Voy en busca de la tormenta, madre.Voy en busca de la tormenta y el remolino.En este febrero sí se siente -desde el primer día- la borrasca que hace embudo en la calle y suena como tiene que sonar, a huracán apocalíptico.
Desde el día 1 llega el viento, el remolino, no podía ser de otra manera.
Busco tus hombros y no están.
Busco tus ojos color miel, tampoco están.
Me desespero un poco. Mucho.
Dónde estás.
Los cristales van a caerse en pedazos y yo vuelo por las calles buscando la cena. El pelo violeta me golpea en las córneas y aún considero que no es suficiente cambio. Sobre mi mesa, lo veo: tres libretas juntas.
En una están los esquemas para los exámenes que preparo. Hoy he tenido el primero. Después de exudar ciencia encuentro un cursillo donde hablarán de Astrología en la universidad. Que cada uno crea en su casa lo que quiera, madre, pero no con dinero público en un lugar de ciencia.
En la segunda, el diario de febrero. Se ha desvíado un poco al ser consciente de su próxima publicación.
Porque en la tercera libreta pongo las cosas nuestras. Tus hombros. Tus ojos color miel y los sudores.
Y un cuarto espacio que agranda mis ojos oscuros: este fangal camino de lo añejo. En otra libreta-diario de julio 2015 he localizado la primera vez que escribí completo el nombre Bajo el árbol morado: la creatividad maldita, sin saber sobre qué trataría. Así, nada más que el título.
Si lo hubiera dejado bajo la capa de ficción, sería un novelazo. Pero se queda en soledad a secas. Cambio todas las comas y no me importa la vergüenza perfeccionista de tener esperando a los lectores, porque me he cansado de negar lo evidente: sé lo que hago, llevo haciéndolo por más de 20 años. No tengo que justificarme más. Y ya no me interesa conseguir que otros se interesen por lo que hago, sin tener que cambiarlo para ajustarse a ellos. Es lo que está, lo que siempre ha sido, no hay que cambiar nada.
Tú no estás. Me entristezco porque ahora no y cae un rayo a tierra.Qué sorpresa van a darse los que usaron la condescendencia como si fuéramos brisa y no tornado. Tan fuerte vamos a reírnos de ellos...
Voy en busca de la tormenta del viento, madre.