GALA DE PREMIOS 42ª Ed. LA METAMORFOSIS DE FRANZ KAFKA
Al despertar, una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama convertido en Gregorio Samsa. Su habitación, una habitáculo normal, aunque muy pequeño, tenía el aspecto habitual que supuso debiera tener. Sobre una mesa había desparramado un muestrario de paños, sopesó entonces que ese ser en que se había convertido era viajante de comercio, y de la pared colgaba una estampa recientemente recortada de una revista ilustrada y puesta en un marco dorado.
En un estado cercano a la vigilia, se levantó y comenzó a escudriñar entre sus supuestas pertenencias. Todo parecía normal, viejo y desgastado, salvo un detalle que le llamó demasiado la atención: un dorado y brillante tintero que descansaba en su mesilla de noche.
Se acercó despacio y lo agarró. Estaba lleno de tinta, pero poco más. ¿Qué hacía allí? No lo sabía. Además, el olor a polvo y cerrado del habitáculo le golpeaba en su psique, meditando si lo que le pasaba era real o parte de ese inquietante sueño del que aún era presa sin ser consciente.
A un lado, un enorme ventanal arrojaba tímidos haces de luz por las pequeñas rendijas de unos cortinajes viejos y raídos. Pero fue al descorrerlos cuando entró en ese estado que comúnmente se dice cercano al shock. Esa no era su ciudad, o no la recordaba, ni mucho su tiempo. Y sin embargo, por alguna razón que todavía escapaba a su raciocinio, sabía que estaba en Praga, pero en la Praga de 1912, y eso no tenía ningún sentido. Su estado hubiera llegado al colapso si la puerta no se hubiera abierto y hubiera aparecido la pequeña Greta, su hermana, seguida de su supuesta madre, la señora Samsa.
—Venga, holgazán—le dijo—, es tardísimo y tú aún sigues merodeando como una cucaracha por tu cuarto.
—¿Perdón? —dijo el pobre, eso aún lo entendía menos.
—Gregorio, no hagas que llame a tu padre, ya sabes lo malhumorado que le tienes, ¡venga vístete y no demores más esta chaladura!
La señora Samsa se giró dejando al supuesto Gregorio con la duda en mente y la imagen de una hermanita que jugueteaba aleteando alrededor de su madre.
No obstante, Gregorio no protestó, fue al baño contiguo a su cuarto, se lavó con cierta presteza, frotando fuertemente sus ojos pensando así que de esa pesadilla pudiera despertar, mas solo consiguió escozor y nuevas represalias salidas de algún habitáculo oscuro que aún no conocía de esa casa. Al salir, se encontró con una mesa con un trozo de queso al lado de una hogaza de pan que esperaban a ser comidas por alguien, o eso pensó Gregorio. Sentado en la mesa, un hombre mayor y mirada afable, que en primera instancia confundió con el señor Samsa, su padre, pero que resultó ser el Gerente de su trabajo, aguardaba al propio Gregorio. A un lado, su padre le miraba con la cara de estar siempre pasando un mal día. Su madre, sentada en un rincón, mitigaba a malas penas unas lágrimas que caían sin reparo sobre el suelo. Greta seguía bailando y dibujando círculos alrededor de todos.
—¿Qué ocurre aquí? —dijo alguien, el Gerente, esperando una respuesta definitiva de Gregorio. Pero este no supo qué decir, ni siquiera entendía el porqué de esa nueva situación.
—Gregorio —objetó su padre—, creo que le debes una disculpa a este señor, y a tu madre, y por su puesto a tu hermana, por no decir a tu padre.
—¿Disculpa?
El Gerente suspiró fuerte. Encima de la mesa, al lado del queso y el pan, mantenía bajo de su mano una serie de hojas manuscritas. Gregorio no alcanzaba a leer qué ponía, pero suponía que ellas eran las causantes de todo lo ocurrido. El Gerente le obligó a sentarse a su lado y, apuntando los manuscritos, empezó a gruñir:
—Ayer me encontré esto en tu mesa, ¿no sabes nada?
Gregorio trataba de mirar lo que era, pero las voladoras manos de su Gerente le impedían siquiera leer una palabra. Trató de cogerlas, pero tanto el Gerente, apartándose, como su padre, dándole una fuerte palmada, le mantuvieron a raya.
—¿Y bien? —dijo su padre.
Eso no tenía sentido. Nada en realidad. Era culpable de algo que no había hecho y encima ni le dejaban ver el motivo.
—¿Sabéis? —dijo entonces—. Esto es algo muy parecido a una cosa que leí en un libro. Se llamaba La metamorfosis.
—¿La metamorfosis? —dijo su padre—, no nos importan las zarandajas con que pierdes el tiempo.
—No es una zarandaja, es una novela muy famosa, casi un legado que el hombre ha dado a la literatura.
—Chico —interrumpió el Gerente—, no sé dónde quieres llegar a parar, y ya sabes lo buen lector que soy, si ese libro fuera tan famoso e importante como dices ya habría pasado por mis manos. —¡Exacto! —contragolpeó su padre—, ese libro nunca ha existido.
No, negó Gregorio, claro que no, y ahí estaba el enigma. En realidad él no era Gregorio Samsa, esa no era su casa, esos personajes no tenían que ver con él y nada de esto pertenecía al mundo real, ni siquiera a alguna alucinación onírica. Esto solo formaba parte de otra historia, una que había ido creando en su cabeza hasta el punto de hacerla realidad.
Levantó la cabeza, no había tiempo que perder, eso era lo único que tenía claro. Cogió el trozo de queso y se lo tiró al gerente a la cara. Este, movido por el sobresalto, dio un brinco y calló al suelo dejando libres la serie de relatos que Gregorio aún no sabía por qué habían aparecido. Rápidamente, los cogió y salió corriendo hacia su cuarto. Una vez dentro, atrancó la puerta. Fuertes golpes comenzaron a oírse, fuertes y acompañados de virulentas amenazas. Pero Gregorio no tenía tiempo. Con presteza, puso los relatos encima de su mesa y comenzó a leerlos uno a uno. Sí, estaba en lo cierto. Todo formaba parte de una historia aún por contar. Uno a uno fue pasando las imaginativas historias hasta que llegó al último, el cual narraba cómo una persona se despertaba, después de un sueño inquieto, en su cama convertido en Gregorio Samsa.
Se concentró en esa historia, quizá entre su desenlace estaría la respuesta a sus dudas. Sin embargo, ese relato carecía de final. Todo convergía en este punto, rodeado de dudas, golpes y amenazas. Levantó la vista mareado y contrariado. Según el relato, todo terminaba tal cual, él leyendo y los coléricos personajes que le acompañaban aporreando una puerta que a malas penas ya podía aguantar los embistes. Pero eso no tenía el sentido que él hubiera imaginado.
Fue entonces cuando se acordó de ese dorado tintero que vio encima de su mesilla, y, como un rayo, la solución al enigma le fulminó de arriba a bajo.
—¡Eso es! —dijo, poniéndose en pie y girándose.
El tintero dorado estaba donde lo había visto esa mañana; siempre había tenido la solución delante de su entendimiento. .
Ya no había vuelta atrás. Si quería salir de esta tenía que terminar la historia. Agarró el Tintero de oro, sacó una hoja en blanco y, tratando de evadirse del ruido de los personajes de esta historia que trataban de malograr sus intenciones, mojó tinta y comenzó a escribir un final para esta gala; y es que, la Gala de premios del Tintero de oro no puede terminar sin sus premios:
MENCIÓN HONORÍFICA
DEL PUESTO DÉCIMO AL CUARTO
10. Con 23,32 puntos ECHAR RAÍCES de Gabiliante. Ha sido votado por SEIS participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (1), 6 puntos (0), 5 puntos (1), 4 puntos (1), 3 puntos (0), 2 puntos (3), 1 punto (0).
9. Con 24,84 puntos VIAJE ETERNO de Marfelita. Ha sido votado por OCHO participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (1), 6 puntos (1), 5 puntos (0), 4 puntos (0), 3 puntos (1), 2 puntos (2), 1 punto (3).
8. Con 34,88 puntos RATA DE ARCHIVADOR de Isabel Caballero. Ha sido votado por NUEVE participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (1), 6 puntos (0), 5 puntos (0), 4 puntos (4), 3 puntos (2), 2 puntos (1), 1 punto (1).
7. Con 38,85 puntos ACCIDENTE KOLAREV de Jorge Valín. Ha sido votado por ONCE participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (0), 6 puntos (0), 5 puntos (3), 4 puntos (2), 3 puntos (2), 2 puntos (2), 1 punto (2).
6. Con 46,2 puntos LE GRAN GILMORE de Trujamán. Ha sido votado por DIEZ participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (2), 6 puntos (3), 5 puntos (0), 4 puntos (1), 3 puntos (0), 2 puntos (2), 1 punto (2).
5. Con 55,59 puntos LA JAULA de Cynthia. Ha sido votado por NUEVE participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (2), 6 puntos (4), 5 puntos (1), 4 puntos (2), 3 puntos (0), 2 puntos (0), 1 punto (0).
4. Con 57,12 puntos MI ÍNTIMO ENEMIGOde Enrique. Ha sido votado por DOCE participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (2), 6 puntos (2), 5 puntos (3), 4 puntos (1), 3 puntos (1), 2 puntos (0), 1 punto (3).
¡Y este es el PODIUM de ganadores!
TERCER PUESTO
Con 62,15 puntos, se lleva el TINTERO DE BRONCE
el relato MADEJA DE DESCONCIERTO de Bruno Aguilar.
Ha sido votado por TRECE participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (3), 6 puntos (1), 5 puntos (0), 4 puntos (5), 3 puntos (0), 2 puntos (0), 1 punto (4).
Enhorabuena Bruno por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
SEGUNDO PUESTO
Con 67.2 puntos, se lleva el TINTERO DE PLATA
el relato LO QUE NADIE VE de Marta Navarro.
Ha sido votado por DOCE participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (3), 6 puntos (2), 5 puntos (3), 4 puntos (0), 3 puntos (4), 2 puntos (0), 1 punto (0).
Enhorabuena Marta por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
PRIMER PUESTO
Con 78.2 puntos, se lleva el TINTERO DE ORO
el relato LA MUJER PÁJARO de Ana Piera.
Ha sido votado por QUINCE participantes distribuidos de la siguiente manera: 7 puntos (3), 6 puntos (2), 5 puntos (2), 4 puntos (4), 3 puntos (2), 2 puntos (1), 1 punto (1).
Enhorabuena Ana por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
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Y hasta aquí la gala de premios que, esperamos, haya sido de vuestro agrado. Para terminar, os dejo el videoclip de Radiohead en el que experimentó el universo kafkiano de una manera un tanto singular.
Por nuestra parte, el equipo del Tintero de oro os agradecemos mucho esta nueva temporada con la que nos hemos divertido de lo lindo, deseando que paséis unas muy buenas vacaciones, que descanséis y que volvamos a vernos en la siguiente con las pilas bien cargadas.
¡Saludos, tinteros!