Venganza 1
Al día siguiente, a las dos de la tarde El zurdo, salía manejando el auto por el portón de entrada, no vestía de traje, como les exigía el Señor. Vestía Sport y trataba de explicarse la presencia de Vanessa en el asiento de copiloto. De reojo la observo, parecía absorta observando la carísima cámara de video que sostenía entre sus manos. El zurdo se recordó, que no sería mala idea que el hiciera lo mismo con los mandos del auto.
A las nueve de la noche, el deportivo estaba ingresando a la residencia. Ambos descendieron y mientras El zurdo se dirigía a reportarse con el Señor, Vanessa iba a su habitación.
- No hubo suerte, el día de hoy. Era de esperarse, esos tipos no roban dos días seguidos en el mismo lugar, cosa de tener paciencia y un poco de suerte. Usted tenga paciencia.- Respondió el zurdo a la pregunta de Wilfredo.
-Y la niña ¿Cómo se porto?
- Pues se desespera rápido, hace preguntas y yo no contesto, se aburre y maldice mucho. Yo creo que mañana ya no va. –Wilfredo sonrió en señal de acuerdo, le permitió ir para qué se le pasara el capricho, ahora podía descansar tranquilo, el zurdo se haría cargo y él le creería aun sin pruebas. El zurdo era de palabra.
Vanessa conoció al zurdo el mismo día que llego al país, al verlo junto a su padre le causo muy mala impresión, enfundado en un traje negro de mal corte, parecía más disfrazado que vestido y esa mirada llena de lujuria con que recorrió su cuerpo antes de enterarse que era la hija de Wilfredo, termino de confrontarla a él. No fue aquella la única ocasión en que lo sorprendió mirándola lujuriosamente y ella respondía humillándolo siempre que podía, sin embargo, si alguien podía cobrarle la cuenta a los ladrones, era él y ella quería estar presente cuando eso sucediera, además la tarde vivida con él no fue tan mal, el tipo era callado, en ningún momento trato de simpatizar y cuando ella pregunto, el contesto con amabilidad, podría decirse “Profesionalmente” el cambio de ropa le favoreció y Vanessa pensaba , que incluso se veía menos feo. Se tumbó en la cama sobre las cobijas y en instantes se quedó dormida.
El jueves, como de costumbre, el zurdo se reportó al cuarto para las siete de la mañana, mientras bebía un vaso de agua en la cocina, fue informado de que el Señor ordenaba que desayunara, así que le sirvieron abundantemente, mientras masticaba concienzudamente su bocado, pensaba que seguramente tendría una salida a otro estado. No le preocupo, veía pocas probabilidades de encontrarse hoy con los raterillos, ya reiniciaría la cacería mañana.
Bryan, despertó con la sensación de urgencia, que sientes por algún asunto pendiente, no supo interpretar el sentimiento y decidió llamar a sus secuaces, para planear el día.
- ¡No chingues, wey! Acabamos de pegarle antier. No tienes llenadero.- Reclamo, el Gero al escuchar a Bryan.-
- Como quieras, wey. No eres el único que puede apoyar, ya me buscare otro- Amenazo, Bryan.
- ¡Oh, chinga! ¿A qué hora nos vemos?- Cedió, el Gero.
- A las siete de la noche, me da la espina que hoy es un día especial.- Sentencio Bryan y Gero sintió un escalofrió en la espalda.- Ahí le avisas al Ardilla, yo no me siento como para estar oyendo sus pendejadas, ya con las tuyas tuve.- Ordeno Bryan y colgó.
Casi daban las seis de la tarde, cuando Isabel volvió del viaje, le esperaba la orden de pasar a comer y se dirigió a la cocina, mientras comía se preguntó qué haría con su tarde, la respuesta llego de la boca de Vanessa.- ¿A qué hora salimos?.- El Zurdo, no esperaba esa insistencia y sorprendido, respondió. - Cuando el señor lo indique.
- Mi padre ya dio las órdenes ayer, no le vamos a estar preguntando a diario. Te cambias el trajecito de vendedor de seguros y nos vamos.- Ordeno y dando vuelta salió de la cocina, seguida por las miradas molestas de las empleadas. - .Le preparo un sándwich para el camino?- Pregunto Lucha, la cocinera a Isabel.
- Si me hace favor, se lo agradeceré.- el zurdo se dirigió a cambiarse y mientras elegía la ropa, tropezó con un revolver 22 en el cajón de las playeras, mientras lo observaba, una idea cruzo por su mente. (Venganza quieren, venganza tendrán).
A las seis cuarenta y cinco, estaciono el deportivo frente a la entrada principal de la residencia y le dedico algunos minutos a poner la pistola al punto, una vez satisfecho, la coloco sobre el tablero, para tenerla a la mano, si algo no salía cono esperaba, siempre contaba con su infaltable .38.Escucho la puerta principal abrirse y se quedó un instante sin aliento al ver salir a Vanessa con la minifalda más corta que nunca le hubiera visto. Bajo precipitadamente del auto y solícitamente, abrió la portezuela del copiloto. Vanessa al pasar, le dijo.- Vaya, ya vas aprendiendo. Voy a hacer de ti, un caballero.- Isabel, espero a que tomara asiento y como premio a su actuación, recibió una postal de una zona más allá de los muslos de Vanessa.
-¿Tienes calor?- Interrogo Vanessa sugestiva, observando el sonrojo de Isabel, este negó con la cabeza y continuo con la vista al frente. La manera en que la chica se acomodó en el asiento, lo tenía en jaque. Hiciera lo que hiciera, le resultaba imposible ignorar la vista de ese hermoso par de muslos, coronada por el pequeño triangulo de tela rosa de las pantaletas, que asomaba bajo las faldita. Vanessa, consiente del efecto provocado, separo las rodillas aún más.
- ¿Sabes, si mi papa te dará un premio por el trabajo?- Interrogo Vanessa.
- Ya me paga un sueldo, no necesita premiarme, va todo incluido.
- Pues, si todo sale bien, yo si te voy a dar un premio.- El zurdo, volteo intrigado y Vanessa resbalo su cuerpo por el asiento, hasta rozar con su rodilla , la mano de Isabel y separando Aun mas las piernas, le dejo ver la entrepierna, ya sin ningún pudor.
- Cuidado mujer, yo no estoy en este trabajo por dejar deudas pendientes, de hecho, soy el mejor cobrando. Hágame un favor- Cambio de tema abruptamente.- Prepare su cámara, quien quita y hoy si tenemos suerte.-Tomo la lateral y se preparó para internarse en la colonia.
Continuara…