Febrero 1977

Publicado el 01 agosto 2011 por Chirri
Frente a la puerta del instituto, veía muchos rostros nuevos saliendo por el gran portón de salida, como un gesto mil veces repetido de vez en cuando levantaba la vista del periódico para apreciar si por fin salía ella, cuando así lo hizo y se acercó a mí, un beso de compromiso sirvió como saludo, la cogí de la mano como una manera de sentir su presencia, ella no se quitó el guante de fina piel que usaba para proteger sus manos del frío del final del invierno, ¿Cuánto tiempo hace que no nos abrazamos, que no caminamos cogidos del talle? La monotonía había sentado sus reales en medio de los dos, separándonos cada día de manera imperceptible, pero de manera irrevocable.

Ya no íbamos a la plaza de Colón, nuestro banco quedó huérfano de nuestros ardores y nuestros suspiros, no qué final tuvo, si se cubrió de musgo y fue roído por el abandono o si otra pareja lo ocupó con nuevos sueños y nuevas ilusiones. Tampoco nos separábamos en el metro, donde día a día al hacerlo, nos rompíamos una pizca nuestros corazones, hasta volver a recomponerlos de nuevo al día siguiente con nuestro reencuentro. Ahora, nos sumergíamos en el tráfago de la ciudad en mi coche de segunda mano, poca cosa para ella, cada vez con mayores aspiraciones y sueños de grandeza.Sumergidos en el gusano de luces rojas de la carretera hacia su casa, meditábamos incapaces de conversar, la política había puesto puertas en nuestro mar, éramos catecúmenos de ideas totalmente contrarias, irreconciliables, pues el ambiente social tan distinto en el que nos habíamos criado y educado, hacía que todos los temas de conversación desembocasen en lo mismo, discusiones sin puerta de salida y cerrazón de mentes.- La semana que viene me voy a Salou de viaje de fin de curso.- ¿Cuánto tiempo?- Una semanaUna semana, un mes, un año ¿Qué más daba? Un metro, un kilómetro, un parsec; el tiempo y la distancia ya no contaban, nuestra separación era algo más que una magnitud, era un hecho, algo que no nos habíamos dado cuenta que existía, que era tangible, que había una barrera entre nosotros y solo el habernos habituado a esa costumbre, impedía que rompiésemos nuestros lazos.Por favor, no te vayas, no huyas, no escapes de mí, renuncia al viaje, a estar con tus compañeras de clase, renuncia a tu bandera, a tu partido, a tu familia, a tu mundo y quédate conmigo, yo haré otro tanto, sólo por ti, por mí, por nosotros.Hablemos, volvamos a conversar, a besarnos con pasión, regresemos a nuestro banco de Colón, abracémonos para sentir el calor de nuestros cuerpos, deja que mi mano bucee a través de tu blusa, ya aprendí a desabrochar el botón con dos dedos, deja que perdamos la respiración con nuestros besos infinitos, prometo cambiar, cambia tú también, cambiemos los dos de manera que volvamos a sentir lo mismo que sentíamos hace un año, tenemos mucho que perder si no lo hacemos, perderemos toda una vida por vivir juntos los dos.¿Qué te parece?Pero ella nunca contestará, porque nunca de mis labios salieron esas palabras, ella entró en el portal de su casa y nunca conoció mis deseos, quizás no estábamos hechos el uno para el otro, ahora si estaba seguro, ella tenía que haberlo sabido, quizás pensábamos lo mismo, nuestros corazones latían desacompasados y nuestras bocas estaban tan cerradas como nuestros oídos, sólo la mente podía salvarnos, pero la telepatía no funcionó.