Continua…
Estos parones repentinos en nuestra vida nos invitan a reflexionar, a mirar atrás y ver lo aprendido para, con ello, volver a empezar a andar, de nuevo paso a paso. Cuando uno mira hacia atrás, puede llegar a ver una imperceptible senda de experiencias y acontecimientos que, sutilmente, nos lleva a donde debemos ir, aunque también es verdad que se construye día a día con cada una de las decisiones -aparentemente intranscendentes- que tomamos. También es verdad que es difícil comprender por donde y cómo nos lleva esta particular senda, aunque estemos seguros que está formada de nuevos -y a veces imprevistos- peldaños o instantes de mayor felicidad…
Nadie puede predecir ni programar su camino, no es algo planificado ni medible, pues la mente humana es limitada y la vida por sí misma sabe más de nosotros mismos. Solo podemos tener el firme propósito de vivir mejor y más plenamente cada día que pasa e intuir que eso es precisamente la felicidad, sin más. Por eso, ante esos súbitos frenazos de la vida, uno tiene la singular oportunidad de mirar hacia atrás, sentir el momento actual y ver si no se está desviando de su propósito interior. Así, muchas veces descubres que, aunque te habías acomodado e incluso habías aprendido a vivir ese camino con cierta dignidad, te das cuenta del paisaje que hay alrededor tuyo y descubres que no era lo que tú mismo habías soñado para ti…
Porque, no lo olvides nunca, los sueños están para hacerse día a día más realidad! Y ese camino o senda hecho por ti mismo, decisión a decisión, debe llevarte a esta vida soñada, que sin duda mereces. Si no es así, tal vez has equivocado tu camino hacia ti mismo y hacia tu felicidad. Frenazo…y volver a empezar, no hay más. Puertas que se abren, otras que debes cerrar… aunque la suma de todas ellas deben traerte cada día más felicidad!