Florecidos
campos,
extraña
siembra,
que
deseas cosechar campesino?
Restos
de lo que alguna vez saboreo este aire,
solo
restos,
enterrados
cuidadosamente en árida tierra,
has
recogido esto por los caminos de la locura
o tú
eres el encargado de semejante carnicería?
No
hay sonido que quiebre el silencio,
desértica
tierra bañado en rojos hilos de sangre,
cuervos,
grises
y ensangrentadas manos de un campesino que trabaja bajo el sol.
El
recorrido repugna,
cuervos
que dibujan algo en ese cielo
que
se ve en llamas.
Vapores
que golpean fuerte,
una
tierra que no desea ser tocada.
Esas manos,
despedazan
algo que pareciera ser un cuerpo,
riega
los surcos con sus negros interiores,
mira,
ríe,
señala.
Comienza
a arder esta parte,
carne
quemada,
mis
pies,
los
cuervos que asechan,
ahora
atacan,
me
elevan,
sus
picos clavados en todo mi cuerpo.
Alto,
vuelo
muy alto,
puedo
contemplar la sangrienta cosecha del campesino
el
observa y ríe, no habla.
las
aves me abandonan en el aire,
caigo
sobre esas grises manos,
el
hedor es insoportable,
muere
mi alma,
el
miedo corta mi garganta.
Soy
agua para aquella siembra,
soy
parte de ella,
soy
tierra árida,
soy
nada y alimento a la vez,
un cuervo más,
asechando.
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