Revista Literatura
Ella está naciendo en estos momentos.Va a tener al mundo enroscado en sus tobillos.
Me alimento de la tontería ajena, y con ella me crezco. Me crezco tanto que mi tamaño logra ser superior al de su ego, y desgraciadamente en éste mundo solo hay lugar para uno. No es Goliat quien ganó a David ni Florencia quien puso apellido a Leonardo. Venía de un pueblo llamado Vinci, y a lo César: Veni, vidi, vici.
No todos nacemos con el talento para dedicarnos a lo que nos gusta, pero aun así somos libres de intentarlo y no está en manos de nadie más tomar esa decisión. Sin embargo les gusta jugar a ser jueces y opinar sobre cada paso que damos, como si nos conocieran mejor de lo que lo hacemos nosotros. Como si supieran los motivos que se esconden detrás de cada lágrima, de cada gota de sudor, de cada sonrisa. El mundo fue construido por tiranos y es así como se comporta, imponiendo patrones de cómo ser y qué hacer con nuestras preciadas vidas. Tienes que encajar en la sociedad como si de un juguete de trapo se tratara, como en una partida de ajedrez donde a ti te han dejado reducido a peón. Delgada, bonita, educada. La mujer perfecta para atraer al marido perfecto. ¿Y qué hay de ellos? ¿Tan poco valemos que debemos ser nosotras las que tratemos de impresionarlos sin que ellos tengan que hacer nada por merecernos? Yo abogo por la igualdad, por ser merecedores el uno del otro, y si no les gusta lo que ven, ya vendrá alguien que lo valore como se merece sin tener que someterse a una completa metamorfósis. No necesitamos encajar. Nacimos así porque debíamos ser diferentes. Tus defectos serán algún día los que te lleven al camino donde cada tropiezo finalmente habrá valido la pena y tendrá un motivo, una función, una razón de ser que te haga quererles y protegerles en lugar de omitirles y repudiarles. Porque equivale a odiarse a uno mismo y ese es el peor castigo.
Está bien tener miedo; nos obliga a ser valientes. Llegará un momento en el que lo anulemos y hagamos oídos sordos a las opiniones de la gente que ni nos conoce ni nos entiende. Son libres, son humanos, pero no tienen el poder de controlarnos. Tarde o temprano acabaremos naciendo, naciendo de verdad. Veremos qué es lo que llevamos dentro y le anunciaremos al mundo alto y claro lo que tenemos, lo que somos, a dónde vamos. No le daremos opción. Tendrá que apartarse o soportar ser juzgado con la misma violencia que un día lanzó sobre nosotros. Hasta el mas débil puede, en su debilidad, aprender a ser fuerte. Porque hasta el peor de tus temores puede, en toda su oscuridad, ser la luz que te incite a ser valiente.