Revista Literatura

Gala de premios xxv edición: wilt de tom sharpe

Publicado el 28 febrero 2021 por David Rubio Sánchez
GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE
    

Capítulo 1: Nos recibe el analista

    Los recibió una prodigiosa barba gris que se posaba en una prominente barriga. Ello hubiera bastado para que los escritores de El Tintero de Oro hubieran puesto pies en polvorosa. Que no lo hicieran sería motivo de intenso debate y más cuando se fijaron en que el propietario de ambas estaba desnudo. Cierto es que esa circunstancia —lo que da cuenta del tamaño de la barba y la barriga— solo se mostró una vez entraron en el chalet de los Pringsheim y el tipo se dio la vuelta mostrando abiertamente su trasero.    —¡Sally! Ya están aquí los escritores —voceó.    Viendo que Sally Pringsheim no daba señales de vida, el tipo asumió el papel de anfitrión.    —Debe estar en la parte trasera de la finca con los demás. Soy el profesor Scheimacher.     No supieron decidir qué resultaba más inquietante, si el hecho de que no hiciera la más mínima referencia a su desnudez o la súbita noticia de su profesión.    —Caramba… ¿ha dicho profesor?     —Analista, para ser más exacto.    —¡Ah! —exclamaron los escritores—. Debe ser muy cansado eso de estar todo el día analizando datos en el ordenador.    —Si es cansado o no es algo que desconozco. —El profesor Scheimacher arqueó las cejas casi tan pobladas como la barba—. ¡Ja, ja, ja! Sepan disculparme, siempre olvido que la mayoría de la gente es conventional. Soy el fundador del analismo.    Sabían que no debían preguntar, pero lo hicieron.    —El analismo —explicó— parte de la idea de que el culo es lo único que nos iguala a todos. Ricos y pobres; hombres y mujeres; ¡todos tenemos uno! Y no solo eso, ¡el culo nunca engaña! Como nos han enseñado los perros durante años, la mejor forma de conocer a alguien es… dejen que se lo demuestre.    El hombre, su barriga y su barba se pusieron a cuatro patas y alzando la cabeza dirigió su nariz hacia el trasero de los escritores.

CAPÍTULO 2: EL ESCRITOR RADICALMENTE HIPERBREVISTA

    —Esperen, esperen… Si les da vergüenza pueden oler ustedes el mío.    Pese a la tentadora la oferta, los escritores esta vez sí pusieron los pies en polvorosa hacia la parte trasera del chalet que era donde estaba montada la barbacoa y la fiesta a la que habían sido invitados para celebrar la gala.     Cuando vieron la multitud allí reunida cayeron en la cuenta de que no conocían físicamente a Sally. Así que le preguntaron a un joven que estaba haciéndose fotos con el móvil. Vestía un abrigo gris, pese a que no hacía frío; una camisa negra desabotonada hasta el cuarto botón, pese a que tampoco hacía calor; y cubría su cabeza con una gorra francesa y gafas de sol pese a que estaba nublado.    —Disculpe, estamos buscando a la señora Sally Pringsheim —le preguntaron.   —¿La señora Sally? ¡Ah! ¡Nena clítoris! Hace un rato que no la veo, entró en casa junto a un tal Wilt, un tipo de aspecto bastante vintage, pero no crean que a lo Warhol, sino en plan cutre, ya me entienden. ¿Y ustedes son?    —Recibimos una invitación para celebrar nuestra gala de relatos.    —¡Oh! ¡Son los storywritters! ¡Es un placer conocerlos! ¡Esto hay que celebrarlo con un selfie!El joven dio muestra de su pericia con el móvil y en un suspiro fue capaz de selfiarse con cada uno de los treinta y cuatro escritores y subir las fotos a su Instagram.    —¿Saben? Yo también escribo. Practico el hiperbrevismo radical como parte de mi apuesta por el lenguaje elusivo. Seguro que me conocen soy @greylove, con tres millones de followers en mis redes.    Los escritores quedaron ojipláticos.    —¿Ha dicho Greylove? —acertó a preguntar uno intentando así dar tiempo al resto para que digirieran toda la información recibida.    —Arroba, por favor, @greylove. El arroba es fundamental —dijo mientras deslizaba los dedos por el móvil—. Miren, ¡mi último relato!    Los sesenta y ocho ojos se posaron en la pequeña pantalla. En ella, aparecía una foto a lo anuncio de colonia cara en la que @greylove se encontraba tumbando en un diván, al calor de una chimenea, y con un libro en la mano. Como único texto se podía leer «Soñando».    —Bonita foto —dijeron los escritores—. Vemos que le gusta Scott Fitzgerald.    —¿Quién?    —El libro que sostiene es El gran Gatsby.    —¡Ah, sí! Es que soy super fan de Di Caprio, y en esa película estaba spectacular. Así que cuando me enteré de que hicieron una novela me dije: «@greylove esto tiene que estar en tu instagram».  ¿Qué les ha parecido el relato?    —¿Relato?    Los sesenta y ocho ojos volvieron a mirar la pantalla, pero solo se reencontraron con la palabra «Soñando». Y así se lo hicieron saber.    —¡Exacto! —exclamó eufórico—. ¡No les parece genial! Cuando ideé el lenguaje elusivo como superación del conflicto inclusivo-exclusivo pensé que el problema de las novelas es que tenían muchas palabras y así es imposible no meter la pata y que algún lector se moleste. Entonces me dije: «@greylove, ¿por qué no escribir novelas de una palabra?»

CAPÍTULO 3: EL DILEMA DE LA COMIDA

    Los escritores, dando muestra de que habían comprendido el concepto, se limitaron a decir «hambre» y se dirigieron a la barbacoa donde un tipo con gorro de cocinero y en calzoncillos les dispensó una ración de chistorras, solomillo, panceta y morcilla. Ya habían abierto la boca para dar el primer mordisco cuando una pareja de vegetarianos les llamó la atención desde una mesa cercana. Al acercarse les mostraron la foto de una cabritilla y un adorable cerdito.    Ante esa imagen, no tuvieron otra que dejar los platos de carne y coger los brioches de mascarpone que les ofrecieron a cambio. Sin embargo, antes de hincarle el diente, otra pareja exclamó: «¡Explotarlos es lo mismo que matarlos!». Resultaron ser unos veganos ofreciéndoles comida absolutamente libre de cualquier forma de esclavitud animal.     Los escritores dejaron los brioches y se sirvieron una sopa de miso y tofu.    No habían acercado la cuchara a los labios, cuando desde otra mesa vocearon: «Las plantas también tiene sentimientos. ¡No a la segregación vegetal!». Y es que al parecer los vegetales también sienten la música de Mozart y sufren. Así que, para no caer en tan injusta discriminación, los escritores dejaron la sopa y, siguiendo las indicaciones de estos últimos, abrieron los chakras de su cuerpo para recibir el único alimento justo y necesario: la luz del sol.    Pero, como se ha dicho, ese día estaba nublado por lo que se marcharon a un lateral del chalet, que estaba tan solitario y vacío como sus estómagos. Necesitaban un respiro para digerir, a falta de comida, todo lo que habían visto y oído hasta entonces.     Solo tuvieron un minuto.

CAPÍTULO 4: WILT Y SU EMBARAZOSA SITUACIÓN

    «Disculpen, por favor.»    Los escritores miraron a un lado y otro buscando el origen de esa voz susurrante.    «Arriba, aquí arriba.»    Así hicieron y vieron a un hombre que se asomaba con timidez por una ventana.    —¿Podrían ayudarme?    —¿Qué le sucede? —preguntaron con cierto recelo.    —No sabría cómo explicárselo para que no me tomaran por lo que no soy. Por favor, ustedes parecen normales, ayúdenme.    El calificativo de «normales» transfiguró el recelo en camaradería hacia alguien que compartía con ellos lo peculiarmente peculiares que eran el resto de invitados.    —¿Qué podemos hacer?    —Estoy en el baño. En la segunda planta del chalet, la primera puerta a la derecha. Dense prisa.    Así lo hicieron. Tras picar a la puerta, esta se abrió con misteriosa lentitud, mostrando un baño diseño de Art déco, pero a nadie dentro. Ya pensaban que eran objeto de otra excentricidad cuando, de detrás de la cortina de baño, la voz les suplicó que entraran y cerraran la puerta. Dadas las dimensiones del cuarto, los escritores debatieron, discutieron y, finalmente, sortearon la mitad que se quedaría fuera.    Cerrada la puerta, la cortina se descorrió y los diecisiete que quedaron dentro exclamaron un sonoro ¡Joder! El tipo, desnudo, se cubría con una muñeca hinchable de formas rotundas y redondas que hacían presumir su función, siendo esta confirmada cuando Henry Wilt, así se llamaba el desdichado, les indicó que la muñeca lo tenía atrapado.    —¿Lo tiene atrapado por…? —preguntó un escritor con cierta sorna.    —Joder, ¿por dónde creen que una muñeca hinchable puede tener atrapado a un tío en pelotas?    —Solo era una pregunta —comentó el escritor que sin poder contener la risa abandonó el baño para contar la situación a los que se habían quedado fuera.    —Por el amor de Dios, ¿quieren guardar las risas hasta que me quiten esta cosa de encima?    Los ahora dieciséis escritores analizaron el problema para proceder al plan de evacuación fálica. Rápidamente concluyeron que había dos factores a tener en cuenta: el pene humano y la vagina plastificada. Decidieron enfocarse primero en el pene.    —¿Ha probado a enfriar con agua la zona de… conflicto?    —¡Claro! ¿Por qué se piensan que estoy aquí? Pero casi es peor. La puñetera muñeca parece impermeable y cuanto más me enfrío por fuera más caliente parece por dentro.    Ante dicha explicación se centraron en el segundo elemento: la muñeca.    Buscaron algo punzante por el cuarto de baño con lo que desinflarla, pero solo encontraron un peine que se mostró impotente ante las carnes prietas de la muñeca. Uno de los escritores era fumador y se acordó de su mechero.

CAPÍTULO 5: SALLY Y EVA A ESCENA

    Los que esperaban fuera reían a carcajadas una vez fueron meticulosamente informados de la situación. Pasado el riesgo de ser olfateados analmente y asumido el hecho de que sus caras permanecerían de por vida en el Instagram de @greylove, las conjeturas sobre cómo había llegado el desventurado Wilt a esa situación eran algo realmente goloso.    —¿Que cómo se ha quedado enganchado? Creo que es obvio, ¿no? —dijo una escritora.    —Ya, pero no me refiero a eso. Lo que digo es que, a ver, las muñecas esas ¿tienen tamaño universal o van por tallas? Quiero decir, que si en África es igual que en China… —comentó el que planteó la cuestión.    —¡Eso es un estereotipo! ¿O lo has comprobado de alguna forma? —insinuó la escritora con picardía.    Afortunadamente para el escritor se acercaron dos mujeres. La delgada y morena llevaba del brazo a la grande y curvilínea que vestía un pijama amarillo limón y cuyos ojos estaban entre compungidos y llorosos.    —Eva, nena kleenex, te aseguro que lo he visto. ¡En mi dormitorio! —le decía la delgada, que iba descalza, en sujetador y con minifalda.    —¡Oh, Sally! Mi Henry, no. ¡Jamás! Quiero decir… pero si solo lo hacemos a oscuras una vez al mes. Con una muñeca… ¡imposible!    —Son todos iguales, nena. Por eso quiero que veas la clase de hombre con el que te has casado. Pero yo estoy aquí contigo, apoyándote… ¿Quiénes son ustedes?    Los escritores que custodiaban la puerta del cuarto de baño se cuadraron ante el tono marcial de la pregunta y se presentaron.    —¡Ah! Los nenes y las nenas writters, pero ¿cómo no me han avisado de su llegada? Mira, Eva, estos son los escritores y las escritoras de los que te hablé.    Pero Eva parecía con la mente en otras cosas.    —Discúlpenla —siguió Sally—, la pobre está en proceso de liberación y eso siempre es doloroso. Además, va a descubrir que su marido es un degenerado. ¿Están esperando para entrar en el baño?    —Aja.    —¿Todos y todas?    —Aja.    Wonderful, así tendría que ser siempre. ¿Ves, Eva? Los y las intelectuales sincronizan sus vejigas sin diferenciar a qué están enganchadas. ¡Ese es el futuro!    En ese instante, la puerta del cuarto de baño se abrió y cerró de golpe.

CAPÍTULO 6: ¿QUÉ SE ESCONDE EN LA MUÑECA?

    —Fuera hay dos mujeres —informó enseguida quien había abierto la puerta del baño.    —¿Una viste un pijama amarillo limón? —preguntó Wilt angustiado.    —Sí.    —¡Dios mío! ¡Es mi esposa! No quiero ni pensar cómo sería mi vida si me viera así.    —Bueno, quizá debería haberlo pensado antes —comentó una escritora.    —¡Pero si yo no he hecho nada! ¡La culpa es de esa zorra de Sally! Me tiró en la cama y me dijo que me iba a satisfacer oralmente. ¿Se lo pueden creer? Por supuesto me negué y entonces se puso echa una furia. Me empujó y me golpeé con un mueble. Al despertar me encontré de esta manera.    —Tranquilo, estamos para ayudarle —dijo otro escritor sin entrar en el meollo de la historia—. Y volviendo al tema de la muñeca, estamos de acuerdo con lo del mechero, ¿es así?    Todos asintieron en acercar la llama a la piel plástica de la muñeca y con ello lograr la ansiada apertura de aire.     —Un momento —dijo Wilt en el último instante—. ¿Cómo sabemos que es aire con lo que esta hinchada?    —Bueno, no va a ser metano —comentó el escritor que llevaba el mechero.    —Eso no lo sabemos —replicó Wilt.   —Sería raro —dijo otra escritora—. Calculo esa probabilidad en un inapreciable 0,05% como mucho.    —Eso será inapreciable para usted que no tiene la minga atrapada, pero le aseguro que para mí ese porcentaje es muy apreciable.    —Entonces no queda otra que buscar algo punzante de verdad. Me ha parecido ver que la cocina está abajo —comentó el escritor guardando el mechero.    —¿Y qué excusa daremos para coger un cuchillo? —preguntó una escritora.     —Ni se darán cuenta, y si lo hacen basta con decir que es para el ritual del abeto enamorado.    —¿Y qué ritual es ese?    —¡Y yo qué sé! Me lo acabo de inventar.    Los cuatro escritores que irían a la cocina abrieron la puerta del baño. Eva y Sally se habían dirigido a un dormitorio al final del pasillo. Los que esperaban fuera les preguntaron cómo pintaba la cosa y estos les informaron debidamente, también les pidieron que se dieran prisa en buscar el cuchillo dado que escuchar a Sally hablar de vejigas les había despertado cierta necesidad. Necesidad que se convirtió en urgencia al ver que en ese momento llegaba el analista.

CAPÍTULO 7: INMERSIÓN EN LA COCINA

    No tardaron en encontrar la cocina. Era tal el desorden que se acumulaba en la encimera, los restos de comida tirados por el suelo, los platos y latas de cerveza que hacían equilibrios en las estanterías que pensaron que nadie notaría la ausencia de un cuchillo. El problema era encontrarlo.    Se enfrascaron en la tarea de tal forma que no se dieron cuenta de que @greylove los observaba desde la puerta.    —¡El cuchillo! —dijo exultante el escritor que lo encontró, elevándolo al cielo como si fuera un trofeo.    —¡Qué genial representación de la barbarie! No se mueva —dijo @greylove mientras hacia la foto con el móvil—. ¡Va a quedar genial para mi Instagram dedicado a Psicosis!    —Oye, ese tipo me ha hecho una foto —dijo el del cuchillo a otro escritor.    —Va y qué más da.    —Claro, como no te la ha hecho a ti, tendría que pedirle que la borre.    —Pero si ya la habrá subido a veinte redes sociales. Démonos prisa.    Siguieron discutiendo hasta que llegaron de nuevo a la puerta del baño, donde se encontraron al resto de escritores, al analista, a Sally y a Eva.    —¿Dónde está mi Henry? —clamaba Eva.    —Te juro que estaba allí, follándose a la muñeca hinchable ¡en mi cama! —dijo Sally—. El muy cerdo.     —No te creo. ¡Henry, Henry! —gritaba Eva dando vueltas por el pasillo—. Pero ¿qué hace usted?    El analista, aprovechando el despiste de Eva, no solo magreaba sus prominentes glúteos, sino que los soplaba en círculos.     —Tranquilícese, es solo un masaje para liberar tensiones.    Eva se revolvió con furia y encontró otra forma de liberar tensiones propinándole un puñetazo que le dejó la nariz inutilizada para oler traseros.    El escritor que llevaba el cuchillo lo escondió a su espalda apoyándose contra la pared y dijo:    —Creo que hemos visto a ese tipo en el jardín.    —Ves, Eva. Lo han visto en el jardín. Vamos a buscarlo allí.    Cuando las dos mujeres comenzaron a bajar las escaleras, el portador del cuchillo aprovechó para entrar en el baño.

CAPÍTULO 8: LOS PSICÓPATAS

    —¡Henry! ¡Henry! ¿Dónde estás?     Eva y Sally vieron a @greylove sentado justo en el umbral de la puerta mirando con pesadumbre su móvil.     —Nene arroba, déjanos pasar —ordenó Sally.    —¡Oh, Sally! ¡Hagámonos un selfie! Han pasado diez segundos sin que nadie me dé un like.    —Déjese de likes. ¡Mi marido ha desaparecido!    —¡Wow! Incredible, Sally eres lo más. ¡Qué fiestón! Hace un rato vi a uno de esos escritores alzando un cuchillo como si fuera un psicópata y ahora una desaparición.    —¿Cómo?    —Sí, en la cocina. Mira.    @greylove les mostró la foto en su móvil.    —¡Cielos! —exclamó Eva aterrada—. Sally, ¿de dónde sacaste a esas personas?    —Y yo que sé, estaba buscando un tintero de oro para regalárselo a mi boy y me salieron en Google.    —¿Google? —apuntó @greylove—. Que impropio de ti, Sally. Ahora se lleva Midori.    —¿Y si son una secta? —preguntó Eva.    —No es por alarmar —dijo entusiasmado @greylove—, pero cuando les mostré mi foto con El Gran Gatsby de Di Caprio me preguntaron por un tal Scott Fitzgerald. A mí ese nombre me suena a asesino en serie.    —¡Asesinos! —bramó Eva dirigiéndose a las escaleras.    Sally y @greylove la siguieron.     Los escritores que esperaban en la puerta del baño estaban apoyados contra la pared dado que el analista había dejado de sangrar por la nariz.    —¿Dónde tienen escondido a mi Henry? —exigió Eva.    —Eso es, ¿qué narices están haciendo en ese lavabo toda la tarde? —añadió Sally.    —Es que dentro hay diecisiete compañeros —respondió un escritor.    —¡Diecisiete! —exclamó Eva—. ¡Son unos depravados sexuales además de psicópatas!    —Yo podría confirmarlo si me dejaran… —dijo el analista.    —¡Ya he avisado a la policía! —apuntó @greylove.

CAPÍTULO 9: 3,2,1... ¡IGNICIÓN!

    Dentro se escuchó con total nitidez lo del aviso a la policía, aunque eso no le preocupó a Wilt tanto como el hecho de que solo una puerta separaba a su esposa de verlo enganchado a una muñeca hinchable.    —Vamos, ¿a qué esperan? Apuñalen a esta zorra de plástico.    El portador del cuchillo alzó el brazo como si fuera la madre de Norman Bates, dirigiéndose así a la bañera. Cuando iba a asestar el golpe mortal, alguien detuvo su brazo.    —Espera, pensemos un poco. Se trata de que este hombre mantenga la dignidad frente a su esposa, ¿no? —dijo una escritora.    —Se trata de que me quiten esto de una vez —matizó Wilt desesperado.    —No. Aunque hagamos eso y liberemos su pene, cuando esa puerta se abra, que se abrirá por que, con perdón, su señora esposa tiene pinta de bufar y cocear como los toros de San Fermín, verá a diecisiete personas en un cuarto de baño y a usted totalmente desnudo en la ducha. Ante esa imagen no sé si la muñeca es parte del problema o quizá lo sea de la solución.    Wilt se quedó blanco, la escritora había sido muy gráfica.    —¿Y cómo puede ser parte de la solución? —preguntó Wilt resignado.    —Puede sonar raro, pero calculo que entre la ventana y el suelo no haya más de cuatro metros, quizá podría tirarse por ella con la muñeca y que esta amortigüe el golpe.    —¿Tirarme por la ventana?    —¿Qué se tire por la ventana? —dijeron el resto.    Al cuarto de baño llegaron como truenos todos los gritos de fuera.    «¡Wilt! ¡Wilt! ¡Allá voy!»    «Nena globos, esa puerta es de roble.»    «Me permite olerla, señora, tal vez…»    «Espere, espere… ¿Puede comenzar a correr desde la ventana? ¡La luz allí es perfecta!»    «¡Nino, nino, nino!»    Wilt sentía cada una de los millones de gotas de sudor que salían a borbotones de sus poros impulsadas por los latidos acelerados de su corazón.    —Decídase rápido, ya está llegando la policía y por cómo retumba el suelo su esposa va a impactar en cinco… —dijo un escritor.    —Joder, me voy a matar.    —Cuatro.    Wilt suspiró y les pidió a los escritores que lo ayudaran a encaramarse a la ventana.     —Tres.    En el proceso, alguien recordó la ley de Murphy que afirmaba que la tostada siempre caía al suelo por el lado de la mantequilla, lo que inició un debate sobre si era mejor lanzarse con la muñeca debajo o al revés y esperar que se diera la vuelta durante la caída.    —Dos.    Al escuchar Wilt que la cuenta atrás llegaba a uno, decidió cerrar los ojos y lanzarse al abismo.    —¡Cero!    El estruendo del impacto de Eva contra la puerta hizo tambalear los cimientos de la casa. La puerta literalmente se desintegró y los escritores tuvieron que cubrirse de los proyectiles de madera.    —¡Qué le habéis hecho a mi marido! ¡Degenerados! ¡Wilt! ¡Wilt!

CAPÍTULO 10: PONIENDO ORDEN

    Pero Wilt ya no estaba en el baño. Afortunadamente, cayó sobre la muñeca y la muy cabrona soportó el impacto contra el suelo. La policía había entrado ya en la finca, así que se puso en pie y agarró a la muñeca por el trasero para correr más ligero hacia el refugio que ofrecía el bosque.
    El Inspector Flint y el resto de agentes desenfundaron las pistolas nada más llegar a la segunda planta del chalet. Sally apuñalaba enfurecida la pared, el analista caminaba a cuatro patas oliendo todo culo despistado, @greylove, móvil en mano, se paseaba como un zombie; Eva, embutida en un pijama amarillo limón, lloraba desconsolada, por no hablar de los treinta y cuatro escritores que sin duda serían los peores.    A través del transistor un agente informó al inspector Flint de que habían detenido a un tipo que corría desnudo mientras penetraba lascivamente a una muñeca.    —Bien, no hace falta que nadie diga una sola palabra —dijo el inspector—. Todos a comisaría.    —¿Podemos celebrar antes la gala?
GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE

MENCIÓN HONORÍFICA

DEL PUESTO DÉCIMO AL CUARTO

    El número que aparece entre paréntesis se corresponde al total de participantes que otorgaron la puntuación correspondiente.
10. Con 35 ptos. UNA PAREJA SINGULAR, de Josep Mª Panadés (Blog Retales de una vida). Ha sido votado por 7 participantes: 7 ptos. (2), 6 ptos (1), 5 ptos. (2), 4 ptos. (1), 3 ptos. (0), 2 ptos. (0), 1 ptos. (1) 
9. Con 36 ptos. MI CHARO, de Riol (Blog Una adicción innecesaria). Ha sido votado por 10 participantes: 7 ptos. (1), 6 ptos (1), 5 ptos. (1), 4 ptos. (2), 3 ptos. (2), 2 ptos. (1), 1 ptos. (2).
8. Con 38 ptos. LOS TRÓPEZ, de Estrella Amaranto (Blog Amaranto). Ha sido votado por 9 participantes: 7 ptos. (0), 6 ptos (4), 5 ptos. (1), 4 ptos. (1), 3 ptos. (0), 2 ptos. (2), 1 ptos. (1).
7. Con 42 ptos. POR GOLEADA, de Norte (Blog El Baile de Norte). Ha sido votado por 10 participantes: 7 ptos. (0), 6 ptos (2), 5 ptos. (3), 4 ptos. (3), 3 ptos. (0), 2 ptos. (1), 1 ptos. (1).
6. Con 45 ptos. EL CONTINUO ESPACIO COITO, de Mik Way.T (Blog Cuentos del calamar lunar). Ha sido votado por 12 participantes: 7 ptos. (2), 6 ptos (1), 5 ptos. (2), 4 ptos. (0), 3 ptos. (3), 2 ptos. (2), 1 ptos. (2)
5. Con 49 ptos. AIRES DE TORMENTA, de Paola Panzieri (Blog De aquí y de allí). Ha sido votado por 11 participantes: 7 ptos. (2), 6 ptos (2), 5 ptos. (0), 4 ptos. (4), 3 ptos. (1), 2 ptos. (2), 1 ptos. (0)
4. Con 56 ptos. JUEGO, SET Y... ¡AGUACATE!, de Pepe de la Torre (Blog Entre unas cuatro esquinas). Ha sido votado por 12 participantes: 7 ptos. (3), 6 ptos (2), 5 ptos. (2), 4 ptos. (1), 3 ptos. (2), 2 ptos. (1), 1 ptos. (1)

Y el podium de ganadores es:

     Con 61 puntos se ha llevado el TINTERO DE BRONCE el relato ACORDATE DE MÍ escrito por MIRNA GENNARO.
GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE
    Este relato ha sido votado por 14 participantes: 7 ptos (3), 6 ptos (2), 5 ptos. (3), 4 ptos (1), 3 ptos. (2), 2 ptos (0), 1 ptos (3). Enhorabuena a Mirna por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
    Con 63 puntos, se lleva el TINTERO DE PLATA el relato RIGOBERTA, escrito por JOSÉ R. CAPEL.
GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE
 Este relato ha sido votado por 13 participantes:  7 ptos. (2), 6 ptos. (3), 5 ptos. (4), 4 ptos. (1), 3 ptos. (2), 2 ptos. (0), 1 pto. (1). Enhorabuena a José por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog, la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO.
   Con 106 puntos, el TINTERO DE ORO de la XXIV Edición dedicada a Wilt y Tom Sharpe corresponde a... TRAGEDIA DOMÉSTICA EN TRES ACTOS, escrito por BRUNO AGUILAR.
GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE      Este relato ha sido votado por 20 participantes: 7 ptos (7), 6 ptos (5), 5 ptos. (2), 4 ptos (3), 3 ptos. (1), 2 ptos (1), 1 ptos (1). Enhorabuena a Bruno por este reconocimiento que conlleva, además de este diploma digital que puedes colgar en tu blog y la publicación en la antología anual de EL TINTERO DE ORO, la radioficción sonora que será publicada en nuestro canal de YouTube y de Ivoox por Ramón Márquez, creador del blog NOVELESCO.
    Por supuesto, os invito a disfrutar de todos los relatos participantes, junto a las reseñas de Rosa Berros, Marta Navarro y MJ Ru1z a los que podéis acceder a continuación:

GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE

Haz clic sobre la imagen para leer los 34 relatos y las reseñas


Próxima edición: LA MALDICIÓN DE HILL HOUSE de Shirley Jackson (Abril 2021)

    Tras las risas... ¡El Terror! En la próxima edición recordaremos a una de las escritoras más perturbadoras del pasado siglo. Shirley Jackson y su tremenda novela La maldición de Hill House sin duda nos inspiraran relatos sobrecogedores.
    El 1 de abril se abrirá la convocatoria en la que podrá participar cualquier humano, animal, robot o extraterrestre, a excepción de los tres ganadores de esta edición, Mirna Gennaro, José R. Capel y Bruno Aguilar que podrán hacerlo, eso sí, como invitados.
    Recordad: el tema del relato será una terrorífica historia de fantasmas. Más info AQUÍ.
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¡Saludos tinteros!TE PUEDE INTERESAR:Si te has quedado con ganas de más solo tienes que clicar sobre las siguientes pantallas:GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE  GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE   GALA DE PREMIOS XXV EDICIÓN: WILT DE TOM SHARPE

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