El blanco y el negro, dos colores que aportan sofisticación al ambiente: pura magia. Si lo que buscamos es crear un espacio con personalidad y con elegancia, un fregadero de color blanco o de color negro añade ese toque de distinción y minimalismo a la cocina.
El blanco es símbolo de pureza, de limpieza y nos da sensación de amplitud y de luminosidad al espacio. Es el color de la luz. El negro denota sofisticación, fuerza y dureza, es el color de la oscuridad. Al contrario del blanco, el negro hace el ambiente más pequeño y por lo tanto es aconsejable en pequeñas dosis. Podríamos decir que el blanco es el día y el negro es lo noche. Aunque son opuestos, ambos se combinan a la perfección entre ellos, con cualquier otro color y cualquier tipo de material.
Los fregaderos de colores pueden fabricarse en dos tipos de materiales diferentes. El Fragranite-Durakleen de Franke es un material compuesto por un 80% de granito natural, pigmentado partícula a partícula y un 20% de resina amalgamante. Se caracteriza por su alta resistencia al calor, a las rayas y a las manchas, y es de fácil limpieza.
El Tectonite es una mezcla de resinas sintéticas con pigmentos que le dan color y son altamente resistentes a alta temperaturas y a los golpes. Su superficie blanda contrasta con la fuerza del material contra las rayadas.