Gala de premios xiii edición : la máquina del tiempo

    ¡Damas y caballeros! ¡Bienvenidos a la decimotercera Gala de premios de EL TINTERO DE ORO! En esta ocasión, y pese a que la imagen de portada pueda hacerles pensar lo contrario, no nos hemos desplazado a ningún lugar recóndito de nuestra Tierra. Nuestro viaje ha sido a través del tiempo. Para ser más exactos, al año 802701.
     El escenario está listo y habrán comprobado que alrededor del mismo se ha congregado una audiencia mucho más numerosa de lo habitual. Esas personas tan hermosas son los Eloi, nuestro futuro, y están ansiosas por empezar a escuchar nuestras historias.
    Así que comencemos sin más dilación, puesto que como todos sabemos: el tiempo es oro.

LA INTEMPORAL GALA DE PREMIOS DE LA XIII EDICIÓN DE EL TINTERO DE ORO

    ¡Qué calor hace en el futuro! Eso fue lo primero que sentimos después de que el viajero a través del tiempo parara la máquina cuando el marcador temporal señalaba el año 802701. Por supuesto, también sentimos el estómago vuelto del revés, pero esa sensación se nos fue enseguida al respirar el aire más limpio que jamás hayan probado nuestros pulmones. Y es que, frente a nosotros, se mostraba una vegetación que enseguida nos pareció que bien podría competir en belleza con la que hubiera podido vestir  al Paraíso terrenal.

     Estábamos embebidos por el paisaje cuando se nos acercaron unos seres cuya belleza y gracia nos impresionaron, casi tanto como su aparente fragilidad. Su cara sonrosada contrastaba con el dorado de las túnicas que vestían, ceñidas al talle por un cinturón de cuero. Figuras aniñadas, pero ¡humanas! Os podéis imaginar la emoción que sentimos todos al contemplar a nuestros descendientes. ¡Los miembros de nuestra especie del futuro! ¿Hasta dónde habría llegado su conocimiento? ¿Qué secretos del universo habrían conseguido desvelar? ¿Qué maravillas tecnológicas habrían concebido? ¿Cuánto podría haber evolucionado nuestra mente?
     Todas esas preguntas se esfumaron en cuanto intentamos entablar una conversación con ellos. La risueña expresión de su rostro, la curiosidad infantil con la que nos tocaban, la ingenuidad con la que se acercaban a la máquina… Siguiendo con la imagen del Paraíso parecía como si esa raza humana nunca hubiera comido la manzana del árbol de la ciencia y su alimento se basara en los frutos del árbol de la vida. Viviendo así felices, e ignorantes.
   ¡Hasta nos regalaron flores! Hermosas guirnaldas que confeccionaron en un suspiro y que nos pusieron al cuello. ¿Dónde habíamos llegado? ¿Esa era la Humanidad del futuro? O, acaso, ¿habíamos alcanzado algo parecido a una comuna hippie, como si alguien de nuestro pasado lo hiciera en el hogar de una tribu del Amazonas? Mientras nos hacíamos estas preguntas nos cogieron de la mano y nos llevaron consigo. No nos preocupó dejar sola la Máquina del Tiempo. ¡Qué error más grande! Pero, ¿quién podía imaginar que ese mundo escondía una verdad aterradora? Menos mal que el Viajero a través del Tiempo tuvo la precaución de coger las palancas que la accionaban.
   Su ágil trote nos hacía caminar en volandas y dimos más de un tropezón. Para andar por esos terrenos hay que mirar al suelo y nuestros ojos ansiaban captar todo lo que ese nuevo mundo nos ofrecía. El asombro nos supuraba por los poros; pero, también cierta inquietud por lo que contemplábamos.
   Y no fue solo por la figura colosal que encontramos tras unos rododendros, esculpida en mármol blanco y parecida a una Esfinge con sus alas desplegadas de modo que parecían planear. Mas pronto que tarde volveremos a ella. Lo que casi nos hizo gritar de amargura fue lo que vislumbramos al alcanzar una colina: sombras de  lo que en un tiempo deberían haber sido los últimos edificios de una civilización tecnológica, ahora convertidos en amontonamientos de granito ligados por masas de aluminio, un laberinto de murallas escarpadas y piedras desmoronadas entre las que crecían macizos de bellas plantas en forma de pagoda, de hojas coloridas. ¿Esto era nuestro futuro? ¿En esto terminaba la civilización que comenzó en Mesopotamia? Con estas preguntas alcanzamos un edificio que, al parecer, era el hogar de los Eloi.
   Tenía una enorme entrada y todo el interior estaba copado de aquellos pequeños humanos. Ausentes, aburridos, ociosos. A muchos nos vino la imagen de los animales de nuestros zoos, que ocupan su plácida, y aburrida, existencia en comer, dormir y observar indiferentes el curso del día. El suelo del recinto estaba hecho de bloques de un metal blanco, desgastado y plagado de surcos.

   Comprobamos que la fruta era su único alimento. También que entre ellos no había ancianos, ni siquiera seres con un aspecto que superara nuestros veinte años. ¿Habrían alcanzado el secreto de la eterna juventud? ¿Eran conscientes de ello?
  Así transcurrió nuestro primer día. Estábamos cansados. Muy cansados como para leer nuestros relatos. Nos dormimos con la amarga sensación de que eso fuera lo único que nos ofreciera el futuro: una sombra de lo que fue el ser humano. A la mañana siguiente comprobaríamos que bajo esa placidez también se escondían demonios.
  «¡Ha desaparecido! ¡La Máquina del Tiempo ha desaparecido!», esos fueron los gritos del Viajero a través del tiempo que nos despertaron cuando el Sol apenas había despuntado por el horizonte. Intentamos preguntar a los Eloi, pero estos nos observaban atónitos, incapaces de comprender ni siquiera nuestra preocupación.
   Eso nos convenció de que ellos jamás habrían pensado en esconderla, aunque fuera jugando. La máquina pesaba demasiado y esos seres no estaban acostumbrados al esfuerzo. Eso nos hizo pensar en que, tal vez, habría alguien más. Nos dividimos en grupos e inspeccionamos los alrededores. No encontramos ni rastro de la máquina, pero cuando nos reunimos por la tarde, todos compartimos la misma observación: la existencia de unos pozos inusuales, repartidos a lo largo del terreno.
  Y de los ruidos de máquinas que parecían ascender de esa oscura profundidad.
  No conseguimos de los Eloi mayor información acerca de la naturaleza de esos pozos. Pero sí nos dimos cuenta de algo: acercarse a ellos era lo único que parecía provocarles angustia. Eso nos dio una pista muy clara de dónde podría estar nuestra máquina, aunque para conseguirla tuviéramos que bajar por allí.
  Afortunadamente, no hace mucho que viajamos al Centro de la Tierra, así que ciertamente estábamos preparados para semejante tarea. No solo físicamente, sino materialmente. La experiencia nos ha hecho ser previsores y solemos llevarnos bastante material para posibles imprevistos. En esta ocasión fueron las linternas y alguna caja de cerillas lo que nos permitirían recuperar nuestra máquina.
    El día siguiente lo dedicamos a preparar el material y fabricar, aunque rudimentarias, algunas armas para defendernos de lo que fuera que se escondiera allí debajo. Algunos continuaron inspeccionando la zona y fue así como descubrimos que en el pedestal de la Esfinge Blanca había una puerta. Comenzaríamos por allí.
    Decidimos entrar de buena mañana. Fueran quien fueran aquellos seres subterráneos seguro que la luz del Sol no era algo que les gustara. La puerta estaba cerrada, algo que nos indicó que debían tener cierto grado de inteligencia. Al menos superior a los Eloi. Con un listón de hierro conseguimos hacer una palanca con la que abrirla. El olor que nos recibió era nauseabundo y el lugar se presentaba como algo sofocante y opresivo. Incluso, creímos oler unas débiles emanaciones a sangre fresca. Un olor que no tardaríamos en descubrir de dónde procedía.
   Pero ahí estaba nuestra Máquina del Tiempo. Observamos que algunas piezas estaban sueltas, como si aquellos seres de la oscuridad hubieran estado examinándola, intentando comprender su funcionamiento. Nos separamos en dos grupos: unos se encargarían de trasladar la Máquina al exterior; otros, montaríamos guardia en los accesos que confluían en esa lóbrega sala. Quienes nos encargamos de esta segunda tarea enseguida percibimos un murmullo de voces.
  Y unos ojos que refulgían en la oscuridad como lo hacen los de los búhos y los gatos.
  La curiosidad nos hizo adentrarnos en esos túneles angostos. Entonces fue cuando vimos a aquellas abominaciones de aspecto simiesco llamadas Morlocks.

      También descubrimos el origen de aquel olor a sangre. ¡Eran los cuerpos descuartizados de los Eloi! No eran como los animales del zoo, sino el ganado que vivía plácidamente, ignorante de su destino como alimento de los Morlocks. El horror de aquello nos hizo regresar de inmediato a la sala. En nuestra huida, algunos sentimos las rugosas manos de aquellos monstruos tirando de nuestra ropa. Como alimañas cazando a su presa.
      Nunca nos parecerá tan dulce la luz del Sol como la que nos recibió al regresar a la sala de la que el resto del grupo ya había conseguido sacar la Máquina del Tiempo.
     La llevamos al edificio donde se reunían los Eloi. Y en los días que siguieron organizamos guardias a su alrededor. Por las noches, encendíamos hogueras para evitar que los Morlocks se acercaran. Ver a los Eloi observando boquiabiertos las llamas nos conmovió. ¡Cuán indefensas e ignorantes eran esas criaturas!
      ¿Qué hacer? Desde luego, pese a que ambas especies eran descendientes de nuestra Humanidad, los Eloi nos inspiraban mayor cercanía. ¿Cómo ayudar a quien se ha acostumbrado a una vida vacía, acomodada y sin ambición o curiosidad? ¿Cómo conseguir que el ganado sea capaz de defenderse?
      En eso pensamos hasta que hoy hemos comprendido lo que hay que hacer. Los hemos reunido en un palacio de porcelana verde que encontramos en una de nuestras excursiones. En su época, debió ser un museo. Encontramos en él hasta una biblioteca, aunque los libros solo eran una masa de celulosa.
     Sí, para que pudieran progresar y defenderse antes deben aprender a soñar con una realidad más allá de la que se les muestra ante sus ojos. Con ello, tal vez, empezaran a imaginar y a trascender.
    Y para eso nada mejor que los cuentos. Nuestros maravillosos 23 relatos de esta edición que, uno a uno, van a leer los participantes: Francisco Moroz, Bruno Aguilar, Sara Nieto, Mirna Gennaro, María Pilar, José R. Capel, Yessy Kan, Conrad Crad, Mª Carmen Piriz, Emerencia Joseme, Beatriz Vélez, Puri Otero, Marta Navarro, Beba Pihen, Luigi Callieri, Jorge Valín, Paco López Castelao, Josep Mª Panadès, Ramón Márquez, Paola Panzieri, Araceli Rodríguez y Ulises Castellano.
     Así que llegó la hora de leer sus relatos.
MENCIÓN HONORÍFICA     Comencemos con los relatos clasificados entre el séptimo y cuarto puesto, los cuales son candidatos a la publicación en la antología anual. 
   La SÉPTIMA posición, con 72 puntos, ha sido para: 

• EL CORO DE BABEL de Beatriz Vélez en su blog CAFÉ LITERATO. Ha sido votado por 13 participantes:  10 ptos. (1), 9 ptos (2), 8 ptos. (2), 7 ptos. (0), 6 ptos. (3), 5 ptos. (1), 4 ptos. (0), 3 ptos. (2), 2 ptos. (0), 1 pto. (2).

   El número que aparece entre paréntesis se corresponde al total de participantes que otorgaron la puntuación correspondiente.
    La SEXTA posición, con 81 puntos, ha sido para:

• LOVE STORY SOBRE AZUL de Bruno Aguilar en su blog MENSAJE DE ARECIBO. Ha sido votado por 17 participantes:  10 ptos. (0), 9 ptos (2), 8 ptos. (2), 7 ptos. (0), 6 ptos. (4), 5 ptos. (0), 4 ptos. (2), 3 ptos. (3), 2 ptos. (2), 1 pto. (2).

     La QUINTA posición, con 83 puntos, ha sido para:

• LA MIRILLA de Josep Mª Panadès en su blog RETALES DE UNA VIDA. Ha sido votado por 14 participantes:  10 ptos. (2), 9 ptos (2), 8 ptos. (2), 7 ptos. (1), 6 ptos. (0), 5 ptos. (1), 4 ptos. (1), 3 ptos. (3), 2 ptos. (2), 1 pto. (0).

      La CUARTA posición, con 90 puntos, ha sido para:

• PROYECTO CANLARCHÍN de Jorge Valín en su blog ENTRE LAS BRUMAS DE GALLAECIA. Ha sido votado por 16 participantes:  10 ptos. (3), 9 ptos (1), 8 ptos. (1), 7 ptos. (1), 6 ptos. (2), 5 ptos. (1), 4 ptos. (1), 3 ptos. (3), 2 ptos. (3), 1 pto. (0).

  Y llega el momento del podium de ganadores.
 Con 93 puntos se ha llevado el TINTERO DE BRONCE el relato WHATSAPP escrito por José R. Capel PURPLE,  en su blog RELATOS EN RE MENOR.

  Este relato ha sido votado por 16 participantes:  10 ptos. (3), 9 ptos (0), 8 ptos. (3), 7 ptos (2), 6 ptos (1), 5 ptos. (2), 4 ptos (1), 3 ptos. (0), 2 ptos (1), 1 ptos (3). Enhorabuena a José R. Capel por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
    Con 107 puntos, se lleva el TINTERO DE PLATA el relato CUERNO DE CABRA, escrito por Tara en su blog TARA.

 Este relato ha sido votado por 15 participantes:  10 ptos. (3), 9 ptos (2), 8 ptos. (1), 7 ptos. (2), 6 ptos. (5), 5 ptos. (0), 4 ptos. (1), 3 ptos. (1), 2 ptos. (0), 1 pto. (0). Enhorabuena a Tara por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
   Con 110 puntos, el TINTERO DE ORO de marzo de 2019 corresponde a... LA SALTADORA, escrito por SARA NIETO, en su blog CUENTOS CONTIGO.

  
   Este relato ha sido votado por 15 participantes:  10 ptos. (5), 9 ptos (3), 8 ptos. (0), 7 ptos (3), 6 ptos (0), 5 ptos. (1), 4 ptos (1), 3 ptos. (0), 2 ptos (1), 1 ptos (1). Enhorabuena a Sara Nieto por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog y la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO, la corrección profesional de Grisel R. Núñez, creadora de uno de los mejores blogs de narrativa como es CAFETERA DE LETRAS.

     Y como esto es un no parar, YA PODÉIS PARTICIPAR EN LA IV EDICIÓN DE EL TINTERO DE ORO (2T.). Para aquellos compañeros de letras que se animen por primera vez os resumo las BASES:

• Puede participar cualquier autor en lengua castellana que tenga un blog, excepto los tres ganadores de la edición de este mes: Sara Nieto, Tara y José R. Capel, quienes podrán compartir su relato pero fuera de concurso y, llegado el caso, serán los encargados de deshacer los empates que se pudieran producir.

• Se podrá participar con cualquiera de los relatos que publiquéis en vuestro blog durante este mes de abril. La extensión del relato no podrá exceder las 900 palabras de extensión. 

• Para participar bastará con que indiquéis el enlace a vuestro relato en los comentarios a esta entrada.

• Recordad, tenéis de plazo hasta el día 30 de abril.

• Los participantes serán los únicos que puedan votar. Tendrán de plazo del 1 al 10 de mayo y podrán votar a los diez relatos que más les hayan gustado, otorgando una puntuación decreciente(10 ptos. al que más os guste; 9, al siguiente... y así hasta dar 1 pto. al décimo)

• El ganador recibirá una corrección profesional a cargo de GRISEL R. NÚÑEZ, autora del blog CAFETERA DE LETRAS.

  Si queréis consultar las bases solo tenéis que hacer clic AQUÍ, así mismo podéis participar en la comunidad de FACEBOOKo en la de ME WE
  Y recordad que tenéis a vuestra disposición la primera antología de relatos de EL TINTERO DE ORO AHORA QUE NADIE NOS OYE, el primer hijo literario del concurso, que podéis adquirir ya en Amazon
  Ojalá que la Humanidad, representada por los Eloi, conozca una nueva Edad de Oro. Con sus miserias, pero con sus grandezas. Decidimos dejarles nuestros relatos para ese fin. También despedimos al Viajero a través del Tiempo para que siga surcando nuestra historia. Seguro que pronto volveremos a saber de él.
   Y regresamos a casa escuchando el tema El lenguaje de las piedras, de la banda sonora de la película The Time Machine compuesto por Klaus Badelt. En esta ocasión un tema coral, con un toque étnico maravilloso que va a haceros soñar. Palabra.

   ¿Y la próxima edición? Bueno, os dejo dos pistas. La primera es que el 25 de abril se cumplen 300 años desde que sus aventuras comenzaran a cautivar a medio mundo. La segunda es:

¡Saludos tinteros!
Nota: El texto es una adaptación libre de la novela La Máquina del Tiempo, de H. G. Wells. En el mismo se han incluido algunas frases originales de dicha obra.