Feliz Ex-Domingo - El hombre de mi vida me ha dejado

Publicado el 13 septiembre 2010 por Lisset Vázquez Meizoso @lissetvazquezmz
 
   Después de treinta años de desvelos, de darlo todo por él, de
 esperarlo  despierta cuando salía con los amigotes, se ha ido de casa.
 
   Y no es que se haya ido con otra, que eso lo entendería. ¡No!
 encima tiene  la poca vergüenza de decirme:
 
   - Mamá, es que necesito espacio. Ya soy mayor.
 
   ¡Mayor! Pero ¡¡¿dónde va esa criatura con 30 añitos?!!
 
   Ahora, que yo se lo he dicho, eh?
   Parece mentira, dejarme tan pronto, hay que ser mal hijo... Y me dice:
 
   - Pues Jesucristo se fue de casa con 30
   - ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!
 
   En fin... Ya lo voy llevando mejor... Pero el día que se fue, yo 
 creí que me daba algo. El niño allí, recogiendo sus cositas. Cuatro 
 chorradas,  porque... ¿Qué se va a llevar el pobre, si no tiene nada suyo?
 
   Pues todo lo nuestro...
 
   Pero fui yo la que se lo dije:
 
   - Anda, tonto, llévate la tele pequeñita... y la minicadena... y el 
 DVD...  y ¡la lavadora!
 
   Pero es más bueno! Ahí ya me dijo:
 
   - No, mamá, la lavadora, no... que no tengo ascensor.
   Ya me la traes  tú cuando vengas a verme.
 
   ¡Mi niño! Menos mal que no tengo tiempo de pensar en él, porque
 estoy todo  el día ocupadísima haciendo croquetas para mandárselas.
 Que  sino, se pasa  la vida llamando a Telepizza. Y cuando estoy liada
 en la cocina, mi marido  viene por detrás, como un niño chico, a robarme las croquetas. Y yo:
 
   - ¡Deja eso ahora mismo! ¡Que son para el niño!
   - ¿Y yo qué ceno?
 
   - ¡Pues yo qué sé! ¡Llama a Telepizza!
 
   Pero luego me da pena, el pobre... que, al final, siempre le digo:
 
   - Andaaa... déjalo... Ya llamo yo: ¿margarita o cuatro quesos?
 
   Bueno, y me he comprado un móvil, que puedo hablar con el niño el
 tiempo  que quiera por cinco euros. Eso sí, sólo podemos hablar de
 ocho a diez, como  en la cárcel...
 
   Pero, a veces, no aguanto más y lo llamo fuera de horario, a
 escondidas de  mi marido. Que parece que tengo un amante:
 
   - Cariño, te tengo que dejar, que ha llegado papá.
 
   Y cuando mi marido me pilla:
 
   - ¡Ha llamado él, ha llamado él! Venga, rey, anda, no seas bobo... 
 ya te  llamo yo luego... Huy... qué mimoso está... Éste en dos días
 esta aquí, eh  Manolo?
 
   Pero, por fin, cuando dan las ocho, y ya puedes hablar con él, 
 libremente, de todas vuestras cosas...
 
   - Hola lechoncito, soy mamá... ¿Qué tal el día?
 
   - Bah...
   - ¿Qué haces?
   - Pssss...
   - ¿Has cenado ya?
   - Pschá...
   - Bueno, no tienes ganas de hablar, no?
   - Bah...
   - Bueno, pues adiós. ¡Manolo, el niño me ha colgado el teléfono!
 
   Y mi marido:
   - Cariño, es que te pones muy pesada...
   - ¡Ahhhh! ¿Pesada yo? ¡Pesada tu madre, que hay que ir todos los
 años a  ponerle flores!
 
   Al principio no te atreves a tocar nada de su habitación, porque
 tienes la  esperanza de que tu hijo se dé cuenta de que no puede vivir
 sin  ti y  vuelva.
   Pero la semana pasada... abrí los ojos. Le llamo, y me sale una voz
 de mujer:
 
   - ¿Diga??
 
   Y colgué inmediatamente. Volví a marcar... y ya me sale el niño. Y le digo:
 
   - Oye, ¿quién era ésa?
 
   Y él:
 
   - Una amiga
   - ¡Ay, menos mal! Creí que era otra madre... Bueno, ¿y qué estáis haciendo?
  - Pues nada, comiendo...
   - ¡Ah, muy bonito! ¡Yo todo el día encerrada en la cocina para que
 venga  una guarra cualquiera a comerse mis croquetas!
   - No, si ella no come, no le gustan...
   - Ah, ¿no le gustan? Mírala, qué fina...
   - Ahí me enfadé tanto que decidí hacerle caso a mi marido y
 convertir la  habitación del niño en el cuarto de la plancha.  Y me
 pongo allí a organizar  el altillo... sus libros, sus cómics, sus
 revistas porno... Y de  pronto, me
  dije: "¿A ver si las va a necesitar?"
 
   Claro, porque cualquier pretexto es bueno para ir a ver a tu hijo...
 
   Pero, de repente, encontré la excusa perfecta: su ajedrez del
 centenario del Real Madrid. Con el sacrificio que hizo para reunir
 las piezas, ¡que  estuvo un mes comprando el periódico...! Así que al día
 siguiente le llevé un  peón... Al otro, un alfil.... Al otro, una torre... Y él:
 
   - ¿Pero no me puedes traer todas las fichas a la vez?
 
   Y yo:
 
   - Ah... es que como te hizo tanta ilusión reunirlas por entregas....
 
   Y mi marido se hace el duro, pero también tiene sus sentimientos, eh?
 
   El otro día fui yo quien le pillé a él hablando con el niño fuera
 de  horario, y con una voz de angustia le
   decía:
 
   - Hijo mío... ¡mándame una croqueta...!
 
   Ahí me di cuenta de que me estoy pasando... Que hay un montón de 
 experiencias nuevas que vivir con mi marido. Así es que voy a empezar
 a  disfrutar de esta segunda luna de miel. Voy a ver si lo animo, y
 nos vamos  juntos a... llevarle la lavadora al niño. Y así el pobre
 prueba las  croquetas, que está tan flaquito que parece que el que se
 ha independizado  es él... ;)(Gracias, Alberto :** )
Autor: Desconocido