Apenas se aguantaban la mirada al mirarse a los ojos. Sentía la necesidad de huir siempre, y cuando, él estuviera cerca suya. Su cuerpo experimentaba sensaciones que no había vivido anteriormente, temblores, tartamudeos, frío (a pesar de estar dentro de algún local), se paralizaba y bajaba la cabeza con alguna que otra lágrima escondida entre sus ojos. No sabía qué decir, ni qué hacer para llamar su atención creyendo (o intentándolo) que él no se había fijado ya en ella.
Todo le parecía más sencillo estando en su habitación, mientras escucha su música y se pone a cantar bajito, para sí misma. Ésta misma, cada vez, le iba recordando de manera inconsciente. Tiende a confundir su realidad con la verdadera, aquella que no se corresponde con sus deseos y nada de lo que hiciese es suficiente para mantener ocupada su mente; de ser así, ésta crea un nuevo recuerdo.
Habitualmente, siente la necesidad de escribir y llorar para alejarse cuanto antes del mundo, y huir de sí misma. Ama la música con todas su fuerzas, siendo para ella la única que la comprendía sin importar el qué estuviera pasando porque era la única que podía curar las heridas, aunque también la única que las reabría; ya que la música es amor, y el amor sin la música pierde toda la magia que se necesita para vivir de nuevo (aunque sea desde la piel de otra persona). Curiosamente, siempre aparecía en ellos justo con aquella ropa que tanto le gustaba a ella, llevaba una chaqueta negra y los vaqueros. Hiciera lo que hiciera los recuerdos siempre iban a invadir su mente, lenta o fugazmente. Pero, siempre, llegan. Incluso, sin antes haberlos vividos ya que, la mayoría de ellos tan sólo eran los deseos de vivir un sinfín de detalles que, a simple vista, parecen pequeños.
No encontraba el momento perfecto en el que, confesarle lo que sentía e incluso, dudaba de cuál sería el momento perfecto para ella. Al menos se conformaba con quedarse a solas, y no tener que soportar las duras burlas de los demás fingiendo a su vez estar bien cuando en realidad estuviera dividida en mil pedazos. En cambio, él no paraba de mirar en la misma dirección en la que ella estaba haciendo alguna que otra seña y no, precisamente, para que se acercara.
No le había dicho a nadie lo que le estaba pasando, ni a sus padres, ni a sus amigos... ni siquiera ella misma podía entender cómo podía estar enamorándose cuando en su vida ha querido estarlo de nadie. El amor duele, y quería evitar que fuese otro quien le haga daño. A pesar de lo bonito que sea, y de las buenas impresiones que cause no quería enamorarse. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. Y justo cuando encontró la manera (aunque no la que buscaba) de contárselo, tuvo el valor para decírselo sin tener en cuenta el qué ni el cuándo pudiese ocurrir la respuesta, siendo ésta la bala que destruyó en definitiva su vida.
Acabó rendida en su cama, llorando desconsoladamente esperando la llegada de un nuevo día con la esperanza de haber soñado todo lo que había sucedido y, poco a poco, se dió cuenta de que aquello mismo era la realidad. Se fue mentalizando de que no iba a volver, a pesar de no haber comenzado nunca antes nada con nadie.Recuerda que, hasta un hielo acaba quemando.