Fragmento de la novela de terror: "EL VISITANTE MALIGNO"

Publicado el 25 septiembre 2016 por Fesb2011 @visitantemalign


Fragmento de la novela de terror: “EL VISITANTE MALIGNO” de Fernando Edmundo Sobenes Buitrón
SOLO PARA ADULTOS
“—«Qué paradoja— Pensó— La Biblia dice con claridad que no se adoraran imágenes de ningún tipo. ¡Qué contradicción!»
Caminó por el pasadizo central, a lo largo de ese corredor testigo de la fe de muchas personas que acudían a poner su esperanza y sus ilusiones en la religión. ¡Cuántas ceremonias se habían realizado en ese lugar!; ¡cuántas bodas, bautizos, confirmaciones, comuniones y demás se habían llevado a cabo en ese recinto! A veces por las noches le gustaba estar allí; y así, rodeado por el silencio, se colocaba en uno de los asientos con las luces apagadas y le parecía escuchar el murmullo de las oraciones y las súplicas al Señor que ahora le causaban tristeza y desilusión.
—« ¡Pobre gente!—recapacitó— ¡Qué engañados y manipulados! y yo tengo mucho que ver en eso.»
…era el párroco del pueblo desde que se inauguró. En un comienzo; realizaba las misas y daba sus sermones apegado a todo lo que había aprendido en el seminario. No razonaba y su fe era inmensa. El amor por Dios y su Iglesia le nublaban los sentidos impidiendo que fuera capaz de ver más allá. De ser capaz de entender lo que había detrás de todo. El gran negocio; la gran estafa que venía desde El Vaticano, no eran para él. Estaba harto y lo que colmó su decepción fue ese “experto”; el especialista nombrado desde las más altas autoridades del poder, para ejecutar las expulsiones demoníacas.
— ¡Qué estupidez!, ¡qué gran mentira e hipocresía!, La gente no merece ser engañada de esa forma.
Sentado en la primera fila de las bancas observaba los cuadros colgados en las paredes donde se podía apreciar frescos de la vía crucis de Jesús. Miraba los ventanales, y los vitrales con azulejos de colores que representaban santos, a la Virgen y demás. El elegante piso era de mármol de color beige, y los adornos de la capilla distaban muchísimo de ser austeros.
— ¿Qué hemos hecho?—dijo —Esto no es lo que tú querías, ¿qué necesidad tenemos de venir a un sitio así para comunicarnos contigo? ¿Acaso únicamente si estamos aquí nos escucharas? ¿Si no venimos, no lo harás? ¿Es que quizás no interpretamos lo que tú deseas Señor? ¿Lo qué nos ocurre es un castigo de tu parte? ¿Debemos todos de pagar por las culpas de los demás? Dime, por favor Señor.
Poniéndose de pie se dirigió al altar y miró fijamente a los ojos del Cristo crucificado diciéndole:
— ¿Es esto una venganza por lo que te hicimos? ¿Tu padre nos envió esta penitencia por haberte asesinado? ¿Por qué permites todo esto? ¿Qué es lo que quieres? ¿QUÉ ES LO QUE QUIERES?— gritó con desaliento.
Sentía que el corazón le latía con fuerza mientras una gran tribulación lo invadía por completo.
—No; estas imágenes no representan a Dios. Esta doctrina no lo representa. Tan solo es una excusa para que algunos se llenen de riquezas, poder y placeres en su nombre. No tenemos contacto con Dios; con el Dios verdadero. Aquel que tiene el poder sobre el bien y el mal; el creador de todo lo que existe, ha existido y existirá. Estamos tan obsesionados con nosotros mismos; en vivir bien, en tener riquezas, en obtener cada día más poder sin importarnos los demás, que somos capaces de los más execrables crímenes con la finalidad de satisfacernos. Por mezquindad y egoísmo sin que nos importe el sufrimiento del prójimo; hemos prostituido el significado de Dios y nos escudamos en su nombre, para hacer lo que nos viene en gana y ampararnos en ello.”
— ¡Cínicos, mentirosos y blasfemos!, eso es lo que somos; nuestra fe va de acuerdo en lo que podemos ganar. Sádicos y manipuladores; ponemos la imagen de un ser humano siendo masacrado; flagelado, crucificado y asesinado a la vista y paciencia de todos los que acuden aquí, sin importar que haya niños que tienen que soportar esa imagen salida de una película de terror. De una mente perversa y maquiavélica que ha urdido la imagen del hijo de Dios, sangrante y agonizante. Con una corona de espinas enterrada en su cabeza; sendos clavos atravesando sus manos y pies, y una herida sangrante en el costado siendo humillado y destrozado con el fin de causar una malsana devoción. Absurdo remordimiento y lástima. ¡Qué miserables!, ¿cómo he sido parte de esto?”
—Dios debe ser amor; regocijo, bienestar, perdón y absolución. No amenazas, chantajes, venganzas y castigos. No personas siendo torturadas; ni recuerdos de “santos” y estigmatizados. Tampoco recuerdos de persecuciones y masacres; ni manipulaciones de sacrificios llevados a cabo “por nosotros”.
—Estaba ciego sin percatarme de toda esta farsa; de cómo he sido engañado y como millones de personas son engatusadas y manejadas a través de su fe en Dios. Cómo esto se viene trasladando a través de los años y de generación en generación imponiendo dogmas e ideas para mantener a la Iglesia; a una doctrina que nunca debió existir de esta forma. Ni se mantuviera con la credulidad de la gente y ni siquiera respeta los preceptos que aparecen en la Biblia, errados o no.
—Señor; quiero creer en ti—mientras las lágrimas comenzaron a humedecer su pálido rostro—deseo creer que realmente existes. Pero al ver todo lo que está sucediendo tengo dudas. No quiero eso. Deseo saber que de verdad existes y que todo ocurre por alguna razón. Perdóname por haberte ofendido siendo cómplice de esta “iglesia”, quiero en verdad sentirte Señor, no nos desampares. No permitas que el mal siga haciendo daño.

Cayó de rodillas en el piso y continuó llorando sin consuelo…”
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