La Sección Oficial ha presentado este jueves dos propuestas diametralmente opuestas. A primera hora de la mañana se ha proyectado Devil´s knot, nombre que hace referencia a un lugar que cobra gran importancia en la película, porque allí es donde se ha producido el asesinato de tres niños. El título en castellano nos lo ahorraremos, porque es una especie de sucedáneo de La semilla del diablo, uno de esos títulos que revela parte importante de la trama. Esta película de Atom Egoyan se puede inscribir dentro del llamado cine de juicios y continúa con una trayectoria iniciada hace algún tiempo por el director canadiense que lo ha llevado hacia una narración más convencional cuando en sus primeros trabajos optaba por un cine más personal, el que le dio el marchamo de autor que tiene hoy en día.
Atom Egoyan
Esta película incluye ecos de esa obra maestra que es Exótica, pero, según ha aclarado el propio Egoyan, al tratarse de un hecho real ha querido dejar de lado la poesía y hacer una película mucho más realista. Resulta interesante esta reflexión sobre la culpabilidad (o más bien, la apariencia de culpabilidad), la condena de la masa, de la mayoría, sin necesidad de juicio ni pruebas y la duda razonable que ante una sentencia que puede concluir con la ejecución de una pena de muerte debería hacer reflexionar a más de uno antes de dictarla bajo tales circunstancias. Es de largo la película más convencional de la Sección Oficial, la más comercial o la que más se parece al cine de consumo de masas, y por tanto la menos premiable por un festival, pero sin embargo, curiosamente, es la más redonda de las que se han visto, la que no tiene puntos muertos y la que mejor está narrada, pero, como hemos dicho, es más que probable que se vaya de vacío.
Egoyan, muy expresivo en la rueda de prensa de Devil´s knot
Desde Bosnia Herzegovina pasando por Australia se ha proyectado For those who can tell no tales. Este filme dirigido por Jasmila Zbanic utiliza la anécdota de una turista australiana para reflexionar sobre uno de los episodios más trágicos y espeluznantes de la guerra de Bosnia. Se trata de un trabajo interesante, directo, que va al grano. Sus 77 minutos así lo atestiguan. Y sabe capturar el estupor, la impotencia y el dolor de esta viajera en el momento de ser consciente de las atrocidades que sucedieron en el hotel donde se alojó al pasar unos días de verano en el país balcánico.
Jasmila Zbanic, directora de For those who can tell no tales
En cuanto a las Perlas, una de cal y otra de arena. En el lado negativo la china Un toque de violencia, ganadora del Premio al Mejor Guión en el pasado Festival de Cannes. Se trata de un filme audiovisualmente fascinante pero en cuanto a contenido se presenta más complicado que complejo, embarullado y arbitrario en ocasiones. Entra por los ojos, sí, pero es complicado que llegue más allá.
Jia Zhangke presenta Un toque de violencia en el Victoria Eugenia
Ayer, en la última sesión de la noche, pudimos asistir a la que va a ser una de las películas del año: Dallas buyers club, del canadiense Jean-Marc Vallée, autor, entre otras, de las magníficas C.R.A.Z.Y y de Café de flore. Cuenta una historia situada a mediados de los años ochenta, en la eclosión de las infecciones por VIH que luego se convertían en SIDA y en los primeros intentos por controlar y tratar la enfermedad. En ese sentido tiene puntos en común con ese gran fresco que narró este proceso desde el punto de vista más general que es En el filo de la duda, pero en esta ocasión se centra en una figura en concreto, la de Ron Woodroof. El retrato de este curioso, por calificarlo de alguna forma, personaje que hace Matthew McConaughey es excelente, hasta el punto de cambiar completamente su aspecto físico. Su interpretación se une a otros grandes trabajos que ha realizado este año, como la maravillosa Mud, y está claro que va a depararle más de una alegría, incluida una merecida nominación al Oscar. No sabemos si se llevará a casa la preciada estatuilla, pero sin duda la merece. Parece claro también que Jared Leto le acompañará en la ceremonia de los Premios de la Academia, en otro trabajo que pone la carne de gallina. En cuanto a la película en su conjunto sabe cómo narrar un asunto de naturaleza tan delicada como el que trata con un muy sano sentido del humor, y de no ser por cierto decaimiento del ritmo cuando nos acercamos a los minutos finales estaríamos ante una obra maestra. Sin duda Jean-Marc Vallée es uno de los directores surgidos recientemente cuya carrera hay que seguir con atención.
Matthew McConaughey y Jared Leto en Dallas buyers club
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