FRANCISCO TUDELA: “HUMALA NO ES MEDIOCRE, ES QUE NO PUEDE HACER MÁS”. (Diario Correo).
El ex canciller Francisco Tudela analiza para la revista Correo Semanal el impacto político del mensaje presidencial y cómo el modelo económico peruano obliga a actuar como San Martín de Porres: reuniendo en torno a un mismo plato a perro, pericote y gato
“Sobró la estatolatría”
Dedicado a la reflexión política y académica, el ex canciller Francisco Tudela extiende un juicio de valor sobre el reciente mensaje de Ollanta Humala por Fiestas Patrias, pero también pasa revista al momento político y a la confusión que aqueja al Gobierno en sus relaciones con la oposición y su proyección en polémicos foros internacionales como Unasur.
PERIODISTA: Se ha dicho que lo mejor del mensaje presidencial del 28 de julio es que fue corto y sin sobresaltos.
TUDELA: Fue un mensaje en que el presidente, como un equilibrista, buscó satisfacer al ala estatista de su fuerza política y los defensores del sector privado de la comunidad nacional. Se ve que el discurso tuvo varios autores, entre ellos, algún sociólogo.
PERIODISTA: ¿Cree que en algún momento se decidirá por seguir el camino de alguna de esas tendencias?
TUDELA: Él ya se ha decidido a seguir este curso medio. El tema de fondo son las hipotecas políticas que contrajo para ganar la segunda vuelta en 2011.
PERIODISTA: ¿Seguirá ese mismo curso a pesar de las protestas del 27 y 28 de julio?
TUDELA: Esos son los más extremistas. Hay otros más moderados que están en el gabinete y que vienen de canteras políticas estatistas y por ello el discurso refleja la creencia de que el Estado es el articulador y gestor de la sociedad, como cuando dice: “Hemos instalado 85 mil conexiones de gas natural”, cuando eso lo hace una empresa privada y lo pagan los ciudadanos que acceden a ese servicio. La función del jefe del Estado es dirigir al país, igual que un gerente general. Debiera ser el líder que mira hacia el futuro y atraviesa las brumas del presente mostrándonos un camino seguro para los años venideros. No es el jefe de todas las actividades que se hacen en el país. El milagro económico peruano fue resultado de quitarle poder al Estado para devolvérselo a quienes les pertenece: los ciudadanos. Entonces, cuando escuchamos un discurso en el que el Estado es el centro de todo, yo veo una negación subconsciente del sector privado, de los millones de empresarios y profesionales que mueven al país. Y el mensaje que había que dar a esos compatriotas es que son libres y lo seguirán siendo para hacer crecer al Perú. Es la ausencia más significativa del mensaje.
PERIODISTA: Sospecho que, en la visión presidencial, solo una participación activa del Estado será capaz de lograr la inclusión social.
TUDELA: El término ‘inclusión’ es muy vago y, en el fondo, un intento de igualitarismo impuesto desde el Estado. Lo que realmente democratiza una sociedad es la elevación del nivel de vida. Pensar que eso se va a lograr mediante un ucase, sabiendo que solo se gobierna por cinco años, es una ilusión. Esto no significa que no se busque un sistema educativo y de salud universal y de excelencia, o que todos estén en el mismo partidor económico. Otra carencia del discurso presidencial es la falta de comprensión de la complejidad económica del país. No es que ha terminado un ciclo de la economía internacional con la caída de las materias primas y que ahora hay que pasar a otro modelo. Las formas de producción dentro de un Estado son como una cartera de inversión. Algunos suben de valor y otros caen, compensándose mutuamente. La obsesión de que existe un modelo o matriz dentro del cual podemos embutir a la sociedad y obtener un resultado determinado es un concepto caduco que ha sido sustituido con éxito en el mundo entero por la libertad. Faltó la palabra libertad y sobró la ‘estatolatría’.
PERIODISTA: Pero ese es el discurso dominante luego de la crisis financiera del 2008.
TUDELA: La crisis europea se deriva del exceso de Estado. La gente acostumbrada a ese modelo desde la década del 60 reclama que el Estado los rescate. Van a transitar por el mismo doloroso cambio por el que pasó el Perú en la década del 90, en la que una clase media burocrática pierde su posición y es sustituida por una clase media emprendedora. En el caso latinoamericano sucede lo contrario: se liberó al continente de unas estructuras gubernamentales tremendamente pesadas, se generó riqueza y una vez que se alcanzó una masa crítica, nuestra izquierda malthusiana cree que llegó la hora de sacar el cuchillo y repartir la torta. Tampoco hay una comprensión de que la corrupción la produce el Estado. A más Estado, más corrupción. Es tener que pasar por una caseta de peaje cada cien metros. El resultado, la depredación de la sociedad.
PERIODISTA: ¿Tenemos un presidente que se contenta con pasar con 11?
TUDELA: Él hizo una transacción muy compleja para ganar la segunda vuelta que le obliga a quedarse a medio camino. Ese fue su juramento ‘vargasllosiano’. No es que sea mediocre, es que no puede hacer más. Él podría ser el líder de un proceso de innovación, liberando a la sociedad de las trabas burocráticas al desarrollo y al mismo tiempo hacer más eficiente al Estado utilizando esos recursos para enfrentar temas sociales que sí le tocan, pero su resistencia psicológica frente al sector privado le juega en contra.
PERIODISTA: En un caso emblemático como Conga, ¿no faltó acaso más Estado para sacar adelante el proyecto?
TUDELA: En Conga el Estado intervino. El ministro del Interior Óscar Valdés detuvo a Gregorio Santos y el presidente ordenó su liberación. Luego se envió como mediadores a Garatea y Cabrejos, que no eran adecuados para lograr acercar a las partes puesto que daban la impresión de favorecer a una de ellas. Allí se ve exactamente a que me refiero. Fue una gestión política buscando una transacción con gente que la rechazaba. Producto final: no hay Conga y Cajamarca está en recesión. Lo único que tenía que hacer el Estado era restablecer el orden y falló.
PERIODISTA: El presidente se preocupó por reiterar que seguiremos en organizaciones tan disímiles como Unasur y la CAN por un lado, y la Alianza del Pacífico por el otro.
TUDELA: Allí también se nota indecisión. Más importante que definir a qué organización internacional pertenecemos es la visión del mundo que guiará la política exterior. ¿Aquella que elimina las visas y propicia un flujo de capitales absoluto, o aquella que impone barreras arancelarias? Seguimos tratando de satisfacer simultáneamente al Foro de Sao Paulo y a los inversionistas internacionales. La pésima imagen internacional que ha generado las protestas antes y durante el mensaje debería hacer reflexionar al presidente respecto de quiénes quieren que él fracase.
PERIODISTA: ¿Y en esa línea, no debió el presidente aprovechar el mensaje para tender puentes con esos líderes de la oposición a los que traga, pero cuyo apoyo será imprescindible en ciertos temas, como La Haya?
TUDELA: Un jefe del Estado no puede tener preferencias o antipatías personales, porque una vez que es investido ya no representa a su partido sino a la nación y lo mismo pasa con los congresistas. Y cada vez que nuestros congresistas se olvidan de esta obligación de entendimiento se produce la clásica crisis política peruana que ha precedido a todas las rupturas del orden institucional. Por eso es importante que el presidente deje de actuar en base a cálculos sobre las próximas elecciones. El modelo político peruano obliga a actuar como San Martín de Porres, reuniendo en torno a un mismo plato a perro, pericote y gato. Ayer Sebastián Piñera le advirtió a su pueblo que las opiniones en la Corte Internacional están divididas. El caso tiene al menos diez puntos de difícil solución. Lo más probable es que el fallo contenga una solución que ninguna de las partes espera. Parte del deber de un político es decirle a su pueblo la verdad y prepararlo para lo que se viene, y eso implica que no haya expectativas excesivas ni deprimentes. Fotos: Johanna Valcárcel.
FUENTE: DIARIO CORREO. http://diariocorreo.pe/ultimas/noticias/5642876/edicion+lima/francisco-tudela-humala-no-es-mediocre-es