Fleming (2)

Publicado el 12 febrero 2020 por José Ángel Ordiz @jaordiz

-Esto es una injusticia, jefe. Teo y yo a trabajar más que antes y ellas, Irina y Blanca, tan secretarias como nosotros en este tinglado que has montado, a lo suyo, a lo de siempre, como siempre.

-Tiene razón Rogelio, señor José.

-Menudo par de besugos. ¿Quién trae dinero a este remanso cibernético presidido por el juicio y la cultura? Irina con sus clases de ruso y chino mandarín en ese colegio para vástagos de personas ricas. ¿Quién nos alimenta? Blanca y sus cocidos. ¿Pretendéis acaso que sobrecargue aún más sus espaldas con lo que nos vaya llegando de la Editorial Fleming? No, nada de eso mientras yo sea el jefe. Podéis, eso sí, renunciar a vuestros cargos respectivos, pero pensad antes en la intemperie y el hambre aunque tan besugos demostréis ser. Disponéis de cinco minutos para reflexionar. Cerraré los ojos y si estáis en este despacho y secretaría a la vez dentro de trescientos segundos a callar y a satisfacer mi nueva encomienda. Cierro los ojos y pongo el cronómetro en marcha.

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-Jefe. ¡Jefe!

-Ah, hola, Rogelio, qué tal, ¿ves o no ves?

-Borroso, pero sí, ahora mismo veo, después no sé.

-Se ha quedado usted dormido, señor José.

-Ah, hola, Teo, ¿qué tienes ahí?

-Lo primero que nos ha llegado de la Editorial Fleming.

-De algo me suena a mí esa editorial que mencionas. ¿De dónde es?

-De Villanueva y Geltrú, Barcelona, bien nutrido e hidratado su fundador, , según nos ha comentado usted mismo.

-Ah, sí, de eso estábamos hablando antes de cerrar yo los ojos. Pues venga, a trabajar.

-¿Por dónde empezamos?

-Por el principio, mentecato, por el principio.

-¿A qué principio concreto se refiere?

-Puedes elegir entre el Principio de sustentación del ala de un avión y el Principio de incertidumbre de Heisenberg.

-Por la enfermera, Teo, por la enfermera, hazme caso a mí, que el jefe está muy perjudicado.

FELICITAS REBAQUE (coeditora de Masticadores de Letras-España)

"¿Qué me llevó a escribir? Aunque la respuesta sea tópica y típica de los que andamos en estas lides, he escrito desde siempre, esa es la verdad. Desde que pude manejar la caligrafía después de pasar por los cuadernos de Rubio. Pero fue la lectura la que me llevó a escribir historias. Mi afición por la lectura comenzó desde muy niña. Primero fueron los cuentos infantiles de siempre, después los de hadas que por entonces salían semanalmente en los quioscos y que una de mis tías me compraba. Más tarde leí todo lo que caía en mis manos, como aquellas novelitas del Oeste de Estefanía que a mi abuela le encantaban. Luego descubrí al Principito, a Alicia en el País de las Maravillas, a David Copperfield, después las obras de los clásicos y tras ellos llegaron todos los demás. A través de la lectura me llegó la escritura. Mis primeros textos fueron las redacciones del colegio, luego comencé a escribir cuentos que guardaba en una carpeta azul. En mi adolescencia"Estudié en un colegio de monjas y siempre estaba castigada porque hablaba mucho. Se hizo costumbre, durante los nueve años que permanecí en ese colegio, que me mandaran a una esquina en solitario, y desde la esquina aprendí a observar a los demás. De niña montaba dramas por las noches cantando canciones trágicas que me inventaba. Escuchaba a mis padres decir desde su cuarto: Ay, la niña ya empezó a cantar... Siempre fui muy sensible y cualquier cosa me llevaba al punto de las lágrimas. Y siempre tuve gran amor a las letras. Leí a Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Miguel de Unamuno, Isabel Allende, John Grisham y otros. Más a Isabel que a ninguno. Escribí cuentos y poemas en mi adolescencia. Después dejé de escribir durante muchos años por motivos laborales. Cuando tuve que retirarme forzosamente, un amigo me recomendó que escribiera de nuevo. Eso hice, abrazar a mi viejo amor. Estudié Derecho y Trabajo social y mientras ejercí ambas profesiones pude observar de cerca la naturaleza humana, lo que me da mucha tela para cortar cuando escribo" escribí una novelita de amor juvenil que fui leyendo, por capítulos, a mis compañeras de colegio, pobres. Desde entonces, nunca he dejado de escribir, "Creo que me llevó a escribir el haber encontrado, de muy chica, un cuaderno Rivadavia de tapas en escocés, rojo, azul y blanco, y ver en aquellas hojas garrapateadas las letras de mi padre con el título "Para mi hija". No sabía aún que lo que me reconcomía era no poder preguntarle a nadie debido a mi timidez brutal. Entonces, lo que callaba en preguntas lo ponía en el papel, y aún hoy sigue siendo para mí una necesidad. Creo que al escribir construimos puentes, infinidad de puentes. Cada lector cruzará, quizá, uno distinto. De aceptación o aversión, de complicidad o enemistad, de comprensión o desajuste. Yo me doy por más que satisfecha con que el lector sienta algo al cruzar mis puentes. Autodidacta y seguidora de los consejos de don Jorge Luis respecto a leer lo que nos gusta,"Esta colección de relatos inéditos será mi último libro". "¿Hay algo seguro en esta vida?". "Su nombre final". "Tienes futuro, muchacho, tienes futuro". "Lo mismo me dice a veces el señor José". "No me hables de él. Nunca me he llevado bien con ese tipo". aprendí a fuerza de golpes que se podrían haber evitado. Como dijo aquel que lo dijo: "Un listo sale airoso de situaciones en las que un inteligente nunca se hubiera metido". Quizá por eso me considero una aprendiz, y ojalá nunca pierda esa condición, esa curiosidad" aunque he tenido periodos en los que la escritura pasó a un segundo plano. Mi trabajo como enfermera y mi familia absorbían todo mi tiempo. Pero esos años alimentaron mi creatividad. Para escribir hay que vivir, escrivivir, como dice un buen amigo mío. Y leer, por supuesto"

MEL GÓMEZ (coeditora de Masticadores de Letras-USA)

DIANA GONZÁLEZ (editora de Masticadores de Letras-Latinoamérica)

JOSÉ ÁNGEL ORDIZ (entre dos mundos, o más, sin pertenecer a ninguno)

-El puñetero Ordiz...

-¿Puñetero?

-Nunca me he llevado bien con ese tipo.

-Eso es pernicioso para la salud mental, señor José.

-Lo sé, Teo, lo sé. Que diga algo y que se vaya.