Felicidad y pérdidas de tiempo

Publicado el 04 febrero 2015 por Alas De Papel @MikeKiddo
Yo tenía que haber publicado hoy una reseña. Sin embargo, el libro en cuestión se me había hecho tan pesado que las palabras apenas me salían, y después de no haber avanzado más que un par de párrafos en un día acabé desistiendo. Así pues, decidí resumir mi opinión aquí y en su lugar plasmar en palabras esta reflexión que hace tiempo que se me pasa por la cabeza. No prometo que salga algo coherente, pero sí que prometo intentarlo.
El origen de esta entrada viene de la enorme sensación de pérdida de tiempo que sentía mientras me peleaba con la reseña. Y es que, ¿por qué perder el tiempo haciendo algo que no me gusta ni me reporta ningún beneficio? Nótese la coletilla de mi pregunta: es evidente que hay cosas que tenemos que hacer aunque no nos gusten (trabajo, estudios...), pero yo me refiero únicamente a las aficiones, esas cosas que hacemos únicamente porque queremos. ¿Qué sentido tiene amargarme haciendo algo que no me proporciona ninguna satisfacción? 
Por supuesto, no seré yo quien diga lo que debe hacer cada uno, ¡faltaría más! Esa no es ni mi intención ni el objetivo de esta reflexión. Es solo que simplemente no entiendo a qué se debe esa obsesión que parecen tener algunos por hacer cosas que no te gustan por voluntad propia. Con todas las cosas que nos gustan, ¿por qué hacer las que no?
Si no te gusta la literatura juvenil, ¿por qué la lees? Si odias a, por ejemplo, John Green (o a Laura Gallego, o a Murakami, da igual quién sea), ¿por qué sigues leyendo sus libros cada vez que sale uno nuevo? Estoy seguro de que conocéis a alguien que hace cosas parecidas, porque yo conozco a demasiada gente así, y de verdad que no lo entiendo. Si lo tuyo son los clásicos, por decir algo, ¡adelante! Hay muchos y muy variados como para estar perdiendo el tiempo con un libro que no te gusta. Y pasa lo mismo con cualquier otro campo, como el cine y la música: ¿qué sentido tiene ponerte a ver una película que sabes que no te va a gustar, o bajarte el disco de ese cantante que odias para ser el primero en criticarlo?
Y, antes de que alguien me malinterprete, con esto no quiero decir que no haya que probar las cosas. Todo lo contrario: la única forma de saber si algo te gusta o no es probarlo. De lo que estoy hablando es de saber que algo no te gusta y hacerlo de todos modos. A mí no me gustan las películas bélicas, por poner un ejemplo, así que simplemente no las veo. Es así de sencillo. Y pasa lo mismo con la novela romántica o erótica: si sé que no me gustan, ¿por qué voy a perder el tiempo con ellas?
Seguiré con otro ejemplo. Hace dos o tres años leí Cincuenta sombras de Grey, muerto de curiosidad por saber qué tenía ese libro que volvía tan loca a tanta gente. Y lo cierto es que, aunque la historia enganchaba, la novela me pareció tan mal escrita y la relación tan mal llevada que acabó con el dudoso honor de ser una de las peores que he leído en mi vida, tal y como cuento aquí y aquí. ¿Conclusión? No he leído las continuaciones, ni tengo intención de hacerlo. ¿Para qué torturarme si ya sé que no me van a gustar?
Desde hace unos años está cada vez más arraigado el postureo, ese hipsterismo barato de "mira qué guay y alternativo soy que aborrezco todo lo que está de moda". Pero os contaré un secreto: uno no es más guay por rechazar por sistema todo aquello que sea popular. Sí, puede parecer así a un determinado grupo, pero para la amplia mayoría ese comportamiento resulta simplemente ridículo. Además, y estoy hablando únicamente de mi experiencia, me he fijado en que esa gente casi siempre es la que está más amargada. ¿Casualidad? No lo creo.
Y es que hace ya mucho tiempo que me he dado cuenta de que eres mucho más feliz haciendo las cosas que te gustan. Parece algo sencillo y algo fácil de entender, pero al parecer no lo es tanto, a juzgar por toda la gente que no lo hace. ¿Que no me gusta un libro, o un género en concreto? Pues no lo leo. ¿No me gusta un determinado estilo de películas? Pues no las veo. ¿Aborrezco a un cantante? No escucho su música. ¡Es muy fácil! 
No seré yo quien pretenda dar consejos ni aleccionar a nadie, pero sí que os animo a que lo intentéis, si es que no lo hacéis ya. Estoy seguro de que así seréis mucho más felices y, ¿no se supone que es eso lo que intentamos todos?
No sé si mucha gente habrá llegado hasta el final de esta entrada, así que si es tu caso, te animo a que me cuentes lo que opinas. ¿Soy el único loco que piensa esto? ¿O estás de acuerdo conmigo? Me encantaría saberlo.