Traigo aquí hoy un vídeo, que encontré en el blog de Juan Enciso, grabado en el colegio Sagrada Familia de Gavà, que arroja luz en uno de los campos más olvidados de la mayor parte de los sistemas educativos: la educación emocional.
Quiero destacar varios aspectos que me parecen de interés, que inviten a la reflexión y a un posterior comentario:
- La primera piedra en la educación de las emociones es ponerles nombre. Solo cuando somos capaces de nominarlas, estaremos en disposición de poder gestionarlas.
- Las emociones, si más, no deben ser reprimidas; pero hay que aprender a darles cauce. La espontaneidad puede formar parte de un valor, pero no todo lo espontáneo es necesariamente valioso. Algo primario no adquiere valor en razón de su espontaneidad, sino porque puede encerrar algo de verdadero, de bello, de sincero, etc.
- El vídeo me parece un paradigma de las diferencias entre instrucción y educación.
- ¡Qué difícil se me hace compaginar un programa repleto de contenidos con una educación llena de valores! Por eso, reivindico la figura del educador como la de un artista, transido de transversalidad en el buen hacer, en el bien decir y en el cálido acoger.
(puede activarse subtítulos en español)Y, ahora, el contrapunto:
A la luz de estas reflexiones, qué diferencia tan sustancial media entre la concepción de la felicidad de Freud con que encabezábamos este post y la de Leon Tosltoi (1828-1910) que la concebía de la siguiente manera:
"Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo."Alfredo Abad Domingo.
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