida” basado en una autoridad moral a la que se utiliza como modelo por sus conductas y sacrificios en pos, en teoría, de los demás. Y hasta ahí estoy de acuerdo, comparto que todos (unos en la humanidad y otros en la religión, o quien determine que no tiene fe en nada, o las que cualquiera pueda tener) tenemos nuestras creencias y somos "fieles" a unas verdades o preferencias que para nosotros merecen el mayor de los respetos. Esa "fe" yo la aplaudo mientras respete el credo de los demás, mientras tolere que "mis verdades" tienen el mismo valor de realidad para mí, que las de mi vecino para él. Mientras no se me niegue, ni se me menosprecie por haber nacido en un lugar que a ninguno nos han consultado dónde queríamos hacerlo, o elegir el color de la piel o las creencias de nuestros ancestros, coincidieran o no con las que nuestros padres o seres cercanos nos han inculcado desde pequeños (o las que al final por diversos avatares nosotros mismos hemos forjado) o nacer hombre o mujer, o tener una determinada condición sexual... Cuando alguien ha de decidir por mí, cómo debo vestir o llevar un determinado corte de pelo, incluso cómo pensar, cuando se prejuzga lo que valgo o lo que soy, por ese tipo de estereotipos, no hay cabida en esa mentalidad para la dignidad de la persona y si cada uno no pueda determinar sin presión directa o indirecta su libertad (cómo ocurre en algunos lugares del mundo con defensores acérrimos autoerigidos de la "fe") dejamos el terreno de la "fe" para introducirnos en el campo de la manipulación de la misma. Nos introducimos en la intolerancia, la violencia, en el fin justifica los medios y los mártires son el ejemplo a seguir. Sin cuestionar, ni discutir, sin poder pensar o decidir por uno mismo. Si alguien ha visto Ágora, la película de Amenabar, podrá poner imágenes a lo que me estoy refiriendo. Cuando el ejemplo a seguir es alguien que ha abandonado todo para ofrecer su vida por los demás, a través de unas pautas que se han jerarquizado con el tiempo, cuando a su biografía se le omiten detalles para convertirlo en alguien más cercano a la divinidad, creo que se desvirtúa la humanidad de esa persona, se le pasa por el tamiz idealista de haber sido un ejemplo a seguir, de conducta intachable, pero no por sus esfuerzos en nuestra mejora o por los progresos de los que todos nos podemos beneficiar cada día. Los pitagóricos de los que hablaba antes en su momento, o incluso hoy en día profesionales de la rama sanitaria que nos salvan la vida con sus vacunas, asepsias, higienes, operaciones y cuidados. Los filósofos con sus efectivos métodos para qué pensemos. Los nutricionistas con sus dietas. Los profesores con sus enseñanzas o los inventores con sus patentes. Todos ellos pasan a ocupar ese lugar privilegiado, pero no por lo que acabo de exponer (para los controladores de la fe) sino por qué tenía más "fe" que los demás, por que seguía los dictados de forma más dogmática que el resto, y si esto no es así (no se le reconoce mérito alguno y cae en el vacío de los justos), en una "damnatio memoriae" que roza la indecencia. Al final lo que trasciende y cala en el nivel freático de las emociones son o la capacidad de conmover con la ternura y la solidaridad, esa ayuda en ámbitos de extrema pobreza, pero como contrapartida, a costa de una evangelización impuesta o los martirologios, las excrecencias, el sacrificarlo todo por una "fe" que mueve montañas. Mantenida a base de violencia, que es origen y fin de más violencia y fuente de contenidos reprimidos que antes o después explotan y salen hacia afuera, pero que no es capaz de rebelarse contra el "status quo" establecido según unos verdades irrefutables, previamente determinadas tautológicamente y sobre todo que encajan perfectamente con una ideología muy definida e inamovible. Como estamos hablando en términos religiosos la ideología se identifica con una verdad revelada a través de un mensajero que cruza la naturaleza divina para llegar a la humana y mostrar ese deseo inicial de comunión inefable entre ambas, una suma y eterna felicidad cuyo origen y fin es un Amor (con todos mis respetos y según mi humilde opinión) “deshumanizado” e individual entre el ser humano y la(s) divinidad(es). Antes o después se pone en práctica aquello de "aparta a los seres humanos, los unos de los otros y de ellos entre sí y conseguirás que todos hagan tu voluntad, por que anularás su capacidad de cooperación, de trabajar en equipo, de luchar por aquello que consideran justo, pues en sus vidas pasa a ser necesario un elemento intermedio que les observa, les escruta, les juzga y tiene la capacidad de decidir sobre su vida y su muerte y lo que es peor, sobre la de sus semejantes y seres queridos" ¿hay acaso mayor chantaje emocional encubierto? Si volvemos hacia atrás y la corriente de las olas nos devuelve en torno al 40.000 BP del que hablábamos antes, a partir de aquí, cuando se produce (al menos a partir de ahí ya lo tenemos completamente atestiaguado) el completo desarrollo de la "consciencia" en el ser humano, o quizá mucho antes, ya desde nuestra condición de mamíferos, puesto que ya lo mostramos desde que mamamos con apenas horas de vida y en la que no nos importa, ciegos cómo vamos en pisar por encima a algún hermano de camada para poder amamantar a gusto. Me refiero precisamente a aquello cuya idiosincrasia encierra la "fe" y de la que no se puede separar. Precisamente no me refiero a "fiar" o asegurar que una persona cumplirá lo que otra promete, o pagará lo que debe, obligándose, en caso de que no lo haga, a satisfacer una compensación por ello, sino a "confiar". Quien tiene "fe" (en la humanidad o en la religión, o en lo que sea) es confiado, sin confianza no puede existir la "fe", ni tampoco las estafas o los timos. Las estafas se producen casi siempre ante la pretensión de un enriquecimiento súbito por parte de la víctima que piensa inicialmente que va a conseguir un beneficio fácil tras una pequeña inversión que a la postre no solo amortizará sino que le causará pingües beneficios y una parte de las veces con comportamientos no muy éticos. Ejemplo de ello son los conocidos cómo tocomocho, timo de la estampita, falsas loterías premiadas, estafa piramidal y un largo etcétera. Tras producirse ese desembolso inicial, toda la escena que había sido perfectamente planeada con antelación, se convierte de golpe para la víctima en una trampa de la que ya es tarde para salir y ese inicial ansía de conseguir con poco esfuerzo mucho, se convierte en la pérdida total de lo invertido. Por lo tanto el peligro no estriba en las personas que actúan de buena "fe" sino en los carroñeros que esperan agazapados en las esquinas para poder aprovecharse de lo anterior y delinquir a gusto. Por lo tanto para poder gozar de la salvación eterna debemos realizar una “pequeña” inversión a costa de tropezar con algunos seres a los que se supone una autoridad moral por su condición (humana o religiosa) y sin embargo se constata ánimo de lucro, mantener posición o estatus social o privilegios para tener fácil acceso a víctimas que simplemente iban confiadas con esperanza ciega en alguien de quien nunca se podrán olvidar. No pretendamos tampoco conseguir "fácilmente" algo que parece imposible si con ello alguien va a salir beneficiado a todas luces, a costa de nuestra desesperación, momento o mala racha que estemos atravesando. Tampoco pretendo criminalizar a quien sea devoto de alguna religión o a sus más fervientes seguidores. En todos los grupos hay personas maravillosas y otras deleznables. Lo que apunto es que la "fe religiosa" no es precisamente lo que nos acerca más a los primeros que a los segundos, por mucho que algunos se empeñen en que así sea. Es la "fe en la humanidad" la que nos hace buscar sentirnos a gusto en torno a personas semejantes a nosotros mismos (sea en torno a temas religiosos o no). Muchas veces confundimos tener "fe en valores humanos" con "fe en valores religiosos" puesto que estos se adueñan de los otros y los desvirtúan hasta la aceptación de los dogmas, sin dogmas no hay valores humanos, pero ¿son necesarios esos dogmas?. Todos debemos tener "fe" en algo, y de hecho así es, pero también es cierto que en esa "fe", tenemos la libertad de elegir dónde depositarla, con quien compartirla, que nunca bajo ningún concepto sea impuesta u obligados a declarar sobre ella, que no se nos veje, humille, excluya o suframos una merma en nuestra dignidad como personas por dejar de tener o no "fe". Intentar no dejarnos engañar, valorar a los seres humanos por cómo son y cómo se comportan realmente y no por estereotipos para lograr sonreír día a día en una realidad que siempre supera la ficción. Chema GarcíaSuscríbete aquí