Revista Literatura

GALA DE PREMIOS XX EDICIÓN: CRÓNICAS MARCIANAS de Ray Bradbury

Publicado el 15 abril 2020 por David Rubio Sánchez
GALA DE PREMIOS XX EDICIÓN: CRÓNICAS MARCIANAS de Ray Bradbury
   «Transferencias de orbitador desde tierra a potencia interna.» 
  ¡Bienvenidos a una nueva Gala de Premios de El Tintero de Oro! Retransmitimos en directo desde la base de la NASA en Cabo Cañaveral.   ¡Qué emoción! Faltan apenas cincuenta segundos para el despegue de la sonda Mars Gold Inkwell rumbo a Marte. Una sonda espacial y muy especial para nosotros porque la misma incluye un CD con los relatos participantes de esta edición, todo ello gracias a la generosa invitación del equipo de la División Científica Planetaria de la NASA. 
   «Iniciando secuencia automática del secuenciador de lanzamiento.» 
   ¡Treinta segundos!   El director de la misión, un tipo bastante majo, nos ha comentado con todo lujo de detalles los entresijos de un lanzamiento espacial. De hecho, sigue haciéndolo, aunque ahora no le prestemos mucha atención. ¡Faltan 16 segundos! 
   «Activando el sistema de supresión de sonido de la plataforma de lanzamiento.» 
   Jo, en apenas nueve meses nuestros relatos podrán leerse en Marte y conformarán la segunda biblioteca marciana junto a aquellas Visiones de Marte que transportó la Phoenix Mars Lander en 2007.    ¡No apartéis la vista del cielo!

GALA DE PREMIOS DE LA XX EDICIÓN: CRÓNICAS MARCIANAS de RAY BRADURY

   Aunque la sala de lanzamiento es un espectáculo de ordenadores, botones luminosos, pantallas y mucha tensión, hemos preferido observar el lanzamiento desde la explanada exterior. El reloj de cuenta regresiva está a punto de indicar los 12 segundos, momento en el que por los altavoces comenzará la clásica y emocionante cuenta atrás previa al despegue. El director de la misión nos ha dicho que en realidad no es necesaria, que fue una broma sacada de una película de Fritz Lang.    Ni qué decir que tenemos la piel de gallina y los pelos como escarpias mientras observamos el cohete que transporta la sonda. 
  «Twelve, eleven, ten…» 
  «Activando el sistema de combustión de hidrógeno del motor principal.» 
  «Nine, eight, seven…» 
  «Arrancando motor principal.» 
  «Six, five, four, three, two, one, zero… Ignition!» 
   El cohete inicia su ascenso dejando atrás una estela de llamas y una marea de aire cálido, como si alguien hubiera dejado abierta la puerta de un horno. El rugido de los motores hace inaudibles los aplausos de todos los que contemplamos este milagro.    Jo, ¡qué momento! Pronto, el infinito silencio del espacio envolverá a la sonda hasta que alcance Marte.    Y con esto nos despedimos hasta el próximo mes, esperando que hayáis disfrutado de esta gala tan especial. mientras nuestros relatos nave… gan por las frías agu...as del... Uni…ver…so.     ¿Quién pu... die... ra vi...a jar a... Marrr……
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  Veo luz. Azulada. Cristalina. También distingo una mancha parduzca, y sonidos. Sonidos que conforman melodías, melodías que cuentan historias. Historias que fluyen en el océano del espacio-tiempo.     No siento más allá de eso. De hecho ¡no siento ni mi propio cuerpo!     «¿Estos son vuestros sueños?»     La voz resuena en mi mente, pero no es la que normalmente da forma a mis pensamientos. Es una voz femenina. Dulce como el galán de noche.     «¿Por eso has venido?»    ¿Dónde estoy? Recorro con la mirada la luz blanca hasta encontrar la mancha parduzca. Ahora distingo sus contornos. Es un rostro. Un rostro coronado con cabellos rojos como las rosas rojas. Me está mirando. Amarillos como el sol, así son sus ojos.    Poco a poco siento mi propio peso. El tacto es agradable. Brumoso como una cama hecha de nubes.     —¿Qué hago aquí? —digo con una voz pastosa, casi un murmullo inaudible.     —Esa es una buena pregunta. —Ahora percibo la voz a través de mis oídos. Sigue siendo dulce—. Me llamo Ylla.    Ylla. Curioso nombre. Como las paredes que ahora distingo. Cristales moteados con formas doradas que dejan traspasar la luz que ya me permite ver toda la extraña belleza del ser que me habla. Su roja melena descansa en sus hombros cubiertos con la blanca túnica que conforma su vestimenta. Lleva algo en las manos. Es de metal, parece un libro.     —¿Qué eran esos sonidos que escuchaba?     —Eso es lo que te pregunté cuando abriste los ojos. ¿Son estos vuestros sueños?     —Parecían historias… —Entonces me doy cuenta—. ¡Son los relatos de esta edición de El Tintero de Oro! ¡La sonda a Marte! ¡Los participantes! ¿Qué nos ha pasado?
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    Me reincorporo con premura, con tanto brío que de repente todo aquel lugar parece girar en torno a mí. Ylla me acaricia en la mejilla. Como un ancla que se posa en el foso marino para detener una embarcación a la deriva.     —Solo sé que llegaron antes que tú —dice mostrándome el libro—. No has sido el único, el viento trae noticias de que este prodigio ha ocurrido en otros treinta lugares de Tyrr.     —¿Tyrr?     —Creo que vosotros lo llamáis Marte.     ¡Marte! ¿Cómo puede ser? ¿Estoy soñando? Instintivamente me palpo, me toco la cara, el pelo, la mejilla… Todo tiene consistencia y ella está ahí, mirándome con los dos soles de su rostro y el libro de metal en las manos. Observó la cama en la que estaba, una bruma que una vez servido su propósito se funde con la pared acristalada.     —¿Cómo he llegado aquí? —le pregunto a Ylla.    —Creo que el porqué es más interesante que el cómo. Dime, ser de tez blanca, ¿por qué querías venir a Marte?     No sé qué responder. Observo una puerta triangular y a través de ella una extensión azul. ¿Azul?     —En la Tierra también lo llamamos Planeta Rojo por el color del paisaje que muestran las imágenes enviadas por nuestras sondas. ¿Esto es realmente Marte?     —¿Quieres comprobarlo? —me pregunta Ylla poniéndose en pie mientras extiende su brazo pardo hacia la puerta triangular.    No tiene que repetírmelo. Una fina lluvia nos recibe nada más salir. Llueve pese a que el cielo exhibe un azul de verano en el que reina un sol un poco más menguado que el de la Tierra. Eso observo mientras gotas como perlas se deslizan sobre mi piel.    —Es el hielo de los capiteles de la casa —me informa Ylla cuya piel parda reluce mientras recibe agradecida la lluvia de otro capitel—. Disfrútalo sin prisas, te hará más soportable el calor del lugar hacia el que vamos.    Cierro los ojos. Y disfruto de cada gota de esa agua marciana.
GALA DE PREMIOS XX EDICIÓN: CRÓNICAS MARCIANAS de Ray Bradbury   Cuando Ylla dice que ya es suficiente me indica que nos encaminaremos por la orilla de un mar seco, hacia unas colinas vestidas de soledad azul, como todo lo que rodea la casa de cristal de Ylla. Ella percibe mi sensación. Y yo percibo que ella siente lo mismo. Me dice que en otro tiempo aguas verdes recorrían ese mar y viñas exuberantes servían de cobijo al sofocante sol.
    Presumo que el camino va a ser largo y penoso, así que tomo aire antes de dar el primer paso.    Al dar el segundo, noto que mi cuerpo es extrañamente ligero; al dar el tercero, me digo si podría impulsarme un poco más. ¡Casi dos metros! Noto mis articulaciones flexibles, poderosas, así que doy el cuarto. ¡Tres metros! Entonces decido saltar. ¡Seis metros! Siento el aire cálido de Marte abriéndose ante mí, acariciándome como un amante delicado. Grito. Dejo que mi júbilo se libere como la gravedad marciana permite que lo haga mi cuerpo. Y sigo gritando con todas mis fuerzas mientras recorremos veinte metros a cada salto. Ylla sonríe. Su alegría no solo la observo con mis ojos, también la siento dentro de mí.    En seguida divisamos embarcaciones blancas tiradas por pájaros de fuego. Un poco más allá un pueblo marciano, cuyas casas son como trenzas de marfil curvándose entre unas colinas ahora verdes. En una de ellas observo a alguien en un balcón. Me acerco en tres saltos. Es una niña. De sus manos pardas sube y baja una araña dorada atada a un hilo de seda. Sonrío y ella me sonríe. Me ofrece su araña, que recojo de sus finos dedos. La araña de oro vuelve a subir y bajar, junto a pequeñas estrellas líquidas que emanan del balcón formando un charco sobre la arena azul. Veo mi reflejo en él.    Mi reflejo, ¿mi reflejo? ¡Mi reflejo! El niño que una vez fui me devuelve la mirada sobre la superficie acuosa, sonriéndome mientras juega con su yoyó arácnido. ¿Cómo es posible tal maravilla? Miro mis manos tersas, los dedos gráciles y delgados sobre los que se ciñe el hilo de seda. Devuelvo la araña a la niña y en tres saltos cubro los trescientos metros que me separan de Ylla.     —¡Vuelvo a ser un niño, Ylla! ¿Cómo…?    —A los terrícolas parece que os cuesta aceptar sin más lo que os es dado. —Ylla observó un instante el horizonte—. Dime, ¿sabes ya por qué quieres estar aquí?    —¡Claro que sí! ¡Para saltar! ¡Para jugar con arañas doradas! Para contemplar seres maravillosos que navegan en barcas tiradas por pájaros de fuego, hum…    —¿Sí?    —¿Se os iluminan los dedos como a ET? ¿Tenéis espadas láser? ¿Os teletransportáis? ¿De vuestra espalda nacen alas de acero? Por favor, Ylla. ¡Muéstramelo todo!     La marciana de cabellos rojos sonríe con dulzura y reanuda la marcha hacia un desierto azul como el mar. La sigo intentando no dejarme ni el menor grano de arena por ver.
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   Poco a poco, volvemos a la soledad. Hace un buen rato que dejamos atrás los pueblos. El sol marciano se recuesta sobre las cimas de unas montañas desnudas, proyectando sus alargadas sombras sobre el desierto azul. Al otro lado del lienzo celestial observo las dos lunas de Marte asomándose. Fobos y Deimos, son lo nombres inventados por nosotros para ellas. ¿Cómo serán sus nombres reales?    Voy a preguntárselo a Ylla, pero siento que me falta el aire. Me detengo. El corazón me late con fuerza y un dolor agudo asoma en mis articulaciones. El sudor recorre mi piel como lava ardiente. Cambio la pregunta por la petición de continuar andando a la manera de la Tierra. Ylla accede. Mis pies pesados se introducen a cada pisada en la arena ahora ennegrecida.    Distingo un resplandor en el suelo. Me arrodillo. Es una máscara de plata. Me reflejo en ella, pero ella ya no me devuelve la imagen del niño que se perdió en el tiempo, sino de la persona que cada día me recibe en el espejo al levantarme.    —Es una de las máscaras que usamos cuando queremos mostrar nuestros sentimientos —me dice Ylla—. ¿Sabes ya por qué quieres estar aquí?    —Porque debe ser así. Es nuestra naturaleza humana desde que nuestros antepasados lograron caminar erguidos. Debemos explorar, progresar, ¡conquistar el futuro! Buscar nuevas fronteras, nuevos retos. La Tierra se nos queda pequeña, necesitamos otras fuentes de energía, comprender cómo funciona el universo y encontrar otras civilizaciones con las que mejorar nuestra tecnología.    Ylla no añade nada, como la primera vez que me lo preguntó. Reanuda su marcha, acomodándola a una que pueda aguantar. Dejo la máscara en el arenoso suelo y la sigo.
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   La noche se ha cerrado. Hace frío. Mucho frío. Las dos lunas bañan con su luz de plata unas rocas espigadas, resquebrajadas como el rostro de un anciano. Cojeo desde hace un rato. Me siento muy cansado. Respiro por la boca, pero ni aun así me llega el aire a los pulmones. Ylla se ofrece como bastón y me dirige hacia unos muros de cristal tan resquebrajados como las rocas.    Mientras la marciana me habla de esas ciudades que llevan siglos abandonadas yo no puedo apartar la mirada de muro acristalado, del anciano que ahora me devuelve la gastada mirada entre reflejos de marfil. Llevo mis huesudos y agrietados dedos a los ojos. No quiero verlo. No quiero verme.    —¿Ya sabes por qué quieres estar aquí?    Mis piernas ya no me soportan. Debo sentarme. Ylla me ayuda con dulzura. Vuelve a hacerme la misma pregunta. ¿Ya sabes por qué quieres estar aquí?   —Para comprender por qué razón estos ojos míos están contemplando ahora esas dos lunas del cielo. —respondo—. ¿Qué razón tiene la vida? ¿Una afortunada combinación de elementos químicos? ¿El resultado de un creador? ¿Qué propósito o ausencia de él puede explicar nuestra existencia? ¿Qué hay más allá de lo que vemos, si lo hay?     Esta vez, la marciana respondió.     —¿Y pensabas que nosotros sabríamos todo eso? —Se sienta a mi lado y apoya su cabeza en mi atrofiado hombro—. Los hermosos sueños que nos habéis enviado nos presentan como ángeles o como demonios. ¿Os habéis planteado que, tal vez, solo seamos como vosotros?    —Necesitamos que seáis mejores. —Miro a los ojos amarillos de Ylla—. Sé sincera, ¿habéis encontrado esas respuestas?    Ylla señala con el dedo hacia más allá de las ruinas del pueblo abandonado.    —Tras la última edificación. Allí se encuentra todo lo que quieres saber. Solo tienes que levantarte y recorrer esa distancia.    —¿Tú vendrías conmigo?    —No.    —¿Por qué?    —¿Te has preguntado qué harás después de que hayas traspasado ese último horizonte? Dime, ¿cruzarías de nuevo este desierto conociendo lo que hay al final? —Ylla me muestra el libro metálico con nuestros relatos—. ¿Continuaríais soñando?    Siento su piel, es todavía cálida pese al frío. Tanto como el tacto de su mano. En ese instante me doy cuenta de que tiene seis dedos. Paso mi brazo sobre su hombro. Comienza a llover, las gotas brillan como diamantes.    Después de todo lo andado, allí están las respuestas más ansiadas. Tal vez a doscientos pasos.    Solo doscientos pasos para conocer el porqué de todo.    Cierro los ojos y decido seguir soñando.    Junto a Ylla.
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MENCIÓN HONORÍFICA

    DEL PUESTO DÉCIMO AL OCTAVO
10. Con 32 ptos. HAY UN GALLEGO EN LA LUNA (votado por 8 participantes), de Araceli Rodríguez.9. Con 37 ptos. VOLAR PEGADOS ES VOLAR (votado por 11 participantes), de María Pilar.8. Con 38 ptos. UN CANTO A LA EXTINCIÓN (votado por 9 participantes), de Bruno Aguilar.
  DEL PUESTO SÉPTIMO AL CUARTO     El número que aparece entre paréntesis se corresponde al total de participantes que otorgaron la puntuación correspondiente.
7. Con 41 ptos. EN ESE PAÍS DE CIEGOS, de Barry Byrne. Ha sido votado por 9 participantes: 7 ptos. (3), 6 ptos (0), 5 ptos. (2), 4 ptos. (1), 3 ptos. (1), 2 ptos. (1), 1 ptos. (1)6. Con 44 ptos. ERIK, CIUDADANO DE SEGUNDA CLASE, EMPLEADO DE NIVEL C, de Isan Isan. Ha sido votado por 9 participantes: 7 ptos. (1), 6 ptos (1), 5 ptos. (3), 4 ptos. (4), 3 ptos. (0), 2 ptos. (0), 1 ptos. (0)5. Con 48 ptos. UN MILLÓN DE AÑOS, de Isabel Caballero. Ha sido votado por 14 participantes: 7 ptos. (1), 6 ptos (2), 5 ptos. (2), 4 ptos. (3), 3 ptos. (0), 2 ptos. (1), 1 ptos. (5)4. Con 53 ptos. EL MARCIANO Y EL TERRÍCOLA, de Estrella Amaranto. Ha sido votado por 11 participantes: 7 ptos. (3), 6 ptos (1), 5 ptos. (2), 4 ptos. (2), 3 ptos. (2), 2 ptos. (1), 1 ptos. (0)
  Y llega el momento del podium de ganadores.
 Con 56 puntos se ha llevado el TINTERO DE BRONCE el relato BLANCO escrito por José R. Capel, en su blog RELATOS EN RE MENOR.
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  Este relato ha sido votado por 14 participantes:  7 ptos (3), 6 ptos (3), 5 ptos. (0), 4 ptos (1), 3 ptos. (2), 2 ptos (2), 1 ptos (3). Enhorabuena a José por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
    Con 76 puntos, se lleva el TINTERO DE PLATA el relato LA SEÑAL, escrito por Jorge Valín en su blog ENTRE LAS BRUMAS DE GALLAECIA.


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 Este relato ha sido votado por 18 participantes:  7 ptos. (2), 6 ptos. (3), 5 ptos. (2), 4 ptos. (4), 3 ptos. (5), 2 ptos. (1), 1 pto. (1). Enhorabuena a Jorge por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
   Con 95 puntos, el TINTERO DE ORO de marzo de 2020 corresponde a... EL UMBRAL DEL TIEMPO, escrito por PACO LÓPEZ CASTELAO, en su blog CASTRO ARGUL.

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        Este relato ha sido votado por 19 participantes: 7 ptos (3), 6 ptos (6), 5 ptos. (4), 4 ptos (3), 3 ptos. (1), 2 ptos (1), 1 ptos (1). Enhorabuena a Paco por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog y la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO, la corrección profesional de Grisel R. Núñez, creadora del blog  CAFETERA DE LETRAS y una radio ficción en vídeo y archivo de audio dramatizada por Ramón Márquez, creador del blog NOVELESCO.




GALA DE PREMIOS XX EDICIÓN: CRÓNICAS MARCIANAS de Ray Bradbury

¡Gracias por inspirarnos, Ray!

   Una de las célebres frases que se recogen en Crónicas Marcianas es aquella que dice Cuando no se puede tener la realidad, bastan los sueños. Quizás lo que hemos vivido en esta gala haya sido un sueño o algo que realmente nos ha pasado. Lo cierto es que de vuelta a la base de Cabo Cañaveral, una vez que la sonda ya abandonó nuestro planeta, todos los que hemos participado en esta edición tenemos la sensación de haber vivido algo único para cada uno de nosotros. Dado que los treinta participantes hemos estado en Marte, si se lo preguntamos, tal vez nos cuenten su propia experiencia en los comentarios.
   Y con esta petición, despedimos al gran Ray Bradbury cuyas letras son una invitación permanente para soñar. Sin embargo, cuando dormimos, no solo soñamos.
  En ocasiones, sufrimos pesadillas.
  Terroríficas pesadillas como las que poblarán la siguiente edición.

XXI EDICIÓN: EL EXORCISTA de William Peter Blatty

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Si queréis podéis insertar esta imagen en vuestro relato


   Ya podéis participar en la siguiente edición (la penúltima) del concurso literario para blogs. Os dejo un resumen de las normas de la convocatoria. Para más información AQUÍ 
  Tema: El relato deberá contar con, al menos, uno de estos requisitos (podéis elegir uno, dos o los tres): 
  • Escribir una historia de Terror sobrenatural: Posesiones, fantasmas, sucesos paranormales...
  • Un relato en el que se mencione con sentido la novela El exorcista o al autor, William Peter Blatty.
  • Un relato en el que la acción transcurra en un cine mientras proyectan El exorcista.

  Extensión: 900 palabras como máximo.
  Publicación: Deberéis publicarlo en vuestro blog en este mes de abril.
  Participación: PARA CONFIRMAR VUESTRA PARTICIPACIÓN DEBERÉIS INSERTAR EL ENLACE A VUESTRO RELATO EN LOS COMENTARIOS DE ESTA ENTRADA.
   Plazo: Desde 15/04/2020 hasta el 30/04/2020
 Revista Digital: El Tintero de Oro Magazine del mes de mayo incluirá todos los relatos participantes.
   Si quieres aportar una reseña de la novela, una crítica cinematográfica de la adaptación, una biografía o un artículo sobre WILLIAM PETER BLATTY, podréis remitírmela al mail [email protected] hasta el 30 de abril.
 ¡Saludos tinteros!

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