Felicidad transitoria

Cuentan que una noche a la luz de la luna cualquier persona hubiese querido más a la vida.
cuentan cuentos de niños para que la ilusión que sentías con cuando eras pequeño no se vaya cuando las nubes tapen el sol.
Y ya sé, no es bueno que las sonrisas no se borren ni cuando esas nubes se quedan más tiempo de lo que el cuerpo puede soportar, pero qué puedes hacer cuando tu escudo favorito es una sonrisa que llena de luz los días grises, cuando sientes que la falta de sonrisas te deja sin aire y te da ganas de odiar a todo aquel que no suelta ni una sonrisa al día.
Que ya vale de quejas, que todos tenemos lágrimas que dejar en la almohada y son ellas las que me han enseñado a valorar cada momento bonito que una puesta de sol te puede regalar.
No quiero más bienes a medias, más caricias que quedan sin dar y sueños que se quedan en nuestra mente mientras dormimos porque despiertos el miedo nos hace pensar que nada es posible.
Lo que quiero son naufragios de aventura, días que ayuden a lidiar con los malos momentos y besos que me desnuden el alma.
Quiero amanecer en la playa arropada por el mar y soltar carcajadas que se ahoguen al romper las olas, al mismo tiempo que la arena regenera la energía que me da la vida.
Quiero un todo que te dé tanto que toda una vida no llegue para abarcar tanta felicidad transitoria.