Querría con este comentario, mis muy amigos lectores, felicitarles este grandioso año que ahora comienza.
Tengo que confesar que este nuevo año me llena de ilusión. Hemos visto el año pasado y hemos asistido a, sin duda, un gran año. La gente, por fin, se ha dado cuenta que hay que llevar una dieta sana y hacer ejercicio, dejar de fumar y... ¡Trabajar, siempre trabajar! El mundo va bien, y no sólo España (que está que se sale, claro).
Señores, entendamos que esas pequeñas aportaciones de capital que tenemos que hacer a nuestro querido Estado son mínimas en comparación con los magníficos servicios que nos dan en contraprestación (cuando se me ocurra alguno, lo pongo). ¿Podemos poner precio, acaso, a la libertad infinita que nuestro Estado nos proporciona? Creo que sólo hay una respuesta: No. Algunos advenedizos de baratillo hablan de elevados impuestos, de corrupción por todos lados... ¡De violación de los derechos humanos! Por favor, seamos serios. Hemos tenido, para empezar el año con buen pie, la imagen de Sadam Hussein ahorcado (algunos se quejan de que eso va en contra de los derechos humanos, anda que...). ¿Qué mejor forma de empezar el año que la imagen de un dictador ahorcado? Sí, así nuestros niños pueden deleitarse con una imagen navideña y familiar.
Menos mal (digo, y digo bien) que nuestros gobernantes se preocupan por el pueblo. Lejos de aquellos tiempos del Rey Sol, ahora estos que tienen el poder gobiernan por y para el pueblo. ¡No! Digo más: Son parte del pueblo y caminan entre las gentes, sin dejarse seducir por el poder zalamero (me gusta esa palabra).
Además... ¿cómo no voy a estar contento y feliz (sin saber qué es una reiteración) si cada vez nuestros hijos, futuro del país, estudian más y mejos? No, no están criando una red de paletos incultos, no... ¡Ahora leen colecciones grandiosas preparadas para su edad! Yo me pregunto: ¿Para qué volver atrás si nuestra literatura actual ofrece obras grandiosas muy superiores a eso que llaman «clásicos»? ¡Sí, por fin nuestra gran sociedad ha superado los clásicos y la modernidad, de una vez por todas, ha terminado con el imperio de la tiranía! Cada vez que se tira en un país gobernado por tiranos una bomba... Allí estamos todos, ahí estoy yo, ciudadano demócrata, con mi pin de Sadam ahorcado y con la palabra «libertad» en una camiseta de cien euros.
Pero no nos engañemos, no todos los países viven tan bien como en España (paraíso de la cultura y el librepensamiento). Hay lugares en que se piensa de manera diferente y, espero que no me caega un rayo, no creen en Dios, en nuestro Dios único probado por siglos de excelentes filósofos. Son estos países lugares de corrupción en el que se devora a los niños nada más nacer y se cometen atrocidades de la más diversa índole. Nuestra labor como demócratas es darles luz, la luz que en occidente sobra. ¿Pueden creer, hermanos, que incluso hay países en los que no saben lo que es una maravillosa hamburguesa? Sí, lo sé, yo tampoco entiendo cómo pueden sobrevivir, por ello su esperanza de vida es más baja que la de occidente.
En estos países se tumban «a la bartola» sin hacer nada en todo el día, porque tienen sistemas económicos comunistas o incluso peor (no me atrevo ni a pronunciarlo). Estos sistemas, permítanme, no crean la necesaria competitividad para un progreso sano y, así, las gentes no tienen incentivos que cumplir. ¿No es acaso mejor nuestro sistema mucho mejor? Nuestros gobiernos, con esas pequeños impuestos (ni nos damos cuenta, ¿verdad?) nos proporcionan, aparte de estabilidad y libertad, los elementos necesarios para hacer de nuestras vidas un paraíso de comodidad.
Desde aquí os pido, amigos demócratas, que encendamos nuestras lavadoras y electrodomésticos y cantemos a una: ¡Viva la libertad!
Este 2007 promete, feliz año a todos.Martín Cid
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¡Feliz 2007!
Publicado el 02 enero 2007 por MartincidTambién podría interesarte :