Esta novela provocó que el autor fuera despedido, de forma fulminante, de la agencia de publicidad para la que trabajaba. Beigbeder se transforma en Octave Parango y narra, con especial brillantez, cómo se mueve el negocio de la publicidad y, lo que es peor, desvela los secretos de las agencias para meternos a todos en un saco del que no podemos salir. La prosa seca y áspera del autor nos recuerda bastante a autores como Charles Bukowski o John Fante.
Se opta por presentar las ideas sin lija alguna, sin filtro, de manera directa. Este estilo, que lo es aunque muchos piensen lo contrario, conlleva un manejo cuidado del vocabulario más sórdido y cierta maestría para que lo que nos cuenta no quede en agua de borrajas a las tres páginas. La novela es quizás una de esas pocas esperanzas que nos quedan a los que estamos contra la literatura del mainstream y optamos por otro tipo de manantiales algo más alejados de la avenida principal que dictan las tiendas que venden libros, tomates o neumáticos. Creo que ahora sale en edición de bolsillo. Recomendable.