La Stma. Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
Sería bueno que nos consagremos al Inmaculado Corazón de María pues de ella recibimos protección y consolación de todo lo que ocurre en nuestra vida y en el mundo. El acto de Consagración, es un momento en la vida de cada ser humano, en el que voluntariamente, ofrece todo su ser y sus circunstancias, a la Madre de Dios, para que a través de Ella lleguemos a Jesús nuestro Salvador.
La Consagración a la Virgen María es vivir en unión total con Ella para que podamos llegar a decir: Ya no soy yo quien vive en mí, sino Cristo Jesús quien vive en mí por medio de María. Por eso, un corazón consagrado a María debe confiar plenamente en Ella y dejarse llevar por Ella sin condiciones.
Tu Amigo, Daniel Espinoza
¡Consuela a mi Pueblo! Blog