Revista Literatura
Fragmento de la novela: “El Visitante Maligno” de Fernando Edmundo Sobenes Buitrón.
Publicado el 16 mayo 2015 por Fesb2011 @visitantemalign“…Sin despertar a su esposa, agarró su pistola bajo la almohada, abrió la mesita de noche y extrajo una linterna. Salió de la habitación y antes de seguir avanzando, comenzó a sentir los pasos más fuertes; no había duda, provenían de la cocina. Se quitó las pantuflas y se aproximó descalzo a la escalera tratando de no hacer ruido. Las pisadas continuaban, ahora podía sentir murmullos provenientes de allí.
Todo estaba oscuro, solamente los rayos de las luces de los faroles de la calle se colaban a través de las ventanas. Llegó por fin a la planta baja y continuó caminando por la sala, después por el comedor. Escuchaba las pisadas pero pudo percatarse que no eran de personas, eran pasos menudos y a la vez pesados, parecían ser de algún tipo de animal.
Llegó a la puerta de la cocina y muy despacio la abrió unos centímetros. Los ruidos cesaron. Sujetando con la mano derecha la pistola, sostuvo la linterna con la otra dirigiendo ambas hacia adelante alumbrando en esa dirección. No había nada, todo estaba en calma. Los utensilios de cocina, los platos, las ollas que colgaban cerca de la campana extractora, los cubiertos, todo estaba en su lugar. Prosiguió revisando, sin encontrar nada raro.
Abandonó la cocina dirigiéndose a la sala, se detuvo frente al ventanal que daba al jardín interior empezando a observarlo, cerciorándose que no hubiera nada extraño.
—«Todo está bien— pensó — es producto de mi imaginación y mi falta de sueño, tengo que calmarme, debo estar tranquilo. Volvió a la sala y fue hacia el bar de madera, abrió un estante de donde extrajo una botella de whisky, un vaso y se sirvió una copa.»
Inesperadamente, volvieron los ruidos de la cocina, ahora más fuertes y pesados que antes. No había duda que alguien o algo estaban allí. Agarró nuevamente la pistola y se acercó lentamente hacia la puerta de donde provenían los ruidos de las pisadas.
Dio unos pasos y sintió bajo sus pies algo húmedo y pegajoso, mientras los ruidos continuaban.
—Pero, ¿qué…?—dijo y alumbró la planta de su pie derecho constatando que estaba manchada de rojo. — ¿Qué es esto?— Tocando la sustancia se percató que era sangre. — ¿estoy herido? — Miró su otro pie y también se encontraba igual.
—«Me estoy desangrando»—dijo para sí—, pero constató que no tenía ningún corte, ninguna herida en ambas extremidades.
Los sonidos proseguían y… alumbró hacia el piso, en dirección a la puerta de la cocina, observó que había un rastro de sangre muy grande, huellas que indicaban que un cuerpo fue arrastrado. El pánico lo empezaba a dominar pero se sobrepuso y, aguantando las náuseas, avanzó hacia la cocina abriendo la puerta de un golpe con la pistola lista para disparar y la luz de la linterna atravesando la oscuridad.”
Fragmento de la novela: “El Visitante Maligno” de Fernando Edmundo Sobenes Buitrón.
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