Aún muy afectado por la pérdida de Lou Reed, he decidido transcribir un ensayo de su puño y letra que publicó la revista Efe Eme el 4 de Febrero del año 1999 en su cuarto número, traducción de Toni Torregrossa. Se trata del primer texto que hizo antes de su debut en solitario, entonces trabajaba de mecanógrafo en la empresa de su padre por 40 dólares a la semana. Fue gracias a Robert Somma, director de una publicación de cultura y rock, que dió con él y le incitó a publicar sus versos y ensayos. Lo primero que salió de su pluma fue este ensayo titulado "Fallen knights and fallen ladies". En él desfilan Brian Epstein, Brian Jones, Jimi Hendrix, y Janis Joplin, cuyas muertes eran recientes en aquella época, y de los que Lou Reed se sirve para dar su perspectiva respecto al mundo del rock. Un texto largo pero que no tiene desperdicio, y con el que podréis estar de acuerdo o no, pero si que da ciertas claves que marcarían su carrera posterior, su relación con la fama, y posiblemente su supervivencia a lo largo de tantos y tantos años.EL OCASO DE LOS CABALLEROS Y LAS DONCELLAS (1)Por Lou ReedA la edad en que la identidad constituye un problema, algunas personas se unen en bandas de rock and roll y actúan para otras personas que comparten esas mismas dificultades. La diferencia de edad entre intérprete y espectador en el rock no suele ser grande. Por desgracia, los de la cuarta fila están convencidos de que aquellos que ocupan el escenario saben más cosas que ellos. Lo cual no es cierto. Sencillamente se requiere un ego muy firme para permitir que a uno se le quiera por lo que hace más que por lo que uno es, y aun mayor para caer para caer en la cuenta de que uno es lo que hace. El cantante tiene su alma pero no se siente amado fuera del escenario. O, peor todavía, siente que sólo brilla sobre el escenario y fuera de él se siente marchito, la más común de las flores del jardín. Sin embargo somos todos tan comunes como copos de nieve, ¿no es cierto?Brian Epstein construyó un imperio, pero vivió suficiente para tener mucho tiempo a su disposición. Aquellos que detestan el régimen laboral de nueve a cinco no conocen las ventajas de que gozan. Domina la mente y la protege de sí misma. Suaviza el ego. Esto es lo que hago. Tengo una familia y me ocupo de ella. Cuando uno dispone de tiempo libre intenta disfrutarlo, aunque sólo sea por su escasez. Somos una especie que necesita trabajar. Brian Jones murió por falta de trabajo, y Janis Joplin y Jimi Hendrix por exceso del trabajo equivocado.Recuerdo bien los primeros días de los Beatles. No fue mucho tiempo después de que la fuerza policial de la ciudad que albergaba la gran universidad del Este en la que yo estaba me solicitase que abandonara la población mucho antes de graduarme debido a diversas operaciones clandestinas en que se me suponía implicado. En aquellos tiempos pocas personas llevaban el pelo largo, y aquellos que lo llevaban se identificaban los unos a los otros, cuanto menos, como buen tipo y fumador de marihuana. Por aquel entonces estaba yo reuniendo pruebas médicas a fin de evadirme de la mili cuando llegaron los peludos, con sus fotos en los escaparates y sus discos en sus gramolas allá donde los poetas locales fruncían el ceño y se leían folios unos a otros, donde los más maduros y sofisticados habitantes de la ciudad iban al acecho de inexpertos jóvenes y donde yo a menudo acudía a beber solo a la salud de la última frustración de la semana. Era el mundo de Kant y Kierkegaard y las polémicas metafísicas se alargaban hasta bien entrada la noche, y fue a este mundo al que vino la música de los Beatles, primero como novedad, después como estilo, las botas de tacón español, los cortes de pelo con flequillo, los acentos (tan deliciosos, murmuraban embelesadas las chicas a sus colegas norteamericanas calzadas con botas impermeables), un estilo que habría de proliferar y finalmente dominar los años sesenta.Por este tiempo acababa de adentrarme en el mundo de las drogas de la mano de un negro de cara hundida cuyas facciones se dividían en dos secciones (como una casa de dos niveles) que se llamaba Jaw. Jaw (Mandíbula) me pasó la hepatitis de inmediato, lo cual es patético y risible a la vez, considerando que escribí una versión ampliada de esta experiencia en forma de canción. En todo caso, su mala sangre puso fin a mis malogradas excursiones y en consecuencia templó cualquier entusiasmo que pudiera tener por la música pop del momento. Los Beatles eran inocentes del mundo y sus maldades, pensaba yo, a la vez que dejé de poseer esta virginal visión. Después de todo había adquirido una ictericia.
Esta visión del mundo no obstante se desvaneció, y mientras mi mente y mi hígado me libraban del ejército, yo también bailé al son de los Beatles. ¿Se habría dado cuanta Brian Epstein de lo que habría desatado en el mundo? ¿Fue él quien había ató su cometa a la cola de los Beatles o fue viceversa? ¿Se trataba de un negocio seguro que cualquier idiota habría podido montar a pesar de su pobreza o era toda la empresa un plan de confabulación (Diez discos en los diez principales a la vez!)? Nunca lo sabremos, y si lo saben John o Paul, no parecen querer hablar de ello.Si Brian Epstein no tuvo en realidad nada que ver con el éxito de los Beatles, resulta más fácil comprender su muerte. Lo vemos inútil, sintiéndose, quizás, el peón de las circunstancias, a las que él no habría contribuido con su verdadera aportación de carburante. Sintiendo que no tenía nada que dar. Después de todo lo que hizo, en su autobiografía, se describe como un ser apagado, que sólo tomó vida a través de ellos. ¿Acaso no había fracasado como actor? Lo recuerdo en el viejo programa de televisión Hullaballoo con un aspecto pálido, triste y fuera de lugar. ¡Tan callado! ¿Era éste el magnate genial, el sucesor del Coronel Parker, el nuevo Barnum?Quizás era el genio que algunos dicen, que invertía su tiempo en intrincadas y espléndidas maquinaciones, tramando y siguiendo la pista de nuestros ídolos para que en su momento resplandecieran sobre todas y cada una de nuestras cabezas. Si fue un gran hombre de negocios, que expresaba su voluntad a través de cuatro músicos, que imbuía honestidad e integridad a un negocio otras veces turbio, ¿Cómo sufriría cuando los Beatles decidieron no hacer más giras? ¿Qué le quedaba después de dos películas y ninguna gira? Sin reuniones organizativas, estrategias, planes, ni proyectos. ¿Quedaba uno eternamente condenado a estudiar monstruosos manuscritos, rezando para encontrar las palabras sagradas, para resucitar de nuevo la emoción, la gloria y el poder?¿O pasas el tiempo revoloteando de fiesta en fiesta, de continente en continente, experimentando con esto o aquello, saboreando los frutos de los esfuerzos realizados, pero sin esforzarse ya nunca más? ¿Acaso encuentras nuevos grupos como Gerry and the Peacemakers, The Cyrcle, Cilla Black? Sólo hay un grupo. Y éste no quiere actuar.Lo más revelador de él es una historia que oí y que pudiera ser verdadera o no. En su mansión, Brian Epstein sólo tenía criados españoles, ninguno de los cuales sabía hablar inglés. Consideremos esto como un ejemplo de discreción para todos nosotros. Después de los Beatles llegaron los Stones, y de los Stones nadie podría dejar de fijarse jamás en Brian Jones con su engreído carácter de Piscis, sus aires de enterado, sus enfermizos ojos de pez, su increíble ropa, esos magníficos pañuelos, el Brian siempre en la vanguardia de la moda, el Brian perfecto. ¿Cómo podía Brian tener asma, una enfermedad psicológica (se dice) y desde luego algo muy raro para un grupo de rock and roll? Leímos en entrevistas que Brian se consideraba el verdadero líder de los Rolling Stones, posición que ostentó hasta que su gira americana hiciera destacar a la figura de Mick en virtud de su impacto en los corazones de las mujeres norteamericanas.