Revista Talentos

¿Fiestas patrias o fiestas faranduleras?

Publicado el 07 agosto 2013 por Perropuka

¿Fiestas patrias o fiestas faranduleras?

La guardia de honor femenina en la plaza de Cochabamba (bolivia.com)


Si hay algo que me emperra en esta vida es el patrioterismo de este país acostumbrado a mirarse el ombligo, expresado en sus desfiles cada vez que toca recordar algún aniversario, al extremo incluso de “celebrar” la pérdida del mar con militares a la cabeza, marchando todos muy pulcros y muy orondos a paso de ganso, levantando la barbilla como si hubieran conquistado todo el planeta. Vocación que se va enseñando desde temprano a nuestros niños, como los bailes folclóricos. Al fin y al cabo, llegan a ser lo mismo: coloridos y multitudinarios, la diferencia es que uno es mas marcial que el otro. 
Menos mal que nunca he trabajado en instituciones públicas ni he pertenecido a ninguna grey de tal manera que me viera obligado a desfilar para demostrar mi civismo, patriotismo y tantos otros sentimientos que uno esta obligado a guardar por el simple hecho de haber nacido en esta tierra. Parafraseando a un bloguero, “sentir orgullo por el simple hecho de pertenecer a un  sitio por casualidad es estúpido, ya sea por haber nacido en Groenlandia o en la Patagonia, o por calzar un 42 de zapato, o por tener los ojos azules”. Me emperra que me digan, vía ordenanza oficial, que cada 6 de agosto debo sacar mi bandera a colgar del balcón o de la ventana. Seguro, pintarme la cara con los colores de la enseña o lucir una escarapela en el pecho me hace el más completo de los bolivianos y el más querendón de la patria. Ah, la patria, esa idea más vendida que chicles en la calle. El último refugio de los pusilánimes como alguien definía.
¿Celebramos qué?... el atraso en que estamos inmersos desde hace dos siglos. Que todos los países vecinos nos hayan fajado territorio. Que sigamos encabezando las estadísticas de pobreza, desnutrición y muerte materno-infantil. Que hayamos tenido el mayor número de presidentes en la región, ineptos en su gran mayoría. Que no hayamos ganado ninguna medalla olímpica. Que seamos el país campeón de las marchas y contramarchas. Que seamos una nación donde se bebe más alcohol per cápita que leche al año. Que rompamos records idiotas como la mayor cantidad de zampoñeros o charanguistas reunidos. Que estemos más preocupados de defender nuestras danzas dándole a la matraca en 70 ciudades del mundo al unísono. Que cada año sigamos expulsando migrantes por falta de oportunidades laborales. ¿De qué estamos orgullosos?
Como no podía ser de otra manera, felices estamos de ver que las fiestas patrias se hayan convertido en expresiones faranduleras en vez de continuar trabajando. Insólito es este país, con dos aniversarios de independencia. Una, la tradicional, del imperio español. La otra, la plurinacional, del imperio del capitalismo. Nos gusta declarar feriados por todo y por nada. Como este año, que el feriado caía martes pero creativamente se decidió adelantar desde el lunes estableciendo horario continuo. País de holgazanes e indolentes somos, empezando por los gobernantes que de todas maneras igual gozan de viáticos y el sueldo entero. Si todos fuéramos burócratas estatales no habría problema. Bien pagos, nos dedicaríamos a hacer turismo, como ellos.
Ah, muy cojonuda fue la idea de rotar el desfile patriótico cada 6 de agosto. Para que el pueblo se sienta más próximo a sus gobernantes, afirman sus vivarachos creadores. Esta vez tocó a Cochabamba, como si no fuera suficiente que todo el año nos hayan jorobado la paciencia con concentraciones políticas de toda índole. Mucho me enorgullece ver la jeta de los principales mandatarios, ministros y parlamentarios que dizque vienen a sesionar solemnemente en nombre de la patria. En nombre de la tranquilidad agradecería que todos se fueran a su casa o se quedaran a sesionar en la Asamblea Nacional, que para eso está. Ya es oneroso que se trasladen en avión 157 personas (parlamentarios), amén de todos los burócratas importantes del gobierno, incluyendo los chambelanes del Palacio Quemado y funcionarios de protocolo encargados de tender la alfombra roja para Su Majestad.
Como suponíamos, Evo el Austero, felicísimo monarca del Sacro Imperio Romántico Plurinacional Andino-Amazónico se trajo a todo su séquito desde La Paz. Debemos agradecerle que haya madrugado para venir a izar la bandera en la Plaza de Armas al son del himno nacional, donde descubrimos que nuestras autoridades no se sabían toda la letra(que es muy larga), salvo los soldados. Le agradecemos también que haya encargado a sus brujos de cabecera efectuar sahumerios y conjuros en el salón principal de la Gobernación para que nuestro gobernador se inspire de una vez y deje de languidecer, que para hacer gestión se le ha elegido, no para ser buena persona. De buenas intenciones y personas, está lleno el mundo.
En lo que sí brilló nuestro gobernador departamental, fue en preparar el almuerzo para S. E. y otros quinientos invitados, quienes gozaron de la abundante oferta gastronómica valluna. Al ritmo de la música del que se dice es el más importante grupo folclórico boliviano.  Cuesta imaginar que artistas que se han paseado por medio mundo, labrándose durante décadas el prestigio, ahora se hayan prestado a ser bufones de la nueva monarquía. Por un momento creí recordar las estampas medievales donde los reyes y sus cortesanos hincaban el diente en numerosos manjares mientras los juglares divertían a todos los presentes. La escena es calcada, salvo que ahora se acostumbra usar cubiertos y servilletas para guardar las apariencias. Y lo más desagradable de todo, es que hayan tenido el mal gusto de televisar el ágape lujoso para que los pobres de todo el país los contemplen salivando. Tienen razón, estamos viviendo una nueva era, la Era del MedioEvo.
Mientras tanto, ¡viva Bolivia!, la paisajística, claro está.

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