En fotografía, como en la vida, es importante fijarse metas. Aunque las mismas exijan, por parte del fotógrafo o aficionado a la fotografía, ciertas habilidades contorsionistas (para aquellos que no disponemos de asistentes) y grandes dosis de paciencia. Sin metas, el avance es mucho más lento.
Este mes de septiembre, en el grupo “Still Color Life”, estamos fotografiando still life con el color blanco como protagonista. Y heme aquí, pensando como añadir un toque diferente al tema, cuando vi aparecer la bombilla sobre mi cabeza, y decidí, como asignación y meta, fotografiar el humo blanco como parte de la composición del still life.
Fotografiar el humo no es tan difícil o tan fácil como pueda parecer, aunque si exige disponer de dos elementos fundamentales: una fuente de humo, e ingentes cantidades de paciencia.
Algunos consejos para conseguir bellas imágenes de humo. A saber:
- Necesitamos disponer de una fuente continua de humo denso. Una solución rápida y sencilla para disponer de ella, es utilizar bastones o conos de incienso, situarlos sobre una superficie y dejar que formen preciosas y sinuosas formas.
- Es aconsejable que el fondo sobre el que se vaya a ver el humo sea lo más oscuro posible. Un fondo negro sería ideal.
- Necesitamos que la velocidad de obturación del objetivo sea rápida para congelar el movimiento del humo. Puede funcionar bien alrededor de 1/250.
- La apertura del diafragma no debería tampoco ser demasiado grande, para que el humo quedase enfocado si importar la dirección que tomase su movimiento.
- ¿Velocidad de obturación rápida y apertura de diafragma pequeña? A veces no hay más remedio que aumentar el ISO para conseguir obtener una exposición correcta.
- Por último, pero no por ello menos importante, tres consejos fundamentales: paciencia, paciencia y paciencia.
En el caso práctico de la fotografía que realicé para el grupo, después de colocar la composición de los diferentes elementos, situar mi trípode frente al motivo y el difusor delante de la ventana, encendí unos papelillos de incienso que situé sobre el platito, detrás de la taza. Tuve la suerte de contar con mucha luz, lo que me permitió fijar la velocidad de obturación en 1/200 y la apertura de diafragma en f/2.8, (ya que quería que salvo la taza y el humo el resto quedase desenfocado) sin aumentar el ISO a más de 100. Al proceder la luz desde la ventana de atrás, coloqué la tetera en una posición estratégica para que el humo contara con un fondo más oscuro.
El resto fue cuestión de soplar ligeramente sobre el humo para cambiar su dirección, al mismo tiempo que en un alarde contorsionista apretaba el mando a distancia del disparador, y hacer un montón, más otro montón, más otro más de tomas, hasta dar con aquella que fuera lo más interesante posible y me permitiera anunciar “Fumata bianca”. Por cierto, el té estaba más que frío que un pingüino en el polo en el momento de la foto.
Por último, aquí os dejo el enlace de un grupo de Flickr, en el que, aunque cerrado ya, podréis encontrar fantásticas imágenes de humo.
Ahora ya sabéis como darle un toque diferente a una sopa humeante, o a un café recién hecho ¡Qué lo disfrutéis!