Esta fue la primera novela que publicase Francisco Umbral. Curiosamente, el último dandy está siendo objeto de varias ediciones que parecen valorar, y ya era hora, su titánica obra. Quizá su amplia bibliografía, y un dominio incontestable de la columna periodística, empañaron los valores literarios que el autor se encargó de derrochar a lo largo de su vida literaria.
Por ello, volver al principio de su producción es siempre positivo para descubrir cómo los cimientos de su literatura fueron siempre los mismos y se fueron reforzando a medida que su experiencia vital iba añadiendo matices tan diversos como imprescindibles.
Es el Umbral de esta novela el joven que recorre Madrid a la desesperada en los años 60. Cada pasaje confirma que fue mujeriego, pendenciero y siempre estuvo al borde de la ley antes de asentarse como profesional. Es en una prosa heredera directa de la novela de posguerra, pero sin contagio alguno, donde demuestra su adaptabilidad tanto para describir situaciones caóticas como para estructurar la narración correctamente.
Vista en perspectiva, la juventud no parece haber cambiado tanto como el escenario de la obra: Madrid. En este corte transversal que hace de la ciudad viaja de Serrano a Vallecas mostrando todos los estratos sociales. La ciudad que describe ha desaparecido y también las costumbres, pero queda el rescoldo del fuego que Umbral siempre supo avivar con una maestría que puede paladearse a lo largo de toda su producción literaria.
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