Revista Talentos

Final feliz

Publicado el 23 noviembre 2019 por Aidadelpozo

Con las primeras notas de " Feel so close", de Calvin Harris, te descubrí en la barra del local de moda con el que acababa de estrenar mi "noche de soltería perversa". Así la habíamos bautizado Sana, Luci y yo, cuando anuncié con un grito de victoria que al fin Marcos había accedido a firmar los papeles del divorcio. Un cheque por la mitad del valor de la casa y nuestro gato Lucas, eso era lo que yo quería y eso era lo que el cabronazo de Marcos me negó hasta aquel día, en que llegamos a un acuerdo. Los muebles, la casa y toda la mierda que contenía eran para él, pero mi Luki era mi Luki. Hasta aquella tarde mi corazón mantenía una lucha con mi cabeza sobre si me rebajaba a rogarle que me dejase quedarme con él o darle una patada en los mismísimos huevos si no me daba a Luki. Menudo mamarracho. Finalmente, a cambio de irme de la casa el mismo día en que firmásemos el divorcio, accedió a que me quedase con el gato.
Y así, con ganas de desparramar por haberme librado de aquella ameba con pene, cogimos el coche y nos pusimos en modo " divine" para quemar Madrid. La noche era joven, yo dormiría por primera vez en mi recién estrenado pisito de divorciada y Lucas y mis hermanas de locuras estaban a mi lado. ¡En modo perversión...!
Pedimos unas copas y recuerdo que pensé en que el Dj estaba mal de la pelota cuando el siguiente tema que pinchó fue " Calma", de Pedro Capó. Lancé una carcajada y en ese momento nuestras miradas se cruzaron. Estabas con un grupo de amigos y Luci, que no se corta ni un pelo jamás, mencionó algo de un calipo entre la risa nerviosa que caracteriza a Sara cuando intenta ponerle el freno a nuestra amiga. Debió ser cuando me giré hacia Luci para que me contara por quién iba lo del calipo, cuando me sorprendiste con una palmadita en el hombro. Miré y ahí estabas con tu sonrisa profidén para invitarme a bailar en la pista. No pude evitar sonreírte del mismo modo cuando comenzó " Ritmo", de The Black Eyed peas y J. Balvin, justo nada más poner el pie en ella. Alcé los brazos y comencé a bailar como una loca. Reímos. Me seguiste el rollo. Sara y Luci se pusieron a hablar con tus amigos y yo disfruté de la pista como si no hubiera un mañana. Y así, al compás de " Cristina", me descubrí comiéndote la boca.
No tengo ni idea de cómo sucedió, pero una canción llevó a tus manos en mi culo, la siguiente a mi cuerpo pegado al tuyo y la siguiente a abandonar la pista y a pedir las llaves del coche a Sara... Justo un minuto antes te pregunté cuál era tu nombre. Gérard... Ya en el coche, tú, yo y la radio. Sonaba " Final feliz", de Danna Paola. Muy apropiada... Hacía tiempo que no disfrutaba de ese sabor dulzón que tanto me gusta. Mi exmarido era tan rancio que se me quitaron las ganas de comérsela mucho tiempo atrás. Acabaste y sonó mi móvil justo en el momento en que hundías tu cabeza entre mis piernas para que yo también tuviese mi final feliz como premio al tuyo.
Al otro lado de la línea Sara gritaba.
-¡Marta! ¿¿Todo ok??
-Tranqui, todo de lujo. -jadeé.
-¿Tienes para mucho? Venga, regresad ya, que a Luci le ha dado un amarillo.
-Joder con Luci. ¡Que no fume si no sabe! Tengo para dos más por lo menos. Deja de tocarme los ovarios, nena... Ahhh... ¡Para un poquito!
-¿Es a mí? -preguntó Sara.
-No, es a Gérard.
-¿Gérard? ¿Es inglés?
-Es cubano...
- ¿Cubano? Pero si es rubio y tiene los ojos verdes. ¡Si parece vikingo!
-Pues... ahhh... Mmmm... Es cubano y se llama como su padre.
-¡Te está comiendo el...!
-¡Moño! Sara, bonita, ve a ver a Luci, que yo regreso en... un... ratito...

Hace tres meses de aquella primera noche loca. Desde ese día hemos tenido más noches como esa, sin compromiso y muy húmedas. Algunas perversas, otras rosa chicle. Unas en mi casa, con Luki saltando sobre la cama justo en el momento en que Cuenca está más cerca del cabecero; otras en la tuya con Bosco, tu pastor belga, observándonos curioso a los pies de la cama. Todas sin promesas, pero con mucha complicidad. A veces nos hemos quedado charlando hasta el amanecer y un café con leche en el desayuno nos ha recordado el buen rollo que tenemos y las pocas ganas de que eso cambie. Y luego, nos despedimos sabiendo que si descolgamos el teléfono semanas después, caerán de nuevo unas copas y un par de buenos polvos. Sin prisas por volvernos a ver, sin los putos reproches ni los putos celos que todo lo envenenan. Así, solo con ganas. Simples ganas, dulzonas, medio perversas, medio rosa chicle...


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