" Las lesiones le dolían y ardían de un modo terrible: — «debo hacer algo»— pensó— y se estiró alcanzando la botella. El animal estaba dando la vuelta para saltar nuevamente, cuando…; haciendo un máximo esfuerzo, arrojó la botella con todas sus fuerzas en dirección del roedor atinando de lleno en su cabeza; la cual producto del golpe estalló, quedando allí en el suelo destrozada y salpicando la pared con los repugnantes contenidos de su cabeza."
"Tomando aliento, logró ponerse de pie a fin de ir a socorrer a sus hijos. Consiguió dar un par de pasos cuando nuevamente empezó a escuchar los siniestros murmullos. Aquello ruidos que la condujeron a a ese lugar. En aquel momento fue capaz de notar que todo el piso se movía. Las cosas en el sótano empezaron a desplazarse llevados por una fuerza invisible proveniente del subsuelo. La sangre en el rostro y la pobre iluminación le impedían ver con claridad. Limpió su con la manga de la blusa. Y finalmente pudo aclarar su visión; más, permaneció en el sitio inmóvil a causa del espanto de lo que veía a su alrededor."
"—No, ¡Dios mío! No, por favor…"
Fragmento de la novela: “El Visitante Maligno” de:Fernando Edmundo Sobenes Buitrón
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