La sabiduría tradicional de los guerreros japoneseses una guía espiritual para la vida cotidiana
Isabel del Río e Iván López
El maestro Jocho dio un día esta máxima a su yerno Gomojo: «Ahora es la hora, y la hora es ahora».Tradicional japonés
Cuando pensamos en Japón, la imagen que acude a nuestra mente es la de una lucha continua entre el mundo espiritual y el físico que, al final, fluyen con naturalidad por el mismo río. Templos que se alzan en medio de ciudades modernas de altos rascacielos, extraños personajes que parecen sacados de un manga, junto a la misteriosa belleza de las geishas. Y, en medio de la batalla, encontramos a los legendarios guerreros y su inamovible código: los samurái y el Bushido.
EL CAMINO DEL GUERRERODesde los inicios de la historia, la humanidad ha mirado a las estrellas, a la naturaleza que lo rodeaba y a su interior, preguntándose el porqué de su existencia, buscando dioses que contestaran la incógnita del sentido de sus vidas. La filosofía que humildemente tratamos de exponer en estas páginas es una de las muchas respuestas a este enigma que a todos nos inquieta, un do, un camino, un método que nació en un Japón muy distinto al que podemos visitar en la actualidad.
UN POCO DE HISTORIALa imagen que podemos tener de un samurái es la que películas o mangas nos han presentado: el espadachín, en algunas ocasión el ronin —samurái sin amo— que vaga buscando redención o venganza. Pero originalmente, los samurái estaban relacionados con el caballo y el arco o la lanza. Fue durante una época de más paz y bonanza, cuando la espada adquirió la relevancia que hoy le conferimos.La época dorada del samurái fue en un periodo de gran inestabilidad, cuando los clanes no dejaban de batallar por hacerse con el poder y el control de las tierras. Durante este periodo, llamado Sengoku, el liderazgo estuvo en manos de la élite militar, hasta que en el s. XVII se instituiría el shogunato Tokugawa de mano de Tokugawa Ieyasu.Fue en esta época cuando se perdió el esplendor del samurái y se redujeron sus privilegios. Un poder militar que desaparecería en la Restauración Meiji del s. XIX, cuando el Emperador retornaría a la cabeza del gobierno.Históricamente, el estatus de samurái se heredaba de padres a hijos, y éstos, desde pequeños, eran adiestrados para servir con honor y rectitud. De esta manera, los hijos de samurái no sólo aprendían a luchar, sino también la filosofía que les guiaría en la vida.
EL CÓDIGO DEL SAMURÁI
No tengo parientes. Yo hago que la Tierra y el Cielo lo sean.No tengo hogar. Yo hago que el Tan T'ien lo sea.No tengo poder divino. Yo hago de la honestidad mi poder divino.No tengo medios. Yo hago mis medios de la docilidad.No tengo poder mágico. Yo hago de mi personalidad mi poder mágico.No tengo cuerpo. Yo hago del estoicismo mi cuerpo.No tengo ojos. Yo hago del relámpago mis ojos.No tengo oídos. Yo hago de mi sensibilidad mis oídos.No tengo extremidades. Yo hago de la rapidez mis extremidades.No tengo leyes. Yo hago de mi auto-defensa mis leyes.No tengo estrategia. Yo hago de lo correcto para matar y de lo correcto para restituir la vida mi estrategia.No tengo ideas. Yo hago de tomar la oportunidad de antemano mis ideas.No tengo milagros. Yo hago de las leyes correctas mis milagros.No tengo principios. Yo hago de la adaptabilidad a todas las circunstancias mis principios.No tengo tácticas. Yo hago del vacío y la plenitud mis tácticas.No tengo talento. Yo hago que mi astucia sea mi talento.No tengo amigos. Yo hago de mi mente mi amiga.No tengo enemigos. Yo hago del descuido mi enemigo.No tengo armadura. Yo hago de la benevolencia mi armadura.No tengo castillo. Yo hago de mi mente inamovible mi castillo.No tengo espada. Yo hago de mi No mente mi espada.
GUERRA Y DIOSESLlegar a ser samuráiimplicaba un largo camino y adoctrinamiento, en el que aprendían a superarse y enriquecerse, honrando a sus antepasados, maestros y señores feudales. Los samurái eran entrenados mental, física y espiritualmente desde niños. Entre sus enseñanzas se encontraba el camino del guerrero, una filosofía donde lo divino jugaba un papel de suma importancia.
EL ALMA DEL SAMURÁI
Si recurrimos a una fotografía mental, la imagen que tenemos de los samuráies la del espadachín acompañado de dos sables y su hakama —pantalón largo que, en un primer momento estaba destinado a proteger las piernas, y más adelante se convertiría un símbolo de estatus—. Dentro de su credo, la espada siempre tuvo una relevancia fundamental.Según los samurái, su alma estaba contenida en la espada, con la que vencían a sus enemigos y practicaban la muerte ritual o sepuku, si era necesario. Por ello, le rendían respeto y la consideraban su posesión más valiosa. En la era feudal, sólo los samurái podían llevar armas y estos no se desprendían de ellas bajo ninguna circunstancia.Al nacer un samurái, se colocaba una espada en su cama, imagen que se repetía en su muerte y a lo largo de su vida, puesto que dormían con ellas.Su carácter sagrado empezaba en la forja, donde los artesanos realizaban un estricto ritual con cada una de ellas: vestían kimonos blancos, ayunaban y escribían plegarias a los dioses, ahuyentando a los malos espíritus. Pues al final, una espada no sólo contenía el alma del guerrero que la empuñaba, sino también parte de la de aquel que la había creado.
EL BUSHIDOEn sus inicios, la filosofía del samurái se basaba en el Kyuba no Michi, la vía del caballo y del arco, el cual se convertiría más adelante en el Bushido. El fin último de este código era que el samurái estuviera preparado para actuar en el aquí y el ahora, sin temer a lo que pudiera ocurrir, aceptando la muerte como un paso más de su existencia.“La vida de un samurái es como la flor del ciruelo, bella y breve. Para él, como para la flor, la muerte es algo natural y glorioso”.Una de las imágenes más bellas de Japón son los ciruelos y cerezos en flor. Un momento de celebración y festejo que termina cuando éstas se desvanecen para ser dispersadas por el viento. La sakuraes un símbolo del país nipón y, al mismo tiempo, una metáfora de la brevedad de la vida, donde un instante de esplendor da lugar a la inevitable caída de sus pétalos. Es por este motivo que la filosofía del samurái ve en la sakurasu emblema. Las flores del ciruelo y del cerezo son la imagen perfecta de la vida y de la muerte del guerrero: vivir el momento, conscientes de que la existencia es transitoria y hermosa, aceptando que tiene un fin y que éste puede llegar en cualquier momento.La esencia del camino del guerrero está en vivir cada día como si fuera el último. La vida es fugaz y hay que vivir en el presente.
EL LIBRO DE LOS SECRETOSEl Hagakure o Libro de los secretos de los Samuráis es el primer libro donde podemos encontrar el código de los samurái a través de una serie de pensamientos, historias, recuerdos y preceptos que su autor, Jocho Yamamoto, recogió y aunó en sus páginas.En esta pequeña joya clásica, Yamamoto nos habla de las limitaciones humanas, en especial de su ignorancia, y dirige al individuo, a través de una serie de normas, para que se convierta y actúe como un samurái, superior espiritual y moralmente al resto de hombres.
EL ARTE DEL SAMURÁIUna de las facetas menos conocidos de estos guerreros-filósofos era su capacidad para apreciar la belleza de lo efímero e imperfecto. Este aspecto casi desconocido de los samurái se iniciaba en su adoctrinamiento, puesto que entre sus prácticas diarias se encontraban distintas actividades artísticas, como la música o la caligrafía. Su dominio de la estética y la literatura dependía de su rango, pero todo samurái era instruido en ellas.Fue tal su interés por el arte que, algunos llegaron a la historia por sus grandes aportaciones en este campo. Entre ellos podemos encontrar a Toyotomi Hideyoshi, a quien debemos el arte de la ceremonia del té.
EL LIBRO DE LOS CINCO ANILLOSEl Go Rin No Shoes una obra escrita por el legendario samurái Musashi Miyamoto, quien expone las bases del camino vital que ha de guiar al guerrero, o Bushi, persiguiendo el conocimiento, la eficacia y la libertad de espíritu.En los cinco libros que componen la obra de Musashi encontramos un mensaje que sigue las aguas del Tao, dedicando cada uno de ellos a uno de los elementos que forman todo cuanto existe:
La Tierra es la base de todo,el Fuego la energía,el Agua da la viday el Viento el movimiento.Pero el Vacío es la esenciade los Cuatro Elementos.
- Evita los pensamientos deshonrosos y la crítica.
- Entrena y practica a diario.
- Estudia todo tipo de artes y conocimientos.
- Desarrolla el juicio intuitivo y la percepción más allá de los sentidos.
- Presta atención a los detalles.
- No dediques tiempo a cosas o pensamientos inútiles.
Isabel del Río e Iván LópezPublicado en la revista Integral nº 430