Revista Talentos
Tras un tercer timbrazo sin respuesta, utilizo las llaves para emergencias. El apartamento está impecable. Extraño. «Estoy en el arcón», se puede leer escrito en el espejo del dormitorio. Un presentimiento siniestro eriza mi nuca. Gríseos cabellos enmarcan una oreja congelada. Súbitamente, a mi espalda, un cerrojo se desliza despacio.