Merced a su posición privilegiada, custodiando el cruce de dos de las principales arterias de Madrid, la Diosa Cibeles ha visto y sufrido en primera persona toda clase de avatares. Acostumbrada ya a cualquier tipo de sorpresa, incluso ella se tuvo que frotar sus ojos de mármol cárdeno al ver como la bordeaban una hilera de inmensos elefantes.
Esta fotografía, cuya identidad de su autor no he podido encontrar, fue realizada en 1950. Para entender lo que está sucediendo en la escena toca transportarte a una mentalidad y un concepto del ocio diferente. En aquellas fechas la llegada del circo a las ciudades, en este caso Madrid, era anunciada a bombo y platillo, se convertía en un acontecimiento de máxima difusión ya que tanto niños como adultos aguardaban el instante con impaciencia.
Aquella época dorada del circo venía, en ocasiones, acompañada de notables acciones de lo que hoy llamaríamos marketing. En esta ocasión, un desfile de elefantes que seguramente organizó un buen jaleo en el incipiente tráfico madrileño para anunciar la llegada de este sonado espectáculo, el Circo Americano, a la ciudad.
La primera ocasión que me topé con esta foto me sorprendió de forma notable. Me enamoró la parsimonia con la que parecen caminar los paquidermos, ajenos de ese entorno hostil por el que deambulan. Hasta edificios de corte serio y refinado como el Banco de España parecen esbozar una sonrisa ante la insólita estampa que se acomete a sus pies. Imagino que la cara de estupor de los peatones y conductores que se vieron sorprendidos por esta visita tampoco debió tener desperdicio. La magia de esta foto es que más de medio siglo después sigue provocando las mismas reacciones.
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Fotos antiguas: De camino a la felicidad