Supongo que el viernes subió a ese avión. No lo sé, no estuve para despedirle. Qué decirle a alguien que va a recuperar los últimos siete años de su vida. Qué largas y a la vez que cortas deben ser para él doce horas de vuelo.
Quiero pensar que este domingo se levantará en su nuevo hogar, que recuperar a su hija que ha crecido sin él, que volver a enamorarse de su mujer serán las tareas más placenteras que cualquier hombre puede imaginar.
Así es la nueva vida de Gabriel el argentino, compañero al otro lado de la barra de mil noches de insomnio, complice callado, amigo fiel.
Cualquier noche que vuelva a tu barra, ahora ya, huérfana de ti, ahora a saber por quien regentada, levantaré mi copa y brindaré por tu nueva vida, esa que llevabas esperando, felicidades querido Gabi y espero que cualquier día nos encontremos, sé que las cosas buenas le pasan a gente como tú.
Te recordaré con una sonrisa.