Le escribi un email por el dia del padre. No se porque. Quizá me envalentoné al recibir un email del novio diciendo, haz lo que sientas que necesitas.
Monitoreo el estatus de mi enfermedad afectiva midiendo cuanto me duele. Me sorprende no encontrar la misma tristeza de siempre, un poquito de indiferencia y la misma rabia de siempre. No estar triste es un gran paso.
Me empujo a escribir unas breves lineas sobre las cosas que he hecho este año, omitiendo por obvios motivos la muerte de la abuela y esas cosas emocionalmente intimas que pueda utilizar en mi contra o en contra de alguien que quiero. Me he vuelto una experta en el wishi washeo y en proteger con un cerco de palabras lo que no quiero que toque.
Me contesta el mismo email bullshit de siempre, con una pequeña lista sobre las cosas que le hacen guardarme rencor y que no sabe que hizo pero que no merece que lo haya bloqueado en Whatsapp, finalmente siempre le han molestado los límites y las puertas y nunca ha podido entender que no se le deje suelto como niño pequeño en cristalería. Me compara con un burro, dice que así me vio en sus visiones con ayahuasca y que voy siguiendo ciegamente a mi mamita en busca de aprobacion y cariño.
Se me van los dedos, porque dentro de mi he llevado tanta rabia contenida que a veces siento que se me derriten los huesos. Por supuesto que como mujer a sus ojos tengo el valor de un animal estúpido.
Como volcan enfurecido, escupo toda mi lava en una carta y agradezco este email horrible porque solo me recuerda el tipo de persona que es y lo siento como una palmadita en la espalda confirmando que estoy haciendo lo correcto, que la culpa en esta situacion es una emoción probablemente fruto del abuso y la manipulación pero que poco a poco consigo sentir menos.
Ya no siento lástima por mi misma o por ese papá que me tocó tan rotito y emocionalmente mutilado.
Gracias por ser tan nefasto que el arrancarte de mi resulta más bien imperativo a diferencia de la ambiguedad que solía sentir cuando era más joven.
Gracias por ser tan nefasto que haces que sea fácil salir corriendo cuando en la vida me encuentro hombres como tú, porque en ellos puedo distinguir clarita tu cara y es tan fácil reconocerlos, como distinguir el color negro del blanco.
Gracias por ignorarme toda mi vida, he aprendido a ser independiente, a no reconocer ningún dogma o religion y soy solo una criatura que nunca fue domesticada, gracias por no inyectarme ese odio inerente que tienes hacia las mujeres, aunque me odies, aunque te parezca pequeña, he recuperado mi escala correcta y finalmente me siento 1:1
Gracias por no darme ni una gota de afecto, me ha enseñado a valorar a la gente que de hecho si acude para ti, a la que si le importas, aquella que te baña de atenciones y cariño y me ha enseñado tambien a corresponder a todo ello, porque sé como se siente el frío.
Decidí que es la última vez que te escribo. No necesitas más de mi tiempo, no necesito darte más energía ni pretender que entiendes cuánto cuestan las cosas que se te dan gratis, o que algún día aprendas a apreciar las cosas que se te dan en lugar de estrujar hasta la última gota de nobleza y compasión de aquellos que por azares del destino hemos estado a tu merced.