Flinch es color verde botella. Ya no me acuerdo de la historia pero cada vez que la escucho me inunda esa tristeza vieja que ya ni siquiera es mía y todo se vuelve verde. Era el día que me quitaron las muelas del juicio, mi cara estaba hinchada y fue la última vez que nos vimos en esas condiciones de cordialidad y relativa cercanía. Como tenerlo 2 kilómetros adelante, sabiendo que aunque vislumbrase su difusa silueta, simplemente ya no era mío. No había conocido un sentimiento que calase con tal fuerza como el oscuro vacío de la desolación. Tener que tragarte completo el amor y el deseo por convertirse ambos en sentimientos huérfanos como los calcetines que tienes que desechar porque han perdido su par en algún lugar de la lavadora o la ropa sucia y no hacen ningún sentido sin el otro.