
Un recorrido de altibajos que tal vez, sólo por los ascensos, merezca más la pena que el tedio de la planicie insulsa, sirviendo de recordatorio de la altura para iniciar de nuevo el ascenso cuando nos toque estar en las profundidades, aunque hayan sido paradójicamente esos pisos de más, los que nos hagan ver más profundidad en el sótano.