A veces una vive días flojos, de esos en los que la vida corre deprisa y en los que si te paras un momento a mirar el cielo casi puedes notar los minutos pasando, las arrugas saliendo. Son días en los que el tiempo vale oro, de verdad, toneladas de oro. De vez en cuando, si te fijas bien, puedes ver cómo las arrugas brotan de tu cara en el espejo, mientras te lavas los dientes. Es sorprendente, pero cierto.
En esos instantes pienso (y perdonen por la reincidencia) en mi viejita de cabecera, mi abuela. Por ella el tiempo no pasaba, aunque inevitablemente vino a llevársela cuando llegó el momento. Por eso les dejo aquí estos dos enlaces. Arriba, pasado y presente en una foto, la misma persona, el mismo lugar, en distinto tiempo (las demás están aquí). Abajo, un buen homenaje de una buena cantante, Ana Laan, a su abuela. La canción, “Sopa de almendras”, es una maravilla. Futuro, presente y pasado. ¿Alguien da más?
Sopa de almendras, por Ana Laan