Funny Games: Lunar Lander

El año 1969 miles de personas estaban en frente de un televisor para presenciar lo que sería el evento más importante del siglo XX. Un nombre – de nombre Neil Amstrong – pondría por primera vez en la historia un pie en la Luna. Esta acción, a parte de ser un gran avance hacia el mundo tecnológico, fue también un posicionamiento estratégico de los Estados Unidos para situarse en la cúspide de la carrera espacial ante la URSS. La guerra fría se decantaba a favor del país de las libertades y todo por una pisada en un satélite ingravito.

Sin movernos de los Estados Unidos una década más tarde, en el 1979, una compañía de videojuegos decidió reproducir tal evento. Mediante vectores y con unos gráficos sencillos Lunar Lander interpreta el alunizaje de aquellos héroes nacionales – y mundiales para algunos – en un terreno inhóspito e irregular. Así pues mediante el pad direccional y la simple acción de controlar el combustible, debíamos llevar nuestra nave a buen puerto.

Lejos de parecer un juego sencillo, y tras pasar unas primeras pantallas sencillas para acostumbrar al jugador a los mandos de la nave. Nos encontramos con la dificultad ascendente de hacer frente al terreno y a la fuerza de una gravedad variable. Además, de gastarse el combustible veremos como nuestros huesos acabaran junto con los restos de la nave estampados en el suelo.

Myke Hawk el mismo año 1979 y en la misma compañía Atari, desarrolló un título donde pilotando la misma nave que en Lunar Lander deberíamos destruir los asteroides que fueran apareciendo por la pantalla. Asteroids es un título donde la habilidad para destruir todo aquello que se nos muestra es indispinsable para poder sobrevivir. De hecho, otros como Geometry Wars amplían el mismo concepto mejorando e imprimiéndole una velocidad de vértigo.

Y si bien los dos títulos utilizaban el sistema de vectores debido a las pantallas y la capacidad gráfica de aquellas épocas, se debe reconocer que tal simplicidad era un punto añadido a unos títulos que basaban todo su éxito en la jugabilidad y en la capacidad de enganchar al jugador delante de la pantalla durante horas.

Atari, Año 1979, Arcade